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Entrevista central, miércoles 9 de agosto: Fernando Brum

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EC —Existía antes, desde 1999, el Fondo Nacional de Investigadores. Y en la ANII está el SNI. ¿Cuál es la diferencia?

FB —La diferencia es que el Fondo Nacional de Investigadores en algún momento dejó de existir, dejó de estar financiado. De eso no te puedo hablar porque no participé, yo me desvinculé del ámbito académico a fines de los 80, principios de los 90. En esa época estaba totalmente dedicado a una empresa, entonces no conozco el detalle.

Sí te puedo comentar del SNI. Lo primero que se hizo fue un relevamiento de todos los investigadores que hay en Uruguay, en el sector público, en el sector privado, en la Universidad de la República, en las otras universidades, en los institutos de investigación. Todos los investigadores pasaron por un proceso de categorización entre pares, que es el estilo del sistema. Acá sí claramente no inventamos nada, lo que se hace en el mundo de la ciencia son los peer review, la revisión entre pares. La gobernanza del SNI está en una comisión honoraria que tiene representantes de la Universidad de la República, de las universidades privadas, de la Academia de Ciencias y de la Agencia, son cinco científicos. Ese grupo nombra comités de evaluación entre los científicos por área y los científicos son categorizados en tres: grado 1, grado 2 y grado 3, dependiendo de su currículo y de lo que estén haciendo en el momento, las dos cosas se toman en cuenta.

EC —¿Y qué consecuencias tiene la categorización después?

FB —La categorización tiene una consecuencia económica, un apoyo económico a la función del investigador, esté donde esté. Es un monto fijo por categoría, que es un complemento.

EC —Todos los investigadores reciben ese complemento.

FB —Todos los investigadores reciben ese complemento. Los investigadores que están en el exterior no lo reciben, están en otra categoría, son los corresponsales o algo por el estilo. Podemos decir que los investigadores reciben ese dinero “a cambio”, porque es un beneficio, pero adquieren un compromiso. El primer compromiso es trabajar para el propio sistema, participar en evaluaciones de pares. El segundo compromiso es trabajar en las comisiones de la ANII que evalúan proyectos de los distintos sectores, esas comisiones son integradas por científicos del SNI a los que no se les paga por ese trabajo. La tercera responsabilidad es evaluar proyectos, porque una cosa es estar en una comisión de evaluación y seguimiento y otra es evaluar un proyecto concreto. Y la cuarta responsabilidad es seguir trabajando. Porque no se trata tanto de premiar la trayectoria, sino de estimular el futuro, entonces al científico que está en esto se le dice “vas a mantener tu filiación –en el instituto tal o cual–, esto es un complemento, con este complemento son estos beneficios y estas responsabilidades”. Y una cosa muy buena –y el mérito no es de la ANII, sino de la comisión, de los científicos y de todo el sistema– es que hoy ser investigador miembro del SNI es un honor, la gente lo pone en el currículo, no es algo que pase inadvertido, sino que la gente te dice “yo soy no sé qué, papapá, estudié esto y soy investigador grado 3”.

EC —¿Y en el exterior eso cuenta también?

FB —En el exterior está empezando a contar en los lugares con los que tenemos más relación. Por ejemplo con los argentinos eso importa. En Argentina hay un sistema que no es igual, pero tiene ciertas características similares, que es el Conicet. En Chile no, es totalmente diferente y nosotros tenemos un punto intermedio. Pero en Argentina, en España, que son lugares donde hay mucho intercambio de evaluadores, esas cosas importan.

EC —El SNI empezó con 30 científicos registrados y a esta altura son más de 1.700. ¿Y de cuánto es el presupuesto, aproximadamente?

FB —El presupuesto son US$ 6, 7 millones por año.

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EC —Usted ha dicho varias veces, hoy mismo, que la ANII está enfocada en juntar las partes, es decir, a aquellos que tienen un problema para resolver y a los que pueden ofrecer una solución innovadora. ¿Podemos ver algo más de la práctica esta, de este tejido?

FB —Sí, dos conceptos. El primero, cuando hablamos de juntar las partes partimos de un diagnóstico. Si miramos el Uruguay, miramos América Latina y miramos el mundo desarrollado desde el punto de vista tecnológico, encontramos que la distancia entre la academia y la industria, la distancia entre los inversores y los emprendedores, la distancia que puede haber entre la inversión en investigación del sector privado y el sector público en nuestro país y en América Latina es mucho mayor que en Europa, que en Estados Unidos, que en otros lugares como Hong Kong. Entonces partimos del diagnóstico de que tenemos poco diálogo entre los diferentes sectores, y al no dialogar los sectores hay poca confianza, de repente algún científico dice que los empresarios no arriesgan y no invierten y algún empresario dice que los científicos investigan lo que se les ocurre y no lo que hace falta. Por eso creemos que tenemos que hablar con todos los sectores, tenemos que entender a cada uno de los sectores y tenemos que hacer el mayor esfuerzo posible por hacerlos hablar entre sí. A eso le llamamos tejer la trama.

EC —¿Y de qué manera lo hacen? ¿Lo hacen a partir de iniciativas de la propia ANII, o a partir de iniciativas que le llegan a la ANII y que requieren tejer esa trama?

FB —Las dos cosas. Vamos a ver algunas iniciativas que promovemos. Una son los centros tecnológicos. Los centros tecnológicos son clubes donde hay empresas que son socias y por lo tanto pagan una cuota anual, y hay institutos de investigación, que no pagan pero también participan. En esos centros tecnológicos se hacen foros, se hacen reuniones, se presentan temas que están relacionados con el estado del arte del área. Esos centros tecnológicos tienen tres clases de socios: las empresas del sector, los investigadores e instituciones u otras empresas que traen problemas. Por ejemplo, en el Centro Tecnológico de Tecnologías de la Información el INIA y la Agesic son socios que traen son problemas, no son ni investigadores ni empresas. En esos centros tecnológicos que son puntos de encuentro, tienen un nivel de coordinación muy liviano, no tienen una estructura muy fuerte, se trabaja y se logran proyectos conjuntos.

Hay un proyecto de un instituto de investigación más un par de empresas del sector TIC que están trabajando en temas de algoritmos para la detección de fraude en pagos por medios electrónicos. Otro grupo está trabajando en reglas de diseño de bases de datos para que desde el comienzo se tengan en cuenta los temas de privacidad. Porque hoy es muy importante que los datos estén a disposición de la sociedad civil, pero también es muy importante mantener la privacidad y el anonimato de cada una de las personas. Y si eso lo tenemos que hacer después de que está hecho el sistema es caro, es complejo, por eso hay que hacerlo desde la etapa de diseño.

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