
EC —El contrato dice, textual: “En caso de que estas [las iniciativas de infraestructura] sean desarrolladas de acuerdo al cronograma acordado, y otros asuntos pendientes puedan ser acordados en el momento debido, conforme a este contrato, UPM comenzará sus procesos normales de análisis y preparación de una decisión de inversión en relación a una potencial planta de celulosa, el cual también tomará en consideración asuntos como los prospectos financieros y otros prospectos para la planta de celulosa propuesta, los prospectos y/o resultados de UPM generalmente y los prospectos del mercado de celulosa global”. O sea, van a incidir otros factores.
CC —Efectivamente. Lo que pasa es que esto no es un contrato entre dos personas. Esto es un acuerdo de inversión entre un gobierno y una empresa enorme, de gran prestigio mundial, que además cotiza en bolsa y que no puede escribir como escribiríamos un contrato entre dos personas. Por eso esas precauciones. Pero en la realidad estamos trabajando esto porque pensamos que va a salir. No es que queremos que salga, no es una expresión de deseo, vamos viendo en el desarrollo de las cuestiones, en el trato con la empresa. Además tienen los árboles. Entonces todo este esfuerzo de una empresa tan grande durante tanto tiempo –que podríamos haber resuelto en 24 horas si hubiéramos accedido a todo lo que la empresa pedía– por algo es. Esa es la realidad.
EC —Usted está convencida de que la planta se va a terminar haciendo. Pero en definitiva eso no está establecido.
CC —No, porque no corresponde, porque son pasos que hay que dar.
EC —Es cierto que hay una cantidad de condiciones, por ejemplo las plantaciones que ya tiene UPM, que llevarían a pensar que lo lógico es que haga la planta. Pero también cabe otra posibilidad: que no la haga. Parece difícil pensar que vaya a hacerla en otro lado –Argentina, Brasil–, pero podría resolver que no la hace.
CC —Usted es una persona que utiliza criterios científicos para razonar: una cosa son los razonamientos teóricos, hipotéticos, aislados de la realidad. Esos razonamientos hipotéticos, si yo los enmarco en la realidad y en un proceso que llevó más de un año, pierden sentido. Esa es la cosa.
EC —No estamos hablando solo de compromisos que el gobierno asume en nombre de la República Oriental del Uruguay en inversiones, son varios puntos. Por un lado sí, están obras de infraestructuras por más de US$ 1.000 millones; el Ferrocarril Central, o sea, la modernización de sistema ferroviario de Paso de los Toros al puerto de Montevideo…
CC —Que le hará muy bien al Uruguay.
EC —Obras viales: carreteras y puentes; un viaducto en la rambla portuaria; una terminal portuaria especializada en celulosa en el puerto de Montevideo; una serie de beneficios tributarios que no son solo el régimen de zona franca; desarrollo de determinadas áreas de capacitación de mano de obra en instituciones públicas en la zona; negociación de nueva normativa para la resolución de conflictos, regulación de piquetes y ocupaciones; tramitación ágil de los permisos ambientales y de otros tipos que sean necesarios… Es un paquete de compromisos que se asumen. Claudio Paolillo en una columna en el semanario Búsqueda decía que es “un programa de gobierno”.
CC —No, es en el marco de un programa de gobierno que se encara una acción como nunca encaró este país. Nunca un acuerdo de inversión estableció compromisos. Por ejemplo, la empresa va a poner US$ 1,5 millones durante 23 años para generar un fondo de innovación, de investigación científica y tecnológica; va a proveer US$ 10,5 millones para ayudar a los programas de mejora de la calidad del agua del río Negro; va a proveer hasta US$ 1,5 millones a la par del gobierno para generar programas de capacitación; va a realizar una inversión que estimamos en US$ 200 millones para adecuar el puerto para el manejo de la mercadería de pasta de celulosa. Nunca se llevó adelante un acuerdo con esta antelación y con una enorme cantidad de condiciones que hasta ahora no se habían dado. ¿Y por qué? Porque Uruguay ha aprendido de otras inversiones y en función de la experiencia acumulada estamos comprometiendo a la empresa a embarcarse con nosotros, por ejemplo, en un programa de desarrollo de proveedores. Nos interesa que esto derrame en la industria nacional, que derrame localmente. El centro del país es uno de los lugares más deprimidos. De 2006 a 2016 avanzaron los índices de pobreza –a la baja, por supuesto–, los índices de desempleo, el PBI per cápita, y el centro del país es la región a la que más le cuesta salir de eso. Entonces ¿cómo no vamos, en el marco de un programa de gobierno, a tener todos estos cuidados?
EC —Otra manera de leerlo, quizás un poco en línea con eso que yo citaba de Paolillo, y quizás complementaria con la que usted está planteando, es que con la excusa de UPM, o con el acicate de UPM, Uruguay aprovecha para pegar un empujón y sacarse un atraso en materia de infraestructura y otros asuntos. Porque también estamos hablando de normativa en relaciones laborales, que hoy es condición necesaria para esta inversión y para muchas otras, para que el Uruguay quede en mejores condiciones de abarcar y recibir otros proyectos. Como que gracias a UPM se pega esta corrida que si no era difícil pegar.
CC —Así es la vida. Cuando uno desarrolla una política a largo plazo no tiene planificado exactamente todo lo que va a pasar, pero si uno viene desarrollando una política y aparece una oportunidad, hay que enmarcarla en esa política. Y por supuesto que fuerza la construcción de infraestructura, yo festejo eso. Porque la infraestructura una vez construida, como en todo, genera per se una gran cantidad de oportunidades. ¿Quién va a cuestionar que es necesario el Ferrocarril Central?
EC —No, nadie va a cuestionar que es necesario, pero puede llegar a cuestionarse la viabilidad de la inversión, es decir, cuánto tiempo lleva, sin UPM, el desquite de esa inversión.
CC —Entonces tenemos que agradecer que tenemos un excelente pretexto para apurarlo, porque desde nuestro punto de vista el desarrollo cuesta y hay que poner la infraestructura primero. Y si esto nos empuja hacia ahí, bienvenido, primero hay que poner infraestructura y después el desarrollo empieza a surgir. Toda la zona productiva se va a beneficiar de tener un tren ahí, los comercios, se va a beneficiar toda la zona. En el marco de una política nacional es un tema que tracciona para arriba.
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