
EC —¿Pueden con cualquier estudiante de docencia? ¿Se sienten con confianza como para formar a cualquiera?
DPM —No, tienen que quererlo, la motivación. Por ejemplo, tenemos una tarea después del primer curso –que en inglés se llama “I have what it takes”, ‘tengo lo que se necesita’– que consiste en identificar, examinar el marco conceptual de Alverno de aptitudes y de nuestro estado para licenciar a futuros docentes e identificar características, disposiciones que sean verdaderas de ellos. No tienen mucha experiencia, pero pueden identificar “sí, eso me describe”, y luego tienen que explicar por qué. Y tenía una alumna que entró en formación docente porque un docente la había marcado mucho. Estaba en el sistema Foster, se murieron sus padres, tenía una vida muy difícil y un docente fue la persona que hizo la diferencia para ella. Pero a la vez ella tenía la voz más chiquita de todo el mundo y era muy tímida.
EC —¡Qué desafío!
DPM —Entonces le pregunté en su tarea de “I have what it takes” por qué quería ser maestra, por qué quería ser docente, qué hace un docente, y dijo: “Un docente ayuda a los chicos, confía en los chicos y mejora la vida de los chicos”. Y le dije: “Es cierto, pero los docentes hacen muchas otras cosas, y lo que mencionaste no fue coordinar grupos, diseñar un currículo”. Practicamos mucho, practicamos en los pasillos, en su voz, “Ok” [grita], pero no podía. Ahora es tutora para niños con autismo. Un desafío que enfrentamos como docentes y formadores de docentes es que la de docente es una profesión bastante conocida, pero desconocida a la vez. Entonces tengo que establecer para mis alumnos un sentido de horizontes amplios, ver más allá de lo que se imaginaron al entrar a la universidad, porque hay muchos trabajos en los que se puede ayudar a los niños.
EC —La docencia no es la única opción.
DPM —Exactamente, la vocación es quizás para otra cosa.
EC —Hay profesiones vinculadas con la docencia o de apoyo a la docencia.
DPM —Sí, y también hay que ayudar a personas que quizás no son ellas que quieren ser docentes. En Estados Unidos tenemos el fenómeno de “padres helicóptero”, que circulan con sus hijos en la universidad para asegurarse de que no tomen riesgos, que no fracasen. Una vez tuve una charla con una alumna en formación docente que había fracasado en un curso, y su mamá estaba muy enojada y ella estaba muy deprimida. Le dije: “vamos a examinar la evidencia de tus aptitudes juntas”. Mucha evidencia, porque un currículo basado en aptitudes requiere evidencia de desempeño. Y vimos: “Aquí hay un video donde vemos que no mostrabas mucho interés en tus alumnos, y están esas notas que tomó la supervisora al visitarte, que llegaste tarde y cuando llegaste tus alumnos dijeron ‘¡Oh, no, ella otra vez!’”.
EC —Eso es terrible.
DPM —Sí, es terrible, no debe ser maestra.
EC —Hay quienes no deberían ser docentes.
DPM —Personas que no pueden mostrar curiosidad por las ideas de sus alumnos, que no tienen interés, que no pueden mostrar pasión. Pasión es distinto de vocación, pasión es quizás una conexión entre interés en mi contenido e interés en compartirlo. Luego ella dijo: “Es muy difícil conocer todos los alumnos”. Sí, es difícil, pero es más difícil aún ser docente real que ser docente en formación. Y su mamá dijo: “Pero siempre has querido ser docente”, y dijo ella: “Mamá, no: vos querías que fuera docente”.
***
EC —Has movilizado mucho a los oyentes, tengo una cantidad de mensajes. Elijo este, por ejemplo, de Roberto…
DPM —Hola, Roberto.
EC —“La estoy viendo por EnPerspectiva.net, y más allá de lo que dice, la veo. Su gestualidad es sorprendente, todo docente debería estudiar teatro. Debe ser un placer asistir a sus clases.”
DPM —¡Gracias, Roberto! Estoy de acuerdo, y en Alverno, especialmente para la primaria, requerimos que estudien teatro, porque uno tiene que ser quizás no la persona más interesante en el aula, pero bastante interesante. Debe portarse como si los estudiantes fueran lo más interesante en el aula.
***









