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Entrevista central, miércoles 5 de octubre: Martín Fernández, Julián Ubiría y Joaquín Otero

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NB —Julián, ¿qué implica Penguin Random House, qué es lo que queda bajo el paraguas de ese sello?

JULIÁN UBIRÍA (JU) —El grupo editorial Penguin Random House es el resultado de varias incorporaciones y fusiones a nivel internacional. Forma parte del grupo alemán Bertelsmann y tiene una pata más anglo que tiene su sede hoy en Nueva York, vinculada con la fusión de Penguin y Random House –lo que era antes Random House Mondadori, que ahora es solamente Random House–. En habla castellana ha habido una serie de fusiones, por lo tanto hoy tenemos alrededor de 30 sellos editoriales. Cuando uno mira un libro de Penguin Random House, no lleva el sello de Penguin Random House, puede ser cualquiera de los 30 sellos, entre los cuales hay libros de literatura infantil, de literatura, de narrativa y distintos niveles de ensayo y de no ficción. Es un grupo bastante grande. En Uruguay el proceso de fusión se completó en el año 2014, con la incorporación de los sellos de Ediciones Generales del Grupo Santillana, sobre todo Alfaguara, que es el más notorio, Aguilar, Taurus, Suma de Letras, Puntos de Altura y otros.

Con lo cual hoy somos un grupo editorial bastante grande. Y más allá de que hay grandes nombres de nivel internacional, que son el core de nuestra propuesta editorial, tenemos una fuerte impronta de edición local, sobre todo a través de los sellos Sudamericana –un sello de mucho prestigio y posicionamiento con los años–, Alfaguara, Aguilar, Tauros, Debate y otros. Hoy el 30 % de la venta total del grupo en Uruguay es de autores nacionales, y además ese 30 % aparece muy arriba en la lista de los más vendidos. De los 10 más vendidos que tenemos este año ocho son nacionales.

NB —¿Autores, por ejemplo?

JU —En la parte de no ficción este año tuvimos el libro de Laura Raffo La economía al alcance de todos, que ahora ganó el Premio Bartolomé Hidalgo, y el libro de Roberto Canessa Tenía que sobrevivir como algunos de los más notorios. Pero también estamos lanzando el libro póstumo de Tomás de Mattos, Vida de gallos, un libro de cuentos que también está ingresando en la lista de los más vendidos. Y hay libros infantiles de autores como Susana Olaondo y Cecilia Curbelo entre los que se venden más. La paleta es amplia, abarca no ficción, ficción, infantiles, etcétera.

NB —¿Cuál es el rol que les toca como editores? Dadas las características de los lugares donde trabajan, les toca cumplir funciones con similitudes pero también diferencias.

JO —En Ediciones B, en el plan editorial 2016 y 2017 habíamos hecho mucho hincapié en la no ficción, porque al menos en la literatura nacional nuestro fuerte es la investigación periodística, el ensayo histórico. La idea surge muchas veces de la editorial, entonces ahí está la búsqueda del autor, de quién puede realizar el proyecto y tratar de conjugar la idea con autor.

RA —¿Se da más eso, que salgan a buscarlo, que que vengan y les golpee la puerta un autor?

JO —En este momento se está dando un poco eso, pero a partir del trabajo que se ha realizado en los últimos años los autores están empezando a golpear un poco más la puerta. Eso demuestra un trabajo, un posicionamiento de la editorial, que hace que te empiecen a ver como referencia para el trabajo de no ficción, por ejemplo.

NB —Vos identificás una idea, salís a buscar la persona adecuada para llevarla a cabo y después hay un proceso de acompañamiento durante la realización del trabajo.

JO —Sí, un trabajo de investigación, de estudio junto con el autor para más o menos tener idea de lo que estamos hablando. El editor es un polifuncional, si es un libro de autoayuda, por ejemplo, hay que meterse en el tema, hay que estudiar, de hecho muchas veces hay que hacer las experiencias de autoayuda y psicología, ir a ciertas terapias con los autores para tener idea de eso en lo que se está trabajando.

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