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Entrevista central, viernes 10 de noviembre: Roberto Markarian y Cheung Koon-yim

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EC —¿Y por qué vino? ¿Por qué se fue de China?

CKY —Por la guerra de Corea, un tema que todavía está candente. Y además la Suiza de América, que era Uruguay.

EC —Eligió Uruguay por eso.

CKY —Yo no elegí, mi familia y otras familias eligieron.

EC —Pero ¿cuál era el “inconveniente” de la guerra de Corea?

CKY —Que podía haber una conflagración muy grande en toda Asia Oriental. Nosotros vivíamos en la colonia británica en aquel momento, Hong Kong. Pensábamos que era un ámbito seguro, pero no era tan seguro como se pensaba. Entonces las familias intentaron evadirse, muchos se fueron a Australia, a Estados Unidos, y muchas familias optamos por América Latina. Y dentro de América Latina, 12 familias optamos por Uruguay y fuimos aceptados por el colegiado uruguayo como inmigrantes oficiales. Vinimos por la puerta abierta.

EC —Hablábamos de su trayectoria como arquitecto y como docente en la Facultad de Arquitectura. Es más, cuando la facultad cumplió 100 años, en 2015, lo nombró profesor emérito. Ahora le toca esta otra responsabilidad, ¿cómo la recibe? A su edad, 80 años, ¿se imaginaba meterse en este desafío?

CKY —No. El culpable es el doctor Markarian, porque en esa ceremonia de los 100 años de la facultad, a la salida del Salón de Actos me encaró y me dijo: “Vos me tenés que ayudar a instalar el Instituto Confucio”. No pude decir que no, porque venía manejando la cultura china, incluso en la facultad, cuando daba clases de arquitectura, yo era director de taller y metía algunos conceptos sobre lo oriental que tienen mucho que ver con la arquitectura contemporánea, cómo armonizar los conceptos tradicionales con los conceptos arquitectónicos actuales.

EC —¿Y quién lo nombró director del Instituto Confucio Uruguay?, ¿lo nombra la Udelar o el gobierno chino?

RM —Lo nombra la Udelar, el nombramiento del director en los convenios que hemos firmado corresponde a la Universidad. Somos cinco en la dirección del Confucio, dos chinos y tres uruguayos; integramos de oficio la dirección los rectores de las universidades de Qingdao y Udelar y dos personas más, una de cada parte, y el director, diría que por derecho propio y casi de oficio, correspondía que fuera “el Chino Yim”, como lo llamaba yo cuando era docente de la Facultad de Arquitectura.

CKY —Así es. Es medio cómico que tuvieran que ser tres uruguayos y dos chinos, cuando eventualmente pueden ser tres chinos y dos uruguayos, eso me incluye a mí como chino.

RA —El Instituto Confucio como tal, como política del gobierno chino y como idea, tiene varios años, pero se formalizó en China en 2004.

CKY —Sí, creo que sí.

RA —¿Cómo lo definiría? ¿En qué consiste?

CKY —Es un intento de introducirse al mundo entero –porque hay institutos Confucio y aulas Confucio, nosotros podemos tener aulas en Salto, en Rocha, en Rivera, Tacuarembó– para difundir fundamentalmente la cultura china en base al idioma chino, que acá llamamos mandarín porque es la pronunciación del dialecto de Beijing, entre otros dialectos. Ese intento de difundir la cultura a través del idioma es el objetivo fundamental de Hanban y de la sede central del Instituto Confucio. Eso empezó a generar vínculos entre universidades, fundamentalmente. En este caso, de nuestra Udelar con la Universidad de Qingdao, con la que hay un hermanamiento. De hecho en este caso ya había un hermanamiento entre la ciudad de Qingdao y la ciudad de Montevideo, se firmó durante la época del intendente Mariano Arana. Y se profundizó con el acuerdo cultural. Eso sucede en todo el mundo, en Argentina con las universidades de Buenos Aires, de La Plata, de Rosario, en Porto Alegre, en Chile.

RA —En nuestro país, las conversaciones más formales para que el Instituto se asociara a la Udelar comenzaron en el año 2007, y en 2010 se firmó la primera carta de intención. Usted incluso había pensado la idea antes.

CKY —Sí, con la profesora Ana Solari habíamos ido a hablar con el rector Arocena sobre este tema, pero por algunos aspectos no cuajó. Hasta que aparecieron los dos personajes fundamentales, que son Markarian y el embajador uruguayo en China, Fernando Lugris, que encendieron la llama.

RA —Además en el medio China fue adquiriendo otro protagonismo a nivel mundial.

RM —Está claro que es así.

EC —China fue adquiriendo otro protagonismo a nivel mundial y la relación Uruguay-China se fue profundizando.

CKY —Exactamente.

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