
EC —En el libro que FEMI está editando ahora para celebrar los 50 años, ese que usted mencionaba, en las páginas que reconstruyen la fundación, encontré este párrafo: “Con una gran visión estratégica, aquellos pioneros estaban sentando las bases de una organización inédita: una alianza federal entre gremios y empresas que no respetaría los cánones tradicionales de la lucha de clases, que no enfrentaría a quienes aportan la fuerza del trabajo con quienes administran el dinero”. Es muy impactante esto, ¿aquella filosofía sigue vigente hoy?
JPI —Sí, nosotros consideramos que esos principios siguen estando absolutamente vigentes, que son necesarios e imprescindibles, son la esencia de nuestra federación. El desarrollo del trabajo médico, si bien es una profesión y tiene sus características propias e independientes, es en una relación de dependencia: estamos signados en los convenios salariales, en los productos asistenciales que se puedan dar, etcétera, con el Ministerio de Salud [Pública].
Por lo tanto, aquella lógica de lucha de clases entre trabajadores y empresarios no parece lógico [mantenerla]. El éxito de la asistencia, el del rendimiento económico de las instituciones, pasa por una correcta gestión de los recursos y eso está en poder de los médicos. El médico, con su lapicera y su receta frente al paciente, es el mayor generador de gastos de cualquier institución de salud y, por lo tanto, tiene que haber una sinergia entre ambas partes.
EC —Cada tanto, esta realidad compleja y original de FEMI, que agrupa a 22 gremios médicos y 22 instituciones, da lugar a polémicas. Recuerdo que el año pasado el SMU presentó una denuncia ante el Consejo Superior Tripartito porque entendía que FEMI jugaba una doble representación en los consejos de salarios. ¿Cómo vivieron ese episodio?
JPI —Con estupor, preocupación y dolor. La representación gremial, la de los trabajadores médicos, desde el año 1992 o 1993 es desarrollada en nuestro país en forma pacífica y armónica por el SMU, el Sindicato Anestésico-Quirúrgico y la FEMI. Nos sorprendió esta intención hegemónica del SMU de pretender excluir a una o dos de las partes que representan a los médicos. No solo por el hecho de que tuvieran el reconocimiento por parte del Poder Ejecutivo de una mayor representatividad, basado solamente en el número de afiliados. También porque, además, las iniciativas que se intentaron llevar adelante realmente eran perjudiciales e implicaban un retroceso en muchos de los triunfos que los médicos habían tenido en el interior a partir de las particularidades del trabajo médico en el interior.
Por lo tanto, inmediatamente se generó una respuesta a eso en el mismo ámbito, el Consejo Superior Tripartito. Fíjese que la denuncia tiene una paradoja, porque plantea que existe una contaminación gremial en las empresas médicas del interior, y la presenta un gremio. O sea: un gremio se queja de lo que todos los gremialistas aspiramos, de que el empoderamiento de los trabajadores agremiados esté influyendo en las instituciones. Como no era verdad, a pesar de que es paradójico y favorece nuestra posición -en esto somos honestos y francos-, respondimos con la historia que está relatada en el libro que refleja, claramente, que las instituciones asistenciales del interior tienen su autonomía jurídica y funcional de los gremios.
EC —¿Se superó aquel encontronazo entre el SMU y FEMI?
JPI —Estamos tratando de superarlo. Creo que estamos haciendo, ambas partes, los esfuerzos para buscar, una vez más, los puntos en común. Son muchos los intereses y puntos en común, el SMU y FEMI los tienen desde hace mucho tiempo. Hemos participado juntos en las elecciones de la Caja de Profesionales y las universitarias, en algún momento también en las del Colegio Médico, aunque en este momento no. Hay muchos puntos de intereses comunes en educación médica, en desarrollo profesional…
Nosotros estamos tratando de acercar a las partes y tenemos que reconocer que la actitud de las autoridades del SMU ha sido proclive también a acercarse.
EC —Enseguida continuamos en la entrevista con el doctor José Pedro Ibargoyen, presidente de FEMI. Vamos a detenernos, ahora sí, en cómo están las diferencias entre el interior y Montevideo en cuanto a la atención médica y por dónde vienen los desafíos de las instituciones que operan en los 18 departamentos que no son la capital.









