
EC —Volviendo al informe Almagro y a las declaraciones que él ha hecho en torno al informe, al secretario general de la OEA lo preocupa que el proceso de diálogo que propicia la Unasur y que el Gobierno de Venezuela acoge, ese diálogo o ese intento de diálogo que tiene a tres expresidentes al frente, uno de ellos José Luis Rodríguez Zapatero, no se convierta en un mecanismo para ganar tiempo mientras se vence el plazo para convocar al referendo revocatorio este año. ¿Ustedes realmente creen que ese diálogo es un mecanismo eficaz para apaciguar las aguas en Venezuela?
EJ —Es necesario, en el pasado se ha demostrado. En Venezuela hay dos proyectos antagónicos. El proyecto neocolonial de subordinación a la geopolítica norteamericana, de privatización de nuestros activos, de disminución de la protección social, de la restauración de una sociedad absolutamente desigual en la distribución del ingreso como era Venezuela antes de la llegada de la revolución, el país de mayor desigualdad en el ingreso –hoy somos el país con menor desigualdad en el ingreso nacional. Y el proyecto nacional, independiente, de construcción de una sociedad de amplia participación, de igualdad, que es el proyecto de la revolución bolivariana, de restitución al pueblo de sus derechos, de las tierras que le fueron arrebatadas, de su posibilidad de decidir permanentemente, no solo cada cinco años en unas elecciones, sino de gobernar, autogobernarse, cogestionar. Esos son los dos proyectos que se debaten en Venezuela.
EC —La oposición está condicionando su participación en estas conversaciones a que realmente avance el proceso de referendo revocatorio, que tiene la sensación de que está siendo trancado, bloqueado.
EJ —El problema no es el referendo, el problema es el reconocimiento que tiene que hacer la oposición venezolana de una realidad en Venezuela, especialmente las elites venezolanas. Las elites venezolanas no pueden seguir desconociendo a esta fuerza popular, revolucionaria, que emergió con la fuerza de la historia desde 1998. No importa si nosotros ganamos con el 63 % o perdemos, no importa si Venezuela tenga crecimiento económico y no haya problemas de distribución como ha habido siempre, ha habido el desconocimiento de las elites dominantes en Venezuela a través de esos partidos de la oposición.
De manera que el problema es estructural, no es un problema de un referendo o no. Es un problema de si se reconoce o se sigue desconociendo a esta fuerza popular que es el chavismo, gane o pierda elecciones, esté o no esté en el Gobierno. Ese es el problema central.
Sobre el referendo revocatorio no hay nada que discutir, el referendo revocatorio está en la Constitución. Nosotros no vamos a negociar algo que está en la Constitución y tiene un reglamento de aplicación vigente desde el 2007 –no lo inventamos ayer– que tiene un lapso de 240 días. El referendo pudo ser activado el 11 de enero de este año, la oposición esperó, por sus contradicciones internas, porque no pudieron ponerse de acuerdo en una sola iniciativa, hasta finales de mayo para iniciar el proceso. Saque cualquiera que me esté oyendo la cuenta, 240 días desde finales de mayo hasta el 31 de diciembre. No dan los tiempos para que el referendo sea este año. Por eso hemos dicho que no puede ser este año, porque los lapsos no dan.
EC —También puede ser que no den porque el Gobierno y las autoridades electorales van dilatando los plazos de cada una de las etapas, por ejemplo de verificación de firmas, etcétera.
EJ —Es lo previsto, el proceso es así. Si usted quiere revocar al presidente, crea un grupo promotor, que debe recoger 200.000 firmas para constituirse como tal. Ellos dijeron que recogieron 1.800.000 firmas, lo cual obligó al Consejo Nacional a revisar esas 1.800.000 firmas. Y 600.000 de esas firmas eran fraudulentas, eran de personas muertas, eran firmas planas, copiadas y otro conjunto de irregularidades.









