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Entrevista central, miércoles 18 de enero: Aníbal Pereyra

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NB —Como decíamos, este año la movida más intensa de los jóvenes estuvo en La Paloma y sus alrededores. En épocas anteriores había sido en Punta del Diablo, en La Pedrera, La Paloma también. ¿Qué factores terminan influyendo para determinar cuál es el lugar de moda en cada temporada?

AP —Yo le decía que eso como que tiene vida propia, no es que se quiera instalar. Se da mucho que los boliches, particularmente en Montevideo, que tienen fuerte presencia de jóvenes, van promocionando las propuestas de verano y ahí se direccionan, se lanzan al mercado ofertas de promociones, de entradas, de ingreso a determinado boliche. Eso en gran medida direcciona la propuesta.

RA —¿La Intendencia no termina influyendo en ningún sentido, con estímulos a determinadas inversiones o no?

AP —En el caso de La Aguada sí, por supuesto que la Intendencia direcciona la ubicación de los boliches, cuáles son los lugares donde ese tipo de propuesta se puede instalar.

RA —Pero no el balneario.

AP —En La Pedrera la Intendencia no habilita boliches. Es parte de la discusión y de todo este proceso del que hablábamos recién. En La Pedrera lo que está habilitado son pubs, hay una ordenanza que establece cuál es su funcionamiento. En La Paloma tampoco hay boliches, los que están habilitados son pubs. En el único lugar donde hay un boliche bailable, con las características de un boliche –música más fuerte, más decibeles, horario hasta las 8 de la mañana–, es La Aguada. Allí hay dos boliches, ya se había dado en los años 2006, 2007, 2008, se habían instalado ahí los boliches. Luego, por esto que ustedes decían, la contradicción que se da con la gente que se quiere descansar, se generó una movida de que la movida joven perjudicaba, etcétera, se desestimuló la presencia de los boliches allí y fueron a Punta del Diablo.

El año pasado, cuando asumimos el gobierno, hicimos junto con el Municipio de La Paloma dos movidas fuertes al arranque. La primera fue reinstalar los boliches en La Aguada, con una propuesta a partir de la experiencia que tuvimos, de organizar los mayores problemas, el tránsito, etcétera, sobre todo a la salida de los boliches, entre la gente que quiere ir a la playa a las 8, las 9 de la mañana y la gente que sale de los boliches.

RA —De alguna forma ustedes pueden incidir. Esa movida se trasladó de Punta del Diablo. No sé qué evaluación hicieron de cómo estaba últimamente la movida allí, pero ¿cómo se terminó trasladando a La Aguada?

AP —La Intendencia determina en qué lugares se pueden desarrollar esas actividades, los boliches. En Punta del Diablo se nos dio una situación igual que la de La Pedrera, y eso pasa en cada lugar donde se dan estas cosas, esa contradicción va a estar siempre, por más alejados que estén los boliches.

NB —Es un dato muy llamativo y curioso la influencia que terminan teniendo dos o tres boliches, jugando un rol clave en cómo termina siendo la temporada para uno u otro balneario.

RA —Además es una incertidumbre que por ejemplo los operadores turísticos tienen que saber manejar. No es lo mismo un balneario que va a recibir determinada cantidad de gente y cómo se prepara para eso, para esperar la temporada en ese sentido, las perspectivas que tienen por ejemplo los comerciantes de vender y qué tanto pueden colocar su mercadería o no. Y ni que hablar de los locales comerciales nuevos que se instalen, que se la pueden jugar a un lugar y al final terminar errándole.

NB —Con propuestas además totalmente distintas. Pensemos en Punta del Diablo, que hasta hace algunos años recibía público mucho más joven y un año le toca recibir un público mucho más familiar. El tipo de propuestas que están armadas son totalmente distintas.

RA —Y el tipo de gasto que hace cada público también. Porque uno tendería a pensar que los jóvenes no priorizan tanto la gastronomía, sí las bebidas alcohólicas, las salidas a este tipo de boliches.

***

AP —Hacemos todas las promociones de la propuesta del departamento en conjunto con los operadores privados dentro de la Corporación Rochense de Turismo. Hay una asociación estratégica que viene dándose desde hace muchos años. Esa movida no genera ninguna incertidumbre, al contrario, sabemos que se mueve así. Lo que hace la administración del gobierno departamental –y aun así miren los conflictos que tenemos– es tratar de que las actividades se desarrollen dentro de un marco de convivencia razonable, porque de eso se trata. Si hay gente que quiere venir a divertirse, tiene todo el derecho a hacerlo, como el que quiere descansar, siempre que eso se haga dentro de los cánones de convivencia en que debe darse. Esa es la situación que se da permanentemente. Por ejemplo, este año, en los seis primeros días tuvimos 416 denuncias de ruidos molestos en La Pedrera.

RA —Algunas de esas denuncias están asociadas a uno de los factores que aparecen en la temporada y que cobró fuerza sobre todo en Rocha este año, que quizás no se había dado con tanto impulso en años anteriores: las llamadas “casitas”, principalmente en La Paloma y La Pedrera –antes se había centrado más bien en Maldonado–, casas particulares que realizan fiestas privadas. ¿Qué dimensión está teniendo este fenómeno allí?

AP —Este verano tuvo un salto mayor esa propuesta, son modas que se instalan. Tenemos que prepararnos mejor, porque en los primeros seis días, el 95 % de las denuncias de los vecinos que registramos a través de las vías que tenemos para eso fue de fiestas privadas en fincas privadas. Estamos trabajando en la modificación de la Ordenanza de Ruidos Molestos que vamos a enviar a la Junta, que prevé multas, vamos a subir las multas.

RA —¿De cuánto es hoy en día la multa?

AP —Hay todo un procedimiento de notificación, intimación, pero sucede que los inspectores se van y suben la música de vuelta a niveles increíbles. La primera multa son 5 UR.

RA —Más o menos $ 5.000.

AP —Sí; incorporan la multa al valor de la fiesta. En la segunda intervención, la multa son 15 UR. Estamos trabajando en un mecanismo para subir la multa.

RA —¿No los agarró medio desprovistos este tema, teniendo en cuenta que el fenómeno ya se venía dando en Maldonado, y que allí cuando se aumentaron las sanciones cambió?

AP —La Ordenanza de Ruidos Molestos es del año 97 y fue modificada en el 2014. Esta modificación que incorpora las multas a las fincas es nueva, tiene dos temporadas. Es un proceso que se va instalando muy rápido. Llegamos a tener una denuncia –me la hicieron a mí personalmente– de vecinos de Puimayen, que es el balneario más al norte de la costa atlántica uruguaya, en el límite con Brasil. Es un lugar de descanso absoluto, el ruido mayor es el de los pájaros. La gente que tiene vivienda ahí es para ir a descansar, y hay una colonia de vacaciones de la Asociación Magisterial. Pero se organizó una fiesta por Facebook que fue una cosa de locos, 13 horas la fiesta, y enloqueció a toda la zona. Pero se convocó por Facebook, tienen esos mecanismos. Tenemos que trabajar fuerte, porque se van buscando los lugares para poder desarrollar ese tipo de fiestas, lo que claramente va contra todo tipo de normativa y de marco de convivencia razonable, porque si se quiere tener una fiesta, que se haga dentro de los marcos correspondientes, en los lugares que están habilitados para eso.

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