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Entrevista central, miércoles 4 de octubre: Julio Pintos

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EC —Esta campaña de chipeado de perros corresponde al Programa Nacional de Gestión Canina, que busca disminuir la población de perros en Uruguay. ¿Por qué?

JP —Hay un problema. La encuesta que hizo Cotryba cuando empezó, que hizo Equipos Mori con rigor científico, dice que el 80 % de la población ve este problema como grave o muy grave. Hay una conciencia de que tenemos un problema. Y según un estudio que hicimos sobre los problemas que genera la superpoblación canina, se generan problemas de bienestar animal, de tenencia responsable y problemas sociales.

La superpoblación canina genera abandono de animales, maltrato animal, abandono de crías, superpoblación de los refugios por esa situación irresponsable de quienes tienen mascotas.

Por otro lado, en el país hay alrededor de 5.000 mordeduras de personas por año por perros que andan en la calle, con y sin dueño, porque no siempre son perros sin dueño los que muerden.

Además se producen accidentes de tránsito en bicicleta, en moto. Según la Unasev, un 3,5 % de los accidentes de tránsito son provocados por animales sueltos, con un costo que andaría en US$ 38 millones de dólares incluyendo el lucro cesante de las personas siniestradas.

Se producen ataques a animales, el año pasado se producían cada tres días y en estos últimos meses ha sido prácticamente cada dos días, ya sean ovinos o bovinos, ya no es un problema solo de ovinos, sino también de bovinos.

Y después, al aumentar la población canina respecto a la población humana, los problemas de trasmisión de enfermedades comienzan a ser más riesgosos. Está el problema del quiste hidático, que se viene trabajando desde hace años. Está el problema de la rabia, que tuvo el último caso mortal en el año 66, pero está latente, y si hay más perros hay más riesgos. Está el problema de la leishmaniosis, que ingresó al país por Salto, una enfermedad con alta mortalidad y que puede dejar a las personas que se salvan con secuelas porque ataca los órganos humanos.

Todo eso conforma el riesgo que tenemos si esto no se para, si no se cambia la tendencia, si no logramos estabilizar, si no logramos empezar a bajar la cantidad de animales.

EC —¿Qué es lo que el chip permite en ese sentido?

JP —En el Consejo Consultivo nos pusimos de acuerdo en seis pilares, seis líneas estratégicas que tienen que ir todas juntas, acompañadas, para que esto dé un resultado. Ninguna medida aislada resuelve el problema, ni el chip, ni las castraciones, ni controlar la reproducción, ni solamente hacer formación y educación en tenencia responsable, si a la vez no se castra, no se identifican los animales y no se controla la reproducción. Todo tiene que ir junto.

EC —Pero el chip en particular, ¿qué es lo que logra?

JP —El chip es parte de un sistema de información que al Estado le va a venir muy bien, porque cuando uno quiere diseñar políticas públicas lo primero que necesita es información. Por eso lo primero que hicimos fue una encuesta para saber más o menos cuántos perros había. Hay 1.700.000. Este registro nos va a facilitar más información territorial, dónde están los animales, en qué lugares. Eso hace más eficientes las políticas públicas. A partir de ese conocimiento se pueden diseñar planes especiales para los territorios que tengan mayores problemas. Cuando se diseña un plan especial para una localidad, para una zona costera, podemos tener una idea de cuántos perros hay, qué medidas tomar, qué cantidad de elementos se necesitan para diseñar esa política.

Para el Estado es muy importante la información para el diseño de políticas públicas y también para promover otro tipo de incentivos a la gente. Por ejemplo, se pregunta por qué no se baja la patente, por qué no se hacen exoneraciones de patente, por qué uno que tiene cinco perros tiene que pagar cinco patentes. Teniendo un registro e información muchas de esas medidas se podrían tomar en acuerdo con Zoonosis, que es la responsable de la patente. El registro le puede servir a Zoonosis para generar un programa de incentivos a través de la patente para que a la vez la gente se alinee con los objetivos de bajar la población canina. Podemos hacer una rebaja de patente si el perro está castrado, si está identificado. O sea, generar políticas, que es lo que el Consultivo quiere hacer, requiere de mucha información.

EC —Ya contestó en parte la pregunta que venía a continuación: ¿cómo se logrará la reducción de la población canina, que es el objetivo principal? ¿Qué permite el chip o el chipeado a esos efectos?

JP —Obviamente que solo con el chipeado no vamos a bajar la población canina. Pero sí ayuda a una tenencia responsable.

EC —¿Por qué?

JP —Ayuda a que ese propietario se haga responsable de su animal, que lo tenga en buenas condiciones, que cumpla con las cinco libertades del bienestar animal. Nosotros decimos que son las dos caras de la misma moneda, si hay tenencia responsable hay bienestar animal, para que haya bienestar animal tiene que haber tenencia responsable. Eso ayuda a que los animales estén más controlados, a que la gente cuide más a sus animales.

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