
EC —Usted ocupa este cargo desde el año 2012. ¿Cómo compatibiliza este trabajo con el que desempeña en Uruguay como ministra del Tribunal de Apelaciones en lo Penal?
GG —Este trabajo lo hago en los ratos libres o quitándoles tiempo a los ratos libres. Muchas veces los fines de semana o en algún momento del día.
EC —¿Esta tarea como jueza de estos tribunales internacionales es remunerada?
GG —El presidente obviamente, que trabaja full time, sí es remunerado. Para los demás jueces se prevé una remuneración por la tarea que se cumple, aun cuando se cumpla a distancia, pero la Constitución nacional no lo permite.
EC —¿La Constitución uruguaya no lo permite?
GG —La Constitución uruguaya no permite que los jueces tengamos ninguna actividad remunerada más allá de lo que proviene de nuestra actividad como jueces en el Uruguay y la docencia. Por lo tanto yo no cobro remuneración. Me cubrieron los gastos la vez que tuve que viajar, por ejemplo.
EC —Qué raro esto, usted recibe la designación del Poder Judicial, que en definitiva le dijo: “Al cargo que ya tiene y por la retribución que ya tiene, agregue esta otra actividad”, que además es bastante pesada, por el tipo de asuntos, por la lejanía, por la complejidad. ¿Cómo es?
GG —Sí, es así.
EC —¿Termina siendo así?
GG —Termina siendo así. Pero profesionalmente es un gran desafío, me interesa muchísimo, es un aporte que entiendo que uno debe hacer a la justicia, con la que yo estoy comprometida. Además también es enriquecedor para mí, estoy aprendiendo muchísimo. Por otro lado, esas son las reglas de juego, y los jueces uruguayos estamos acostumbrados a hacer muchas cosas extratrabajo. Me refiero a trabajar en muchas tareas de comisiones, estudios, actividades que nos pide la SCJ, para las que nos designa, por las que efectivamente no cobramos nada y todas suponen un agregado a nuestra tarea del día a día. Pero no es solo el caso mío, somos muchísimos los que lo hacemos.
EC —¿Y hasta ahora cuánto podría decir que le ha llevado, cuánto tiempo le ha dedicado en estos cuatro años?
GG —No lo podría evaluar, porque hasta ahora ha sido posible. Solamente tuve un caso, que fue un recurso de revisión en el que se pretendía modificar una sentencia del tribunal de Ruanda en función de la incorporación de nuevos medios de prueba, que podría decir que me llevó tiempo y tener que ocupar incluso gran parte de un período de vacaciones para estudiarlo. Supongo que la apelación de Karadžić, para la que fui designada, me va a llevar bastante tiempo, así que voy a tener que aprovechar todos los ratos libres para poder compatibilizar esto con el tribunal, si es que estoy trabajando en el tribunal o, como ahora, que estoy abocada a la implementación del nuevo Código del Proceso Penal.
EC —Además trabajó en toda la parte organizativa inicial.
GG —Sí, todos los jueces trabajamos en eso.
EC —Me imagino que ha tenido que estudiar mucho sobre Ruanda, sobre la ex Yugoslavia.
GG —Hasta ahora he tenido que estudiar bastante historia. Porque además la particularidad de la sentencias de estos tribunales, tanto el de Ruanda como el de Yugoslavia, es que tienen todo un basamento no solamente de lo jurídico dedicado al caso, sino también una contextualización en la parte histórica. Entonces impone estudiar mucho sobre ese tema. En el de Ruanda ya me he tenido que pronunciar, por lo que tenido que profundizar más; en el de Yugoslavia estoy en la etapa de análisis y estudio a fondo de la sentencia de Karadžić, que son nada menos que 2.600 páginas, más unas 20.000 del expediente. Va a ser un trabajo bastante arduo, espero contar con la feria judicial para poder hacerlo. Para algo sirve.
EC —Va a dedicar la feria a eso.
GG —En parte.









