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Entrevista central, miércoles 21 de junio: Rafael Mandressi

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EC —Volvamos a la bancada que ahora tiene Macron en la Asamblea Nacional. El 93 % de los que había seleccionado como candidatos eran profesionales, 4% jubilados, 2 % empleados y 1% estudiantes. Eso nos da una idea del origen. Pero sobre todo marcábamos que la mitad nunca había ocupado cargos políticos, provenía de la sociedad civil. Con una bancada así, ¿qué tipo de garantías tiene para gobernar? ¿No se le puede desacomodar esto? ¿Cuánto juega la inexperiencia?

RM —Sí, puede haber un riesgo de que esa composición de la bancada y el hecho de que sean novicios generen alguna turbulencia, pero más por la falta de conocimiento de la actividad parlamentaria y política que por indisciplina. En primer lugar, esta gente no está allí por lo que es, sino por Emmanuel Macron. Como no los conoce nadie, no los votaron por ellos, los votaron por el presidente, le deben absolutamente su elección. Creo que por ese mismo efecto las veleidades de disidencia van a ser más reducidas.

De todas maneras, en segundo lugar, no hay que olvidar que no todos son inexperientes, hay gente que se sumó al movimiento viniendo de otros partidos y que va a estar a cargo, en esa gigantesca bancada, de organizar las cosas.

Y en tercer lugar, uno de los ministros de su primer gobierno –este gobierno que existió entre la elección presidencial y hoy– anunció que se retira del gobierno para asumir la banca que conquistó en las elecciones legislativas. Es un hombre del riñón, es uno de los principales artífices del movimiento LREM, y si tomó esa decisión es precisamente para presidir la bancada. Con lo cual el presidente tiene una de sus manos derechas al frente del grupo, que es por otro lado un político experimentado.

Todo lo que ha estado ocurriendo da cuenta, por lo menos desde el poder presidencial, de algo extremadamente pensado en el fondo. Lo que para muchos podía parecer una improvisación, en realidad no tiene nada de improvisación. Han aparecido en las últimas semanas algunos documentales sobre la campaña, desde dentro de la campaña de Macron, y uno puede darse cuenta muy claramente del grado de organización y de perfeccionismo con el que todo estaba absolutamente planificado.

EC —Aprovecho para recomendar uno de ellos, él que yo vi: Emmanuel Macron, el ascenso al poder, que está disponible en Netflix. En sí mismo el hecho de que ese documental haya aparecido creo que 15 días después del triunfo de Macron da la pauta de la organización. Estaba preparado con mucha anticipación y lo cerraron a tiempo el día del triunfo, se terminó de editar y se publicó. Es muy interesante porque está muy metido en los entresijos de la campaña. Se hizo con una cámara siguiéndolo permanentemente, de manera muy transparente, en su trabajo con el comité de campaña, los actos, cómo se debatían las resoluciones delicadas. Sirve mucho para entender la forma de hacer política de este hombre y su gente.

RM —Absolutamente. Es una excelentísima recomendación, para mí ese documental es el mejor de los que han estado circulando, por lo menos de los que yo vi a ese respecto, para mostrar el profesionalismo de algo que por otro lado tenía ese aire de cosa silvestre. Puede serlo hasta cierto punto, pero en el fondo era una máquina que estaba muy aceitada y muy bien organizada.

Por otro lado, volviendo al asunto de la bancada de la Asamblea, la mayoría presidencial está compuesta por dos bloques muy asimétricos, el del partido del presidente, LREM, y el de su aliado el MoDem. En las últimas horas ha habido tres ministros renunciantes, los tres del MoDem, y eso le hace un favor gigantesco, por asuntos de sospechas, de manejos no del todo claros en la remuneración de asistentes parlamentarios en el Parlamento Europeo. Porque, primero, está claro que de todas maneras Macron con su partido tiene la mayoría absoluta sin necesidad de aliados; segundo, este traspié de su aliado inhibe cualquier tipo de veleidad de heterodoxia, y en tercer lugar, esta mañana, hace un par de horas, se anunció una etapa adicional en la descomposición de los partidos de oposición: la derecha francesa acaba de fracturarse, y un grupo de más de 30 diputados acaba de anunciar que constituye una bancada autónoma que va a apoyar a la mayoría presidencial. Es decir, la explosión, esta bomba de fragmentación, sigue funcionando haciendo volar en pedazos todo el sistema político tradicional francés, por su desaparición cuantitativa, como el Partido Socialista, que no es nada, que es polvo, o como la derecha, que había salvado los muebles más o menos en la elección, aunque perdiendo muchísimos diputados también… La aplanadora sigue y hace un ratito nomás esa derecha se partió en dos.

Es decir, más allá de las acciones, que las hubo y muy claras y muy inteligentes, de parte de Macron y de su entorno para producir esos efectos, también hay que verlo como un catalizador de situaciones que estaban allí potencialmente. Es decir, Macron también es la chispita que prendió la mecha de una bomba que ya estaba armada, desde hace tiempo.

EC —A propósito de la política interna, ¿por dónde van las primeras líneas de acción de Macron en lo doméstico? ¿Qué es lo que tenemos que observar de sus iniciativas?

RM —Las dos grandes reformas que estaban planteadas como primeras y prioritarias son por un lado una serie de leyes e incluso una reforma constitucional que se conocen como leyes de moralización de la vida pública, es decir, apretar más las clavijas, en un sistema que de todas maneras tiene muchas disposiciones en ese sentido, para prevenir cualquier tipo de actos de corrupción, en particular en lo que tiene que ver con el financiamiento de los partidos políticos y de las campañas, con prohibiciones de acumular consultorías privadas cuando uno tiene un cargo público, toda una serie de disposiciones de esa naturaleza.

El otro aspecto es la reforma del Código Laboral, que tiene por objetivo ir más allá de la Ley de Reforma del Código Laboral que se votó en el período pasado en una suerte de liberalización del mercado de trabajo, con una serie de disposiciones que apuntan –empleando el vocabulario oficialista– a desbloquear el mercado de trabajo, liberalizándolo, facilitando el despido, invirtiendo la jerarquía de los acuerdos; por ejemplo, se le va a dar prioridad al acuerdo a nivel de empresa y no a nivel de rama. Toda una serie de medidas que por supuesto los sindicatos y los movimientos de izquierda denuncian como un desmantelamiento de la protección social en el mundo del trabajo.

Esas son las dos grandes reformas que están en curso, están siendo preparadas y van a ser discutidas ya a partir de los próximos días en el Parlamento y probablemente terminen de ser aprobadas, de completarse y de ponerse en práctica antes del final del verano europeo, es decir, de acá a setiembre.

EC —Macron también está impresionando fuera de su país, también está destacándose en la política internacional. Ayer cuando preparábamos este diálogo tú decías que él volvió a poner a Francia en el mapa del mundo después de la gestión pobre en ese frente que había desarrollado François Hollande. Veamos cómo viene esto.

RM —Sí, ustedes recordarán un par de episodios que fueron muy comentados a los pocos días de haber asumido la presidencia. Uno de ellos fue cuando se dio la mano con Donald Trump, que se la mantuvo y se la apretó, sabiendo que ese es un gesto que Trump suele utilizar para intimidar, como diciendo “a mí no me vas a intimidar con tus aires de compadrito”. Y después la respuesta a Trump respecto del retiro de EEUU del cambio climático, cuando responde primero en francés y después en inglés y termina diciendo “Let’s make the planet great again”.

EC —Sí, muy pocas horas después de que Trump hiciera el anuncio, él, desde la sede del gobierno francés, se dirige a la población con dos mensajes de video, uno en francés y el otro enteramente en inglés, y los dos terminan de la misma manera, pero el que estaba en inglés tiene esta frase “Let’s make the world great again”, parafraseando el lema de campaña de Trump en EEUU.

RM —Sí, también es una gran novedad que el presidente de Francia sepa inglés, ya destaca. Eso en cuanto a lo simbólico, a los gestos que imprimen. En lo sustancial, el principal proyecto es la Unión Europea, ponerse como presidente, pero por lo tanto poner a Francia, de nuevo en el corazón del reactor europeo con la reconstrucción de una relación muy estrecha con Alemania, que ya está dando no sé si resultados, pero por lo menos señales. En lo personal hay una sintonía aparentemente muy grande entre él y la señora Merkel y ya se está hablando incluso desde Alemania –lo cual es muy significativo– de una reforma de la zona euro para dotarla de un ministro de Finanzas. Toda una serie de movimientos que se están empezando a desarrollar al mismo tiempo que se iniciaron, anteayer, las negociaciones para el Brexit, con un gobierno británico que, contrariamente al caso de Macron, está debilitado por un episodio electoral también reciente. Es decir que allí hay una serie de cartas que son fundamentalmente europeas que está jugando Macron.

Y más globalmente, es un partidario del libre comercio, de la globalización comercial, de la apertura. Yo no descartaría que pueda haber algún tipo de impulso a las negociaciones Unión Europea-Mercosur a raíz de esto, entre otros movimientos de esta naturaleza.

En síntesis, tanto hacia dentro como hacia fuera el leitmotiv de Macron es utilizar todos los recursos políticos a su disposición para destrabar, para abrir cosas, para romper con este candadito acá, el pasillo allá, para hacer circular cosas diferentes en un mundo que muchos juzgan enrarecido y básicamente paralizado, con un tono –que para mí es muy importante, porque también destaca, en Francia por lo menos– de discurso optimista, es un tipo que quiere convencer a la gente de que mañana va a ser mejor, que se puede pensar que mañana va a ser mejor. Y tanta suerte tiene…

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