Entrevista con Pablo Atchugarry.
EN PERSPECTIVA
Miércoles 20.12.2017, 08:22
EMILIANO COTELO (EC) —En 2007, el escultor uruguayo Pablo Atchugarry pudo cumplir uno de sus sueños, luego de varias décadas viviendo en Europa y desarrollando allá buena parte de su carrera. Ese año inauguró, en medio del paisaje rural de Manantiales, su propia fundación, la Fundación Pablo Atchugarry.
Allí fue construyendo un espacio de encuentro para artistas de todas las disciplinas, un lugar de unión entre el arte y la naturaleza. Y allí montó también un taller-museo, donde se instala todos los veranos, después de trabajar el resto del año en el pueblo de Lecco, en el norte de Italia.
Hoy la fundación está cumpliendo 10 años, por eso vale la pena repasar su historia, su crecimiento y su proyección.
Tenemos el gusto de recibir a Pablo Atchugarry, recién llegado a Uruguay, hace un par de días apenas…
PABLO ATCHUGARRY (PA) —Sí, recién llegado, el lunes.
EC —Llegado el lunes y trasladado ipso facto a Manantiales. Acaba de venir desde allá con su señora manejando. Toda una corrida…
PA —Sí, queda a unas cuadritas. Pero son dos horas.
EC —¿Sos madrugador habitualmente?
PA —Sí, sí.
EC —Esta vez te tocó madrugar bastante. ¿Habitualmente a qué hora te levantás?
PA —Generalmente trabajo desde las 7 de la mañana hasta las 8 de la noche. O sea que lo tengo bastante incorporado, y en los viajes a veces hay que hacer horas extraordinarias.
EC —Al principio creo que vale la pena ubicarte para quienes no te conocen. Tu primera expresión artística fue la pintura. Después, a comienzos de los años 70, te volcaste a la escultura y casi no te moviste de allí. ¿Por qué? ¿Qué te atrapó de la escultura?
PA —Empecé a pintar desde muy joven, pintaba mi padre, y como niño inquieto utilizaba sus colores y pintaba mis propias obras. Seguí con la pintura por muchos años, y recuerdo que artistas plásticos acá del medio me decían “no te vas a poder quedar en las dos dimensiones, te vas a tener que ir a la escultura”. Ellos ya veían la tercera dimensión en mi trabajo de dos dimensiones.
EC —Primero trabajaste en escultura con el cemento, el hierro y la madera. Y por 1979 descubriste tu relación con el mármol, que desde entonces ha sido tu materia prima preferida, no la única pero la preferida. ¿Qué pasó? ¿Cuál fue el motivo de ese “amor” hacia el mármol?
PA —Yo cuento siempre que en la escuela, acá en Montevideo, nos habían dividido en equipos y al equipo mío le había tocado Italia. Entonces yo terminé hablando del mármol de Carrara y del lago de Como, donde hoy vivo y del material que hoy trabajo, que después de ese encuentro en el año 79 me ha acompañado siempre.
EC —Esa semilla ya estaba.
PA —Creo que esa semilla ya estaba. Era algo… no sé, porque hablar acá en Montevideo en aquellos años de mármol de Carrara y del lago de Como era algo realmente fuera de lo común.
EC —¿Y de dónde te venía ese vínculo?
PA —Mi padre fue al Consulado Italiano y encontró un folleto del lago de Como, y yo hablé del lago de Como porque había encontrado ese folleto, en vez de encontrar Florencia, Roma, Venecia. Y el mármol porque entre las cosas de las que hablé estaba el mármol; yo todavía no conocía la obra de Miguel Ángel, no conocía absolutamente nada.
ROSARIO CASTELLANOS (RC) —Tú siempre decís que elegís la pieza de mármol y que el mármol tiene dentro ya lo que tú imaginás que es la siguiente escultura. ¿De qué manera se trabaja en el mármol? Porque ahí no hay moldes.
PA —Imaginemos que todo ese mármol, por ejemplo el mármol de Carrara –estamos hablando de los Alpes Apuanos, en Italia–, es un material que ya trabajaron los etruscos, después los romanos, después fue célebre por la obra de Miguel Ángel, después de Bernini, Canova, toda una grandísima tradición hasta nuestros días. El concepto de que la escultura ya está dentro es todavía anterior a Miguel Ángel. Yo digo que en el fondo son como los hijos de la montaña, la montaña da sus hijos para que los escultores los ayuden a nacer, a darles forma, pero en realidad el escultor toma un objeto, un material que ya ha sido creado, por lo tanto su creación está limitada a lo que la naturaleza le ha ofrecido.
RC —Pero lo transforma, y me gustaría saber cómo lo transforma. ¿Qué hacés primero?, ¿un boceto? ¿Qué es lo que orienta a ir buscando, a medida que sacás elementos, esa escultura que está dentro de la materia?
PA —Hay dos medidas, dos situaciones muy importantes. Una es lo que uno ve, lo que el artista, el ser humano está aprendiendo, está tomando de su entorno, de lo que ve. Y otra es lo que busca en su interior. Creo que hay algo que se fusiona en su interior, prácticamente lo más importante es la búsqueda interior. Y esa búsqueda interior, ese lenguaje, lo podemos reconocer en todos los artistas, a Picasso, a Miró, a Torres García, los reconocemos porque han logrado encontrar ese lenguaje interior. Entonces voy anotando estas ideas que tengo en el bloque de mármol, como si fuera un pizarrón. Pero a la vez yo ya elegí ese bloque de mármol, o, como digo muchas veces, el bloque de mármol me habló y me eligió.