Entrevista con el diputado Alejandro Sánchez, candidato a presidente del Frente Amplio.
EN PERSPECTIVA
Viernes 01.04.2016, hora 8.19
EMILIANO COTELO (EC) —Unos 400.000 frenteamplistas están habilitados para votar el próximo 29 de mayo, cuando se elegirá a las autoridades de la coalición, incluyendo al nuevo presidente. Este miércoles, durante el acto de lanzamiento de la campaña en la plaza Líber Seregni, hablaron los cuatro candidatos que fueron habilitados por el Plenario Nacional. En sus discursos, Alejandro Sánchez, Javier Miranda, José Bayardi y Roberto Conde apelaron a la unidad de la izquierda.
El 16 de marzo entrevistamos en En Perspectiva a Javier Miranda, que marcó algunos de los desafíos que, desde su punto de vista, enfrenta la fuerza política del oficialismo. Para seguir conociendo a los candidatos y sus propuestas, recibimos hoy al diputado del Movimiento de Participación Popular (MPP) Alejandro Sánchez.
Usted es el más joven de los cuatro, tiene 35 años…
ALEJANDRO SÁNCHEZ (AS) —Así lo quiso la biología.
EC —… y es el único que ocupa un cargo electivo hoy.
AS —Electivo sí; después está Miranda, que tiene un cargo de designación.
EC —Usted es diputado desde el período de gobierno anterior. Y en el primer año de este período fue presidente de la Cámara de Representantes. ¿Por qué se postula ahora al cargo de presidente del Frente Amplio (FA)? ¿Es una resolución suya o de su sector, el MPP? En una primera definición rápida, ¿para qué quiere ser presidente del FA? ¿Es una resolución suya o es de su sector, el MPP?
AS —Esto comenzó a partir de algunos intercambios que veníamos teniendo varios frenteamplistas. Porque no comenzó en mi sector, comenzó en conversaciones más transversales con otros compañeros que incluso tienen otros ámbitos de militancia, y surgió a partir del vínculo que fuimos construyendo en lo que fue el año pasado el proyecto Más Democracia, que llevamos adelante desde la presidencia [de la Cámara], con el que buscamos vincularnos con los movimientos sociales, con la sociedad civil organizada. A partir de allí empezó una reflexión en el sentido de que varios compañeros entendían que el FA necesitaba una oxigenación que le permitiera volver a ser la fuerza política en la que el movimiento social hiciera síntesis política y programa político en términos de pensar los desafíos del Uruguay.
En esas conversaciones algunos pensaron que yo podía cumplir esa función de llevar adelante esas transformaciones y esa modernización que se tienen que llevar adelante en el FA en este tiempo. Eso luego se expresó en una carta pública, que fue firmada por unos 70 frenteamplistas de diversas orientaciones, incluso de diversas pertenencias sectoriales. Eso fue lo que terminó desencadenando que decidiéramos asumir esto de salir de la zona de confort y asumir claramente que la política…
EC —Salir de la zona de confort… ¿Cuál es la zona de confort en este caso? Es una expresión que ha quedado muy instalada últimamente en el terreno político.
AS —Sí; si yo salía de la presidencia de la Cámara y me quedaba en el Parlamento de la República, en un lugar que conozco, en un lugar en el que llevo bastante tiempo trabajando, y después de la experiencia que me dio la presidencia de la Cámara, sería un lugar de mucha comodidad para seguir haciendo política y seguir aportando al FA. En cambio ir a un lugar donde está todo por hacer y donde hay un enorme desafío es de alguna manera asumir el compromiso de una nueva responsabilidad y de llevarla adelante colectivamente además.
EC —En una primera definición rápida, cuando a usted le preguntan por la calle, ¿qué contesta?, ¿para qué quiere ser presidente del FA?
AS —Quiero ser presidente del FA para que los frenteamplistas recuperen el FA y para que la política vuelva al FA. Porque creo que a veces tenemos una lógica de razonamiento en la que pensamos que la política está en otro lado: está en el Parlamento, está en el Poder Ejecutivo, está en los ministerios, pero no está dentro de la fuerza política, que es donde debería estar. Me parece que las grandes discusiones sustantivas de hacia dónde vamos, los elementos que puedan articular las demandas de una sociedad, esas cosas no están presentes. Si hoy hubiera un cargo de ministro o de parlamentario a disposición del FA, seguramente habría mucho más candidatos y candidatas a ese lugar, porque sentimos que el lugar importante no es la fuerza política sino que son los cargos institucionales. Creo que eso demuestra parte de una crisis de nuestro partido, en el sentido de que las cosas sustantivas tienen que estar en esa fuerza política.
EC —¿Hay también algo de que el FA se ha burocratizado, se ha acostumbrado demasiado a ser gobierno, y la cabeza de muchos de ustedes está en eso, en qué cargo ocupo, cómo están las correlaciones de fuerza dentro del gabinete, ese tipo de cosas?
AS —Eso puede estar sucediendo, forma parte de algo a lo que nos debemos resistir, que es la tentación del poder por el poder mismo, de estar solo por estar. El FA surgió como una fuerza política que puso arriba de la mesa la batalla por las injusticias en nuestra sociedad, todas, y por los descartados de una sociedad y levantó esa bandera con mucha fuerza. Creo que tenemos que seguir levantando esa bandera cada vez más alto. Y esa pelea en contra de las injusticias, a favor y solidarizándose con todos los descartados de una sociedad no se da solo desde los ámbitos institucionales, se tiene que dar una batalla que es cultural, que es en la sociedad, que es en el seno de esa sociedad, y eso es que la política vuelva, que tenga sentido en términos de proyecto.
EC —Usted tiene 35 años, eso implica que nació en 1981…
AS —En 1980, porque el 24 de abril cumplo mis 36 años.
EC —Nació en 1980, cuando el FA ya tenía menos de 10 años. ¿Cómo juega ese factor generacional? ¿De qué manera se diferencia por haber nacido en ese contexto, por ser el más joven de los cuatro candidatos?
AS —La juventud por supuesto es un elemento que nos diferencia del resto, que tiene que ver con ser parte de una nueva generación. Cuando yo nací el FA ya existía y cuando empecé a militar el FA ya existía. Y cuando yo empecé a militar en el FA, en la década del 90, el FA no era el partido político de nuestros padres, era la esperanza de que el Uruguay pudiera cambiar, porque no nos gustaba el Uruguay. Creo que tenemos el enorme desafío hoy de proyectar el FA del futuro para que las nuevas generaciones no sientan que es el partido político de sus padres y de sus abuelos, sino que es el lugar donde pueden condensar su esperanza de que el Uruguay puede cambiar, porque todavía hay muchos problemas en el Uruguay, porque todavía hay muchas dificultades y porque la gente quiere expresar esa necesidad de cambio.
Esa es una de las funciones, una nueva generación que tiene que hacerse cargo, que decide dar un paso al frente. Pero eso no es sustituyendo a otras generaciones, esto no es una carrera de sustitución, es una carrera de empoderamiento de una nueva lógica. Y creo que esa nueva lógica también retoma algo que es la esencia del FA, porque para mi generación, para muchos jóvenes que están haciendo política, primero somos frenteamplistas, porque nacimos dentro del FA, y después elegimos un sector para militar. Entonces me parece que esa es una esencia que es importante en términos generacionales.
EC —Si usted accediera a la presidencia eso implicaría un cambio fuerte en comparación con la historia del FA, porque más allá del relevo generacional, el FA nunca tuvo un líder o un presidente en los 30.
AS —No; y nunca había tenido una mujer de presidenta y tuvo a Mónica Xavier y creo que le hizo muy bien.