Entrevista con Rodrigo Goñi, diputado del Partido Nacional.
EN PERSPECTIVA
Viernes 14.07.2017, hora 8:29
EMILIANO COTELO (EC) —En las últimas semanas, oficialismo y oposición vienen intercambiando acusaciones fuertes sobre el manejo de dineros públicos. Por ejemplo, el uso discrecional que hacen los legisladores de los viáticos que reciben para viajes oficiales, tema que ha disparado varios reproches entre los partidos.
En medio del debate, desde el Gobierno surgieron dos proyectos destinados a mejorar la trasparencia y la rendición de cuentas en este rubro. Pero desde la oposición, el diputado nacionalista Rodrigo Goñi propuso ir más a fondo. Esta semana presentó un proyecto de ley para crear una Comisión de Ética Parlamentaria que no sólo se encargaría de analizar la liquidación de los viáticos sino también de investigar eventuales “desvíos” en la actuación de los legisladores, incluso con la posibilidad de recibir denuncias de los ciudadanos.
¿De qué se trata este proyecto? ¿Qué alcance puede tener la comisión? Vamos conversarlo con el diputado Rodrigo Goñi, que está en estudios.
A raíz de toda esta polémica que se instaló por el uso de las tarjetas corporativas de Ancap y la rendición de los viáticos que se otorgan para misiones oficiales en el Parlamento, hubo cantidad de reacciones pidiendo más trasparencia en el sistema político. Yo aludía recién a un proyecto del Movimiento de Participación Popular (MPP) y otro del Partido Comunista que se conocieron y que están concentrados en el rubro viáticos. Por otro lado, el diputado Tabaré Viera propuso eliminar las partidas de prensa que cobran los legisladores y mejorar la ley anticorrupción. Ahora aparece el proyecto suyo sobre la creación de una comisión, ¿qué está pasando?
RODRIGO GOÑI (RG) —Bueno, yo creo que hay un reclamo cada vez más exigente de la ciudadanía que es muy bueno y que en los nuevos tiempos en los que vivimos también las tecnologías de la información nos permiten exigir más porque se sabe más de lo que pasa dentro de todas las organizaciones, no solo las públicas sino también las privadas. En mi primer día como legislador, que fue el 15 de febrero de 2015, en la sesión inaugural, donde cada uno expresa sus proyectos o por dónde va a ir su línea, yo lancé el reto de enfocarnos y abordar la cuestión de la ética parlamentaria. ¿Por qué? Porque uno cuando empieza una nueva tarea siempre trae lo que uno ha aprendido, y en todas las organizaciones públicas y privadas -yo tuve la suerte de dirigir muchísimas empresas privadas y varias públicas, y públicas privadas también- la cuestión de la ética que hace a la cultura organizacional es vital. Y esto no es por un tema moral interno sino porque hace a la eficiencia y la eficacia de la organización, porque refiere a los recursos, pero también a todo el comportamiento que tienen todos los que integran la organización que, de acuerdo con si tienen un buen estándar ético, siempre van a tender a que todo se haga de la mejor manera posible, si es bajo, todo se hace más o menos. Eso hace a la organización y a su eficacia. Nosotros planteamos que la cuestión ética no estaba como un tema central en el Parlamento, en el mundo otros sí lo tienen, no estamos inventando nada, los Parlamentos que mejor funcionan han abordado estos temas, y lo lanzamos. Yo no lanzo ahora este proyecto, porque lo estoy trabajando y proponiendo hace dos años, la idea era también tener consenso, pero cuando sale este tema pensé que era una oportunidad preciosa para abordar a fondo este tema, no solo lo de los viáticos. El tema de los viáticos trasciende el manejo de recursos que hacemos los legisladores porque también implica todos los comportamientos que hacen al funcionamiento de la organización parlamentaria, que por su particular posición tiene impacto, aún hoy, en la sociedad en su conjunto. Los parlamentarios hacemos las leyes, somos los que controlamos al Poder Ejecutivo, controlamos el manejo de los recursos de los demás, si nosotros mismos no hacemos un buen uso y no damos un buen ejemplo, no tendríamos autoridad para controlar a otros.
EC —¿Qué es lo que usted se propone controlar con esta comisión? Ya hablamos de algunos aspectos de este debate, ¿qué otros?
RG —Bueno, en el mundo de hoy la frontera entre lo público y lo privado se va haciendo cada vez más flexible, y creo que ese es un buen signo de los tiempos que vivimos, porque las tecnologías de la información nos permiten acceder a la información privada de importantes dirigentes públicos o de personas del ámbito privado que de alguna forma la gente mira porque la toma como modelo. Entonces, también los comportamientos que antes se consideraban exclusivamente privados ya no lo son tanto…
EC —¿Por ejemplo?
RG —Y bueno, yo qué sé, si tengo una actividad empresarial con una empresa que está siendo cuestionada, por ejemplo. Vamos a temas concretos que se manejaron en el Parlamento en este período: se cuestionaba la vinculación de una legisladora con las barras bravas de un equipo de fútbol, eso también generó a través de las redes una cantidad de sospechas y suspicacias, pero no hay un ámbito en el Parlamento para que estos temas puedan abordarse con la celeridad necesaria y donde puedan ser clarificados, que es el gran tema: ser transparentes. No hay mejor incentivo para el buen comportamiento de los legisladores o de cualquier gobernante que la transparencia. Yo siempre digo: si uno está a dieta hay que decírselo a todos para que se lo recuerden, y si uno realmente quiere mejorar su comportamiento tiene que exponerse, sobre todo si está en la función pública, a que los demás lo controlen. Este es un signo de los nuevos tiempos, las tecnologías lo permiten y eso lleva a que haya una cantidad de comportamientos privados que tengan un efecto público. ¿Qué es lo público? Todo aquello, privado o público, que tenga efecto en la sociedad en su conjunto.