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EC —Hace 50 años nacía en Uruguay FEMI, una organización que agrupa a 22 gremios médicos y a otras tantas instituciones de salud que atienden a 800.000 usuarios en18 departamentos. Estamos aprovechando para pasar raya, estamos haciendo balance y mirando hacia adelante. Para eso estamos conversando con el doctor José Pedro Ibargoyen, presidente de FEMI. Tiene 50 años y es médico gastroenterólogo radicado en Salto.
JPI —Exacto.
EC —O sea que está en Montevideo por unas horas, va y viene, usted se desempeña allá.
JPI —Sí, como todos los médicos que integramos FEMI, desarrollo tareas asistenciales en mi ciudad. El Comité Ejecutivo se reúne a partir de los miércoles en la tarde, los jueves en forma plena, y hasta el viernes al mediodía. Después del mediodía, cuando terminan las actividades, volvemos a nuestra ciudad a estar con nuestra familia y a trabajar.
EC —El Comité Ejecutivo de FEMI se reúne en Montevideo.
JPI —En Montevideo.
EC —Paradoja total, ¿no?
JPI —Absoluta, absoluta. Una consecuencia más del centralismo: en su momento se planteó hacer las reuniones regionales, en el centro del país, pero realmente los caminos, las carreteras, la política, todo ocurre acá en Montevideo. Las reuniones son acá y es el lugar donde tenemos nuestra casa central.
EC —El solo hecho de que FEMI siga vigente hoy, a 50 años de su creación, es una señal clara de que en esta materia se mantienen diferencias entre Montevideo y los 18 departamentos restantes. ¿Cuáles son esas diferencias? ¿Cómo define usted dónde viene el corte en esta materia que estamos considerando?
JPI —En el tema asistencial, en el tema salud… Lo que pasa es que la salud de la población está influenciada por múltiples factores que se presentan en forma distinta en el interior y Montevideo. Diría que se presentan de forma distinta, incluso, en las capitales de los departamentos del interior y en las pequeñas poblaciones o el área rural.
Por ejemplo, cuando nacen los distintos laudos médicos, esos están dados por un condicionamiento económico de la población. Los laudos anestésico-quirúrgicos, que eran mayores en promedio que los médicos, estaban financiados en esa época por órdenes y tickets. La población de Montevideo, que tenía ingresos promediales mayores que en el interior, con instituciones más grandes, tenía la posibilidad de enfrentar los costos de órdenes y tickets para que los médicos tuvieran una mejor retribución. Pero en el interior esa situación no se daba. Por lo tanto, la estabilidad del trabajo y de las remuneraciones llevó a construir otro laudo, que se denomina hoy “laudo FEMI”, que básicamente como diferencia tiene un sueldo básico más alto, más estable, y el componente a destajo en una variable más pequeña.
EC —Ustedes en la página web de FEMI destacan como un logro del año 1992 que el Poder Ejecutivo autorizara ese laudo propio, reconociendo realidades distintas. Sin embargo, el año pasado, en la última negociación salarial, se estableció un laudo único a nivel nacional para toda la salud privada que entra en vigor en estos meses, a mediados de este año. ¿Cómo vio esto FEMI?
JPI —Nosotros nos opusimos. No al concepto de laudo único pero sí al concepto igual función, igual remuneración. Una vez más: no podemos comparar en medicina o en asistencia de salud la producción como se puede hacer en otras áreas, como puede ser en obras o en infraestructura. Lo del laudo FEMI realmente fue un logro, fue una de las herramientas que permitió pasar de 800 médicos radicados en el interior en aquella época a más de 3.000 en este momento. La estabilidad laboral y en el cobro de los salarios, más allá de las vicisitudes que el sistema tuviera, fue un aliciente para que los médicos se radicaran [en el interior].
El año pasado se pretendió unificar el laudo de Montevideo a todo el país, ese era el concepto sobre el cual se iba al laudo único. Nosotros lo que propusimos fue: si existe una negociación a más largo plazo sobre cargos de alta dedicación -que son una necesidad en Montevideo y que nosotros ya aplicamos desde hace muchos años en el interior-, que sea ese el camino hacia una unificación o hacia tratar de unificar determinados componentes de la retribución, no como laudo en sí sino como descripción.
El médico cumple muchas funciones, dependiendo de la estabilidad trabaja en policlínicas, tiene coordinación quirúrgica, hace guardias, hace estudios paraclínicos, cumple con determinadas técnicas. Nosotros estamos de acuerdo en unificar que un médico sea contratado por el conjunto de funciones que puede llegar a hacer y no por una sola. No está bien que yo haga una guardia, hoy vea a un paciente y que si ese paciente tiene que consultar de nuevo conmigo no lo pueda hacer porque tiene que esperar a que la otra semana yo vuelva a estar de guardia, o ir a buscarme a otra institución.
Nosotros creemos que en identificar cargos médicos con múltiples funciones es donde vamos a encontrar un camino de encuentro entre todos los gremios para definir lo que podríamos llamar un laudo único.
EC —Lo cierto es que ahora hay un laudo único.
JPI —No, no hay. Está en curso una comisión que no se ha reunido todavía, que tiene plazo hasta junio para expedirse. Pero esa comisión tiene que cumplir con dos condiciones: que el laudo que proponga sea viable operativa y financieramente. Existe una limitante muy importante en todo el sistema de salud, que es la financiación del sistema, que es 90 % estatal, del Fondo Nacional de Salud [Fonasa]. Por lo tanto, cualquier propuesta que se haga, en cualquier área, que incremente esos aportes, va a tener la negativa del Ministerio de Economía. No se trata de crear una fórmula mágica que nos guste a todos sino de crear una fórmula inteligente que sea buena para los médicos y que permita sostener las instituciones.
EC —Sigamos hablando de cuáles son las diferencias entre el interior y Montevideo en cuanto a la atención médica.
JPI —Hay algunas obvias que están presentes desde el nacimiento del país y van a seguir estando. Las distancias: resolver los problemas asistenciales en el interior implica recorrer distancias, por lo tanto, mayores costos y más dificultades para las familias. La dimensión de las poblaciones es distinta: Montevideo tiene un millón y medio de habitantes con instituciones de 200.000 y 300.000 afiliados; en el interior el promedio de las instituciones es de 35.000 a 40-000 afiliados -la más grande es Maldonado, por su situación particular, pero las demás están en ese promedio-. Las fórmulas y las escalas necesitan considerar las distancias y las dimensiones.
Después está la inserción de los médicos y del personal de salud en sus propias poblaciones. En las poblaciones pequeñas la atención es más lineal. No solo porque el 75 % de nuestros médicos trabajan en la institución de FEMI y en el hospital -esa es la forma más antigua de complementación que existe-. También porque acompañanos y nos encontramos con nuestros pacientes y sus familias en muchos ambientes: en el fútbol, en el supermercado, en la escuela de los chiquilines. Por lo tanto, existe una integración y una cercanía mucho mayor del personal de la salud, y de los médicos en particular, que también genera diferencias. Por ejemplo, a la hora de hacer un reclamo: si yo dejo de atender una policlínica en un reclamo gremial, por justificado y lógico que sea, seguramente me va a resultar muy difícil cruzarme con mi paciente, al cual le negué la asistencia para reclamar un derecho para mí, que lo tengo, pero indudablemente el derecho del paciente a la salud es prioritario. Eso los médicos del interior creo que lo tenemos bien afianzado.









