EC —Son números interesantes estos que acabás de mencionar. Supongo que es bueno para el que no está cerca de los deportes o el que no está cerca del rugby tomar nota de ellos, porque se va a ir viendo esta mayor presencia del rugby en la sociedad uruguaya, ¿no?
SP —Sin duda. Esto arrancó hace un par de años, necesitábamos crecer. Como te decía, la URU recibe fondos de la FIR, cuando fuimos al Mundial nos dijeron: “estamos para apoyar, pero tienen que tener más cantidad de jugadores”. Ahí fuimos a buscar estadísticas y nos dimos cuenta de que en Uruguay entre la edad escolar hasta los 13, 14 años hay unos 380.000 chicos, y de ellos el 90 % van a la escuela pública y solamente el 10 % van a escuelas privadas. En el liceo ese número sube un poco más, porque la gente hace un poco más de esfuerzo por mandar al chico al liceo privado, pero la escuela pública todavía se sigue usando mucho. Nos dimos cuenta de que si queríamos crecer con los niños teníamos que atacar la escuela, porque el 90 % de los niños estaban ahí. Y empezamos a hacer estos programas y a trabajar en ese aspecto.
EC —Este es un cambio que se va a notar, que está ocurriendo, capaz que silenciosamente para mucha gente, pero que va a terminar manifestándose, la matriz de los deportes uruguayos va a ir cambiando, está cambiando.
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EC —A través de Pelota al Medio a la Esperanza los jugadores de la selección están metiendo el rugby en las cárceles de adultos, en el Comcar. ¿Cómo es esto?
AN —Somos un grupo de seis jugadores activos, no somos todos del seleccionado, por suerte, somos de varios equipos, que por iniciativa hace tres años de Carlos Manuel Arboleya comenzamos a ir porque era un proyecto de su universidad. Ese fue el puntapié.
EC —Era un proyecto de investigación.
AN —Exactamente, un proyecto de investigación de su carrera. Ese fue el puntapié inicial. Matías Benítez me llamó el año pasado, me pidió que me sumara, me sumé y ahí armamos un grupo de seis con el apoyo de Pelota al Medio a través de Agustín.
EC —Agustín Iparraguirre, coordinador de Pelota al Medio.
AN —Ahí empezamos a ir mejor armados, con un buen grupo de trabajo, materiales proveídos por la URU y por jugadores, donaciones de jugadores de todo Uruguay. Armamos un lindo grupo para trabajar y estamos ahí tres veces por semana.
EC —¿Dónde, concretamente?
AN —En la unidad 4 de Santiago Vázquez, que es el Comcar/Compen.
EC —¿Con cuántos presos trabajan?
AN —Este año el promedio ha sido 280 mensuales. El año pasado fueron 400 mensuales, fue un año bastante bueno, si bien nuestro objetivo es un poco más ambicioso.
EC —¿Cuántas horas por semana?
AN —Vamos tres veces por semana de 10 a 16 horas. Si bien algunos días es un poco menos por diferentes cosas que pasan dentro de la unidad penitenciaria. Cada vez que suceden cosas se trancan las puertas y se hace más difícil la actividad. Pero me animo a decir que los días fuertes son los lunes y los viernes, ahí sacamos entre 30 y 50 jugadores por práctica.
EC —¿Qué dice la experiencia? ¿Cómo está siendo?
AN —Lo que más nos dicen los operadores, los psicólogos y gente que trabaja ahí dentro es que el que participa en esta actividad se cansa, por lo tanto se aleja un poco más de los problemas. Ese es nuestro objetivo principal, que puedan alejarse de problemas que puedan suceder ahí dentro.
EC —Para empezar, tienen un motivo para salir, para estar al aire libre una cantidad de horas por semana.
AN —Sí, ya somos caras conocidas ahí adentro. Los internos que más lo agradecen son los que tienen más encierro, que ven la posibilidad de abrir la puerta y cuidan eso. De esa manera se cuida la actividad con respeto, y esa es nuestra área de trabajo, ganarnos su confianza y tratar de trasmitir algunas cosas que pensamos que son importantes.
EC —¿Qué pasa con eso de la violencia latente? Hay violencia latente en ese ambiente y el rugby tiene esa connotación de deporte de contacto, en el que hay que administrar la fuerza, etcétera. ¿Cómo juega ese cóctel?
AN —Lo bueno es que los que vamos somos gente un poco más grande de lo normal… [Risas.] Es tremendo, les hemos preguntado y ellos dicen “en principio los respetamos por su tamaño”. Por suerte. Pero no hemos tenido inconvenientes.
