Entrevista con el contador Enrique Iglesias.
EN PERSPECTIVA
Viernes 16.12.2016, hora 8.22
EMILIANO COTELO (EC) —En una época de la historia en que se creció y se logró bajar la pobreza como nunca antes, el mundo vive un período de descontento, disconformidad y confusión.
Para el contador Enrique Iglesias, eso se ve claramente con el Brexit, con la victoria de Donald Trump en EEUU y con el ascenso de los populismos o el voto antisistema en Europa. Y algunas de sus consecuencias, como el mayor proteccionismo o los prejuicios ante los inmigrantes, deberían preocuparnos.
Sin embargo, pese a este panorama, a sus 86 años Iglesias dice ser optimista y destaca, por otro lado, que en estos tiempos de tanta incertidumbre y convulsión se está dando un gran impulso a la innovación y al emprendedurismo en todos lados.
Sobre estos temas expuso ayer en un almuerzo organizado por la Asociación de Dirigentes de Marketing. Y ya que anda por acá, aprovechamos para invitarlo.
Se lo sigue viendo muy activo. Ayer en la conferencia habló de innovación, de emprendedurismo y de tecnologías disruptivas. ¿Cómo se lleva con ese combo propio de esta época en la que estamos viviendo?
ENRIQUE IGLESIAS (EI) —En lo personal, muy mal, el tema de las nuevas tecnologías me tiene medio loco. Pertenece a otra galaxia.
EC —¿Qué hace con su teléfono móvil, por ejemplo?
EI —Me preocupa, cuando se tiene más de uno, además, enloquece a cualquiera.
EC —Pero obviamente habla por el teléfono móvil.
EI —Y sí, claro.
EC —¿También usa aplicaciones como WhatsApp?
EI —Sí.
EC —A esa se adaptó.
EI —Porque hay que abaratar, porque yo que viajo mucho, estando todo el tiempo en línea sería una cosa muy cara. Entonces uso el WhatsApp, y además tengo algunas otras como Spotify para la música. Y también el FaceTime, cuando uno quiere hablar con su secretaria directamente. Pero realmente es un mundo que enloquece, para nosotros que hemos llegado tarde, muy tarde a la nueva vida digital, todo eso nos complica la vida y estamos aprendiendo todos los días. Lo peor de todo es cómo humillan los niños, porque cuando usted tiene algún problema, habla con un niño de 9 años y se lo resuelve. Eso es lo preocupante, pero así es la vida.
EC —¿Y con las tecnologías disruptivas en particular cómo se lleva? ¿Utiliza alguna?
EI —Utilizamos las mínimas expresiones. Por ejemplo, soy muy amigo de leer la prensa por internet, me resulta muy grato tener una lista de periódicos donde uno se va informando. Es impresionante, usted se levanta de mañana y lee la prensa de España, de EEUU, la prensa inglesa. Eso para mí es un instrumento muy importante.
EC —Pero, por ejemplo, ¿recurre a Uber?
EI —Alguna vez lo hice en EEUU. En Madrid se usa mucho, pero yo viajo mucho más en metro, que me resulta más cómodo incluso. Una sola vez tuve que usarlo para ir al aeropuerto.
EC —¿Tenemos que reinventarnos en forma permanente en todos los ámbitos? ¿Esa es la regla ahora?
EI —Creo que ni siquiera estamos asomando a lo que va a ser este mundo en el futuro. Especialmente en todo lo que tiene que ver con la transformación de las tecnologías de la información, todo esto va a ser muy avanzado. Y algunos sectores van a tener un impacto muy directo, por ejemplo el sector bancario. En España las empresas bancarias están aprontándose para una reducción significativa, de cientos de oficinas, porque cada vez más la banca se va a hacer con el teléfono móvil. Eso tiene impactos muy fuertes en el empleo, es uno de los grandes temas. Yo lo mencionaba ayer, se está pensando que en el año 20 en EEUU el 46 %, 48 % de las empresas actuales van a desaparecer.
EC —Vamos a lo que fue el foco de su disertación de ayer. Yo decía en la introducción: “En momentos de la historia en que se creció y se logró bajar la pobreza como nunca antes, el mundo vive un período de descontento, disconformidad y confusión”, según describía usted. ¿A qué responde ese enojo?
EI —Ha habido sectores que han sentido el impacto de esa globalización con la pérdida de costumbres, con la pérdida de hábitos culturales, con la importación de formas culturales nuevas. Todo eso ha generado una crítica a la globalización que es conocida desde hace años, pero últimamente lo que más golpea es que esa globalización desplaza mano de obra y la reemplaza. Allá por el año 91 estuve visitando la planta de producción de Toyota en Nagoya, y eran cientos de personas trabajando, apretando tornillos aquí y allá. Fui de vuelta el año pasado y no había nadie, había solamente una persona, una línea corriendo y un timbre que sonaba de vez en cuando, cuando algo pasaba en la línea, entonces aparecía una persona para corregir un tornillito en algún lado. Eso se repite y va a ser cada vez más. Pero van a aparecer otras actividades, ese es el desafío.