
EC —Usted ha estado siempre vinculado al MPP, un sector político que tiene un peso importante en los órganos de dirección del FA y en el Parlamento, es el más fuerte en la bancada del FA. ¿Eso no es una desventaja frente a otros candidatos que no pertenecen a sectores, como Javier Miranda o Roberto Conde?
AS —Si uno interpreta las formas actuales de hacer política en el FA podría pensarse que es una desventaja. Digo las formas actuales porque, justamente, lo que a mí me convenció de ser candidato a presidente fue que había una plataforma que expresaba una diversidad y una transversalidad mucho mayores que las de un sector político. Si mi sector político me hubiera propuesto y la lógica hubiera sido diferente, la de “queremos una presidencia del MPP”, yo no habría aceptado. Acepté porque en la plataforma había gente de todos los sectores.
EC —Eso es importante, es interesante, pero igual.
AS —No, porque creo que uno de los problemas que tiene el FA es la lógica de los sectores. Y los sectores grandes además son parte de ese problema, porque la unidad del FA tiene que expresar su diversidad, no la imposición de una de las opiniones mayoritarias.
EC —A eso iba. Pese a que usted surge como nombre a partir de una confluencia de gente que viene de distintos espacios del Frente, lo cierto es que tiene el sello, usted es MPP. Entonces, cuando se han dado, como se han dado últimamente, cruces, polémicas públicas, incluso entre José Mujica y Danilo Astori personalmente, con cartas, declaraciones, ¿es saludable para el FA que la presidencia la asuma alguien cercano a una de esas fuerzas que son las que hoy predominan?
AS —En la carta empezamos titulando con una cuestión de Manuel Zelaya que dice: “No reniego de mi origen, pero digo que seremos muchos más que lo sabido, los factores de un comienzo”. Y justamente de eso se trata, de zafar de las etiquetas sectoriales. El problema no es a qué pertenece uno, sino lo que uno pretende hacer en el colectivo. Si el objetivo fuera “emepepizar” el FA, sería un verdadero problema para el FA y para el MPP, que esa es la otra discusión. Los sectores grandes tienen que entender que la diversidad del FA es su verdadera fortaleza y la unidad tiene que ser entendida como la inclusión de las diferentes sensibilidades, no como la imposición mayoritaria de una. Entonces el problema no es adónde uno pertenece, sino la actitud política que en definitiva pretende imprimirle al FA.
Cuando estábamos discutiendo sobre esto alguien me preguntó: “¿Estás dispuesto a pelearte con los tuyos, si es necesario?”. Porque pelearte con los ajenos es fácil, el problema es si estás dispuesto a pelearte con los tuyos, en este proceso de construir un FA mucho más diverso y mucho más abierto y mucho más fraterno en el sentido de la construcción de las ideas y de que vayamos a debatir tratando de convencer al otro y dejarnos convencer y que la síntesis no sea un recorte y pegue de las posiciones sectoriales, sino una síntesis superadora de nuestras posiciones iniciales. Eso implica muchas veces pelearse con los suyos, porque cuando uno asume la presidencia del FA tiene que representar a los frenteamplistas.
Ser dirección, en este caso ser presidente, es tratar de ser síntesis del pensamiento colectivo. Eso no se logra si lo que uno hace allí es llevar adelante las posiciones de una porción de los frenteamplistas, por muy grande que sea, porque en definitiva los sectores, hasta los más grandes, tienen claro que no podemos seguir avanzando si no avanzamos en conjunto. Creo que esa es la segunda o la tercera fortaleza del FA, la voluntad de acuerdo y darnos cuenta de que para seguir construyendo más cambios es necesario que todos estemos en el mismo barco.









