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Entrevista central, miércoles 18 de enero: Aníbal Pereyra

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NB —De todos modos, el fenómeno de las casitas no ha sido el único que ha generado rispideces con los vecinos de La Paloma y La Pedrera, también están los boliches y los restopubs. ¿Cómo se está trabajando en ese plano?

AP —Como decía recién, el año pasado tuvimos una instancia judicial ante la acción de amparo de un conjunto de vecinos de la zona de La Pedrera, y llegamos a un acuerdo entre las partes en el juzgado, homologado por el juez competente, en el que se establecía que la Intendencia debe actuar de acuerdo a la normativa. Y es lo que hemos hecho, el abogado de los vecinos ha dicho que nosotros hemos desacatado, pero nosotros tenemos la prueba de que no es así. Este año incluso hemos mejorado el sistema de control, por ejemplo hemos incorporado a todos los controles inspectivos, tanto de ruidos molestos como de tránsito, el sistema de cámaras para tener los procedimientos registrados. Eso garantiza los procesos para todas las partes. También la incorporación en línea, en el momento, de la notificación o la multa correspondiente, identificando el padrón o el lugar.

Efectivamente este año algunos pubs de La Pedrera afirmaron que actuamos de acuerdo a la ordenanza vigente, que no cumplieron parte de los elementos que se establecen para un pub, como la cantidad de personas que pueden incorporar en sus boliches –por autorización de bomberos–, la cantidad de entradas que se venden para ese lugar, y los decibeles, el volumen de la música. No recuerdo a cuántos boliches se aplicó la notificación correspondiente; y una segunda notificación implica el cierre del boliche.

NB —Usted dice boliche, pero en realidad son restopubs, esa es la discusión.

AP —Son restopubs.

RA —Los vecinos se quejan de que aparentemente funcionan como restopubs, pero terminan pasando música como boliches a determinada hora de la madrugada.

NB —Por eso es la denuncia de desacato, porque entienden que se está violando la reglamentación con respecto a eso.

AP —Eso se dirimirá en la justicia. Nosotros decimos que actuamos. Pero se da la otra contradicción, algunos de los propietarios que hacen la denuncia alquilan sus casas a quienes generan el mayor problema, que son los ruidos molestos en las fincas privadas. Vuelvo al concepto original, la única manera de conciliar es un equilibrio justo para todas las partes. Sabes que el silencio de los cementerios ahí no va a estar, pero tampoco puede ser el bochinche absoluto, el todo vale.

NB —De todos modos, según informó La Diaria, el juzgado letrado de segundo turno dispuso el cese inmediato de las actividades en esos restopubs y lo citó a usted a declarar en una audiencia en marzo, y agregaba que usted había manifestado su desacuerdo con la decisión y que de hecho los restopubs han seguido funcionando. ¿Es así?

AP —No, no es así.

NB —¿Cómo fue?

AP —Nosotros estamos citados para el 7 de marzo por el juzgado por la denuncia de desacato. Fuimos notificados 15 días después de que se anunció en medios nacionales que estábamos citados. La noticia salió el 21 de diciembre en el diario El País y a mí me notificaron en los primeros días de enero.

NB —La notificación es para citarlo a declarar, no para que cesen las actividades de los restopubs.

AP —No hubo ninguna notificación a la Intendencia con respecto a la obligación de cese, porque eso sería contradictorio con la homologación que se llevó adelante en el propio juzgado, según la cual la Intendencia tiene que controlar de acuerdo a la ordenanza vigente.

***

NB —Algunos vecinos de La Paloma y La Pedrera han reclamado que los boliches o los restopubs, según el caso, se trasladen afuera de los centros poblados, por ejemplo al otro lado de la ruta 10. ¿Ustedes han evaluado esa posibilidad?

AP —En La Pedrera, hasta principios de los 2000, existían boliches del otro lado de la ruta 10, fuera del balneario. Hubo dos boliches, que yo recuerde. Y se generaron importantes actividades musicales en esa zona. El motivo de cambiar los boliches fue justamente parte de lo que estamos hablando ahora. Esa decisión la mantenemos –la definió el primer gobierno del Frente en el período 2005-2010, el gobierno de Artigas Barrios–, porque instalar los boliches al norte de la ruta 10 es exactamente lo mismo que si estuvieran en La Pedrera.

RA —¿En materia de ruidos generan la misma afectación?

AP —Sí; es más, hubo un año que estuvieron en Arachania, un balneario contiguo a La Pedrera, a dos kilómetros; después se resolvió instalarlos en un lugar, y hemos encontrado que el mejor lugar para eso, que está equidistante, es La Aguada. Creo que da otra garantía. ¿Sabe quién vive a dos cuadras de donde están los boliches de La Aguada? El propio alcalde de La Paloma. Yo en verano, cuando me quedo en La Paloma, me quedo con el ruido de los boliches en la ventana. Por lo tanto, creo que lo que tenemos es el concepto original que decíamos. El turismo es una actividad importante para la gente, no solo económica, pero fundamentalmente económica, que tenemos que preservar. Tenemos que hacer todos los esfuerzos para que ese equilibrio de la propuesta turística funcione para todos, para el que quiere venir a descansar, para el que quiere disfrutar. A veces nos volvemos intolerantes como parte de esta sociedad, como ciudadanos, y queremos que se haga lo que yo quiero. Eso es lo que no puede pasar.

Ponía como ejemplo que algunos de los denunciantes del tema ruidos molestos en La Pedrera alquilan sus viviendas, sus fincas particulares a no menos de US$ 300 por día. Si no fuera por esa movida que tiene La Pedrera, no las alquilarían ni por las tapas. El alquiler en La Pedrera hace 15 años, antes de que La Pedrera explotara –en términos de crecimiento– nada que ver. Yo trabajé en La Pedrera hace 15 años en la temporada, como miles de rochenses, trabajé varias temporadas, y digo muchas de estas cosas porque las viví, las conozco por dentro.

Conozco La Pedrera desde el primer Carnaval que se generó. Después el Carnaval parecía una de las siete plagas mundiales, pero fue inventado por los propios vecinos que después lo denunciaron, porque dejó de ser una fiesta privada y pasó a ser una fiesta adonde iba todo el mundo. Esa fiesta se planteaba como una fiesta en la cual la institucionalidad, o sea la policía, no tuviera participación. Después se desmadró. Hoy el Carnaval es de todo el turismo uruguayo, del Uruguay en sí, no solo de La Pedrera y de Rocha, es una propuesta única, donde la gente es protagonista.

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