
EC —¿No es el propio Gobierno quien controla hoy la cadena de distribución?
EJ —No; el Gobierno tiene la distribución de apenas un 30 % de los alimentos a través de sistemas subsidiados, que son Mercal, Pdval, el sistema de protección social. La distribución de los alimentos en Venezuela es privada. Esa es otra parte de la matriz, hay 50.000 empresas, solo 250 son estatales; hay 30 millones de hectáreas, solo 1,5 millones fueron rescatadas por la revolución para ser redistribuidas entre campesinos indígenas que habían sido expropiados por los terratenientes. De manera que no es cierto que el Estado venezolano ocupe toda la economía, hay un sector privado que es hegemónico en la distribución. Una sola empresa, la Polar, controla el 50 % de la distribución de los alimentos en Venezuela. Es un monopolio.
Se quiere hacer ver que fueron las estatizaciones, las nacionalizaciones las que ocasionaron esta situación. Y es lo contrario, el sector privado en Venezuela creció producto de la expansión del consumo, de que el pueblo venezolano por fin pudo tener acceso a los alimentos, a los bienes básicos, a los productos de higiene, a comprarse un carro, etcétera. Y un sector productivo incapaz, rentístico, no pudo desarrollarse al nivel que tenía que desarrollarse en una sociedad en expansión.
EC —Hay una realidad dramática en la atención médica, en el acceso tanto a medicamentos como a otros insumos que se precisan en los sanatorios y en los hospitales.
EJ —Correcto, pero en Venezuela no se ha dejado de prestar el servicio médico en todos los barrios. Venezuela es el único país que tiene un sistema primario de atención; con el apoyo y la cooperación del Gobierno de Cuba, en todos los barrios de los sectores populares hay un médico. Y ha habido problemas también con la distribución de medicinas. Pero aun en medio de esta situación, Venezuela mantiene un programa de distribución gratuita de medicamentos a través de esos consultorios, y de los medicamentos de alto costo para enfermedades como VIH, etcétera. Que se ha afectado, ciertamente, en la regularidad, producto de la situación económica, es cierto, pero hay un sistema de salud público que funciona todos los días. Todos los días se puede acceder a un médico en Venezuela.
EC —Teniendo en cuenta estos problemas que veníamos analizando, la escasez de alimentos, las dificultades con el funcionamiento del sistema de salud, incluso para obtener determinados medicamentos, ¿Venezuela no debería dejar entrar ayuda humanitaria para atender las situaciones más acuciantes, como está planteando por ejemplo Almagro?
EJ —La llamada ayuda humanitaria y crisis humanitaria forma parte de una estrategia de presentar a Venezuela como un Estado caotizado, como una sociedad caotizada. Lo que les pedimos a los países que quieran ayudar en ese sentido es que faciliten líneas de crédito a las empresas trasnacionales que proveen medicamentos y contraten con el Gobierno venezolano, que es un Gobierno digno, un pueblo digno, que no se va a prestar a un show lastimero cuando no se corresponde con la realidad. Venezuela tiene recursos para comprar sus medicinas si se le libera el bloqueo financiero y económico al que ha sido sometida. De manera que nosotros no estamos pidiendo limosna en el mundo, estamos pidiendo que se nos permita acceder a líneas de crédito para comprar los alimentos y los medicamentos, que cese el bloqueo financiero contra Venezuela.
Y precisamente, estrategias como la de Almagro, de presentarnos como un Estado fallido, son las que hacen que a Venezuela se le cierre la posibilidad de líneas de financiamiento.
EC —Uruguay ha tenido problemas para cobrarle a Venezuela exportaciones. Parecería que ahí hay hechos claros concretos.
EJ —Problemas puntuales. Podemos hacer una revisión de la relación comercial y de lo positivo que ha sido el mercado venezolano para la industria agrícola e industrial del Uruguay. Creo que una circunstancia, un momento determinado no puede borrar una relación seria, una relación estable, una relación de respeto que ha habido entre el pueblo uruguayo y el pueblo venezolano.
EC —No, no digo que borre el pasado, estoy mencionando algo que es un hecho concreto y palpable. Esto que ha pasado en la relación con Uruguay es un ejemplo de que Venezuela tiene efectivamente serios problemas para cumplir con sus compromisos, por lo tanto es un país al que no va a ser sencillo que se le preste dinero o que se le preste a tasas razonables.
EJ —Son problemas puntuales. Nosotros hemos honrado todos los compromisos que tenemos. Puede ser que en algún momento determinado haya habido un retraso, pero ciertamente los últimos seis, siete años ha habido una relación seria con todas las empresas uruguayas que buenos negocios hicieron en Venezuela, negocios transparentes, negocios de ampliación de su mercado. Una circunstancia difícil no puede borrar eso ni convertirse en un pretexto para descalificar a un país y a un Estado como el Estado venezolano.









