Entrevista con la presidenta de la Asociación Uruguaya de Alzheimer y Similares, Victoria Repiso, y con el doctor Roberto Ventura, neurólogo y psiquiatra especialista en demencia.
EN PERSPECTIVA
Miércoles 20.07.2016, hora 8.21
EMILIANO COTELO (EC) —Los neurólogos estiman que entre 50.000 y 60.000 uruguayos sufren alzhéimer u otras demencias, y que cada año se agregan de 2.500 a 3.000 casos. Una realidad preocupante para nuestro país, uno de los más envejecidos de América Latina, porque la edad es el principal factor de riesgo para contraer esta enfermedad.
Estamos ante un desafío fuerte para la salud pública. Con la peculiaridad de que la atención debe ponerse en el paciente, pero también en su familia o los acompañantes.
La Asociación Uruguaya de Alzheimer y Similares (Audas), fundada hace 25 años, es una organización sin fines de lucro conformada por familiares de personas con demencia que brinda apoyo tanto a quienes padecen la enfermedad como a aquellos –familiares o acompañantes– que asumen el papel de cuidadores.
¿Por qué es importante la contención para los familiares? ¿Cómo lograr un diagnóstico precoz? ¿Qué pasos dar luego? ¿Qué costos hay que contemplar?
Para charlar de estos temas, estamos con la presidenta de Audas, Victoria Repiso, y con el doctor Roberto Ventura, neurólogo y psiquiatra especialista en demencia.
Empecemos por la definición. ¿Qué es el alzhéimer y cómo se diferencia de otras demencias?
ROBERTO VENTURA (RV) —La enfermedad de Alzheimer no es una gradación de deterioro, es una enfermedad del sistema nervioso central, que es degenerativa, con un condicionamiento genético, que es crónica, progresiva e irreversible. Es una enfermedad degenerativa del sistema nervioso central que ataca áreas específicas del cerebro, sobre todo aquellas áreas que tienen que ver con la inteligencia y el desempeño inteligente en el diario vivir.
EC —¿Cómo se manifiesta?
RV —Se manifiesta con una cronología bastante típica en los casos tardíos, después de los 65 años. Empieza afectando la red de la memoria, la red del lenguaje, la red de la guía espacial, el cálculo mental, el vestirse. Olvidos en los inicios, personas que repiten varias veces lo mismo, personas que recuerdan más lo viejo que lo de ahora, personas que quedan con la mente en blanco muy seguido, que después se empiezan a perder un poco en la calle, se desorientan, empiezan a manejar con dificultades el dinero, el manejo financiero se altera, las palabras no vienen a la mente, una sucesión cronológica que termina en que el paciente no tiene idea clara de cómo vestirse, no reconoce a familiares. Acompañando a toda esta debacle intelectual hay una serie de síntomas comportamentales también, puede haber o no depresión, trastorno del estado de ánimo por una conciencia de enfermedad. Y después cuando el paciente ya no entra en razón, no es consciente de la enfermedad, termina este tema emocional para empezar con desajustes comportamentales más severos, como conductas de desinhibición, obedecer a la faz instintiva del ser humano, como no poner límites y frenos a comentarios y a acciones, delirios, alucinaciones. Todo esto hace que la familia sufra mucho.
EC —¿A qué edad suele manifestarse?
RV —Las formas tardías son las mayoritarias, después de los 60, 65 años. Pero hay casos de personas más jóvenes que debutan de forma atípica, no con trastornos de la memoria necesariamente, sino con trastornos de la lectoescritura o mal manejo del espacio. Depende de la red neurobiológica que se empiece a afectar primero.
EC —¿Es una enfermedad prevenible?
RV —No, no está demostrado científicamente que una medicación o un régimen de vida puedan evitar que te venga la enfermedad si tenés un condicionamiento genético.