Entrevista con Elbia Pereira, secretaria general de la Federación Uruguaya de Magisterio.
EN PERSPECTIVA
Miércoles 02.03.2016, hora 8.18
EMILIANO COTELO (EC) —Buena parte de la agenda política del año pasado estuvo dominada por los conflictos que se dieron en la educación pública. A mitad de año hubo una dura lucha presupuestal, paros docentes, una cantidad importante de clases perdidas y un decreto inédito del Poder Ejecutivo declarando servicios esenciales que retroalimentó el malestar a nivel sindical.
Esta semana las escuelas abrieron en un ambiente más ordenado y pacífico, como hace años no se veía. Incluso Laura Motta, consejera de la ANEP (Administración Nacional de Educación Pública), nos decía el lunes aquí en En Perspectiva que el Codicen (Consejo Directivo Central de la ANEP) viene trabajando con los maestros para generar condiciones que permitan llegar en este 2016 a 190 días de clases.
¿Hay un cambio en la relación sindicatos-ANEP? ¿Hay lecciones aprendidas del año pasado?
Vamos a conversar de estos temas con la maestra Elbia Pereira, secretaria general de la Federación Uruguaya de Magisterio (FUM).
Lo decía en la introducción: venimos de un año de altísima conflictividad en la educación. ¿Qué lectura hacen ustedes de lo que pasó en 2015? ¿El verano dio para bajar la pelota al piso?
ELBIA PEREIRA (EP) —El año 2015, indudablemente, fue un año de mucha conflictividad, un año de construcción de presupuesto en el que era esperable que hubiese conflictividad o que hubiese medidas tomadas por los sindicatos de cara a esa construcción que se iba llevando adelante. Lo que para nosotros agudizó y mucho el conflicto que se venía teniendo fue justamente la declaración de esencialidad.
Nosotros como FUM y en mi persona estábamos negociando con el Poder Ejecutivo, con el Codicen, un convenio salarial que después logramos acordar y firmar en diciembre. El día viernes 21 de agosto estábamos en plena negociación cuando les informamos en esa mesa de diálogo que la Federación tenía su instancia de resolución el día 29, pero el fin de semana ya empezamos con oídas de que había posibilidades de que se declara la esencialidad. Para nosotros, para la Federación, fue muy sorprendente. A pesar de los anuncios que había hecho en campaña electoral el actual presidente de la República, nos negábamos a creer que eso pudiera suceder. Pero sucedió.
EC —De todos modos, ya en ese momento se habían perdido una cantidad importante de clases, el conflicto ya estaba avanzado.
EP —Ya que estamos pensando y dialogando sobre el conflicto del 2015, uno entiende que para la ciudadanía, para la población, viéndolo en su conjunto queda como que todos los maestros estábamos en una pérdida importante de clases. Pero al 21 de agosto los maestros de todo el país teníamos en ese momento y la Federación tenía en ese momento una paralización de actividades que llevaba tres días. No tres días continuados, el primero fue el 11 de junio, después tuvimos uno en julio y el último, próximo. ¿Qué pasó desde ahí? Esos días siguientes no se sucedieron únicamente con paralizaciones, con asambleas multitudinarias, que es cierto.
El día 8 de agosto en nuestra Mesa Federal –el organismo que nuclea a los delegados de todo el país, porque la Federación es nacional, maestros y funcionarios– los compañeros nos decían –hablábamos e intercambiábamos–: viene el año de presupuesto, es un año que hay que mirar en su conjunto, no es un año en que podamos recrudecer medidas que después no se pueden sostener, somos un sindicato responsable. Y de eso se trata, además de mirar los niños en las escuelas, de mirar el malestar y sentirlo y hacernos cargo. Y como secretaria general me hago cargo de ese malestar.
Claro que hay algunas asociaciones de maestros que integran la Federación que tienen de pronto otra espalda, otro brazo como para llevar adelante unas medidas más crudas que otras. Pero claro, cómo no, podemos entender el malestar que causa a los niños, a los padres, a las familias, al vecino. Yo soy madre, soy abuela, viví y vivo el hecho de llevar los niños y ese día no tener clase. Nosotros entendemos eso, lo que no quiere decir que no sigamos reclamando, demandando lo que entendemos que el maestro y el funcionario necesitan para su diario trabajo, para los niños, las mejores condiciones. Porque a veces esto no se entiende. Los maestros siguen paralizando las actividades, los maestros solo reclaman su fuente laboral… Sí, pero no podemos olvidar que nosotros como profesionales lo que tenemos en el centro son los niños.