
NB —La actividad parlamentaria está en receso, sin embargo ya empieza a hablarse de este 2017 que se viene. Tras la salida del diputado Gonzalo Mujica, es la primera vez desde 2005 que el FA no cuenta con mayoría parlamentaria en una de las cámaras. ¿Cómo observa el panorama que se presenta para los próximos meses en función de esto?
LT —Es una dificultad nueva, no se puede negar. (Gonzalo) Mujica no es un hombre de derecha; no soy yo quien debe aclarar esto, pero él estuvo preso, fue de lo que dio en llamarse la generación 83, fue de la UJC (Juventud Comunista), del Partido Comunista, estuvo en el grupo de Rafael Michelini y después militó con nosotros. No es como el caso de Jorge Saravia, que se acercó al Frente desde el Partido Nacional (PN) y después volvió al PN. Es bien distinto.
NB —Mujica ha manifestado en alguna entrevista que entiende que el FA tiene que correrse un poco hacia la derecha. No dice que quede a la derecha, pero sí que tome posiciones por lo menos más hacia el centro.
LT —Aclaro esto porque se encasilla a la gente, se la esquematiza. Nuestro primer interlocutor –por lo menos es lo que yo pienso– debe ser siempre Gonzalo Mujica. Yo he hablado mucho, él sabe que las puertas de mi despacho están siempre abiertas, porque él no critica toda la acción del gobierno, señala algunas cosas, y en un país libre, en una democracia, tiene todo el derecho a hacerlo. Si bien a nivel parlamentario estamos discutiendo el tema de la propiedad de las bancas, porque han sido afectados todos los partidos.
RA —¿Todo el sistema político lo está discutiendo?
LT —Sí, hay una comisión especial formada en el Senado de la República en la que se discute la financiación de los partidos, y entre otras cosas…
RA —Van a tocar ese tema dentro del proyecto de financiación de partidos.
LT —Sí. Dicho de paso, allí también se levanta y se distorsiona. Leí ayer unas declaraciones de Conrado Ramos interpretando por el lado de los tomates una propuesta que hubo en la comisión. Se propuso rebajar el salario de los cargos de confianza política y electivos para formar un fondo público con el cual financiar las campañas de los partidos para que no tengan que intervenir las empresas y eliminar la televisión, que es el gasto embromado. Y él interpretó que los cargos de confianza tenían que aportarles a los partidos, “va a ser una […] por los cargos”, decía. Es completamente al revés, la interpretación es absolutamente sesgada o leyó mal. Además los cargos de confianza, si son de un partido, ya le aportan al partido. Simplemente van a tener unos pesos menos.
RA —Hablábamos de la situación del FA a raíz de la independencia de Gonzalo Mujica. Ante este panorama se han planteado distintas estrategias. Quizás una más cortoplacista, para conseguir el voto 50 en el Parlamento, entre otras cosas para la rendición de cuentas, que no es una cuestión menor, y otra más a mediano plazo, pensando en 2019. Sobre el diseño de esas estrategias a usted se la ha mencionado y ha hecho declaraciones; ¿en qué está pensando en uno y otro caso?
LT —Primero creo que hay que conversar, negociar la posibilidad del voto que nos falta. Primero con Gonzalo Mujica, después con el resto de los partidos, hay tres partidos en el Senado y cuatro en la Cámara de Diputados. Puede ser con el partido, puede ser con sectores del partido, y se puede también intentar conversar acuerdos más largos. Por ejemplo, estamos conversando ahora entre todos los partidos la elección de los ministros de la Corte, y no estamos hablando de un solo nombre, sino de las próximas vacantes. Es un acuerdo de más largo plazo. Yo puedo conversar un punto de una ley pero puedo conversar tres leyes a la vez. Eso es la habilidad negociadora, tenemos que entrar en esa lógica.
RA —¿No es demasiado tarde para acordarse de hacer este tipo de discusiones y planteos con otros partidos? Es algo que la oposición le ha criticado mucho al FA, que desde que tiene mayorías parlamentarias, desde 2005, ha votado todo en líneas generales sin negociación con otros partidos.
LT —Primero, en este país siempre se gobernó con mayoría parlamentaria, alguna vez los colorados solos, que la tuvieron, y otra vez la alianza blanquicolorada, lo hicieron al principio de la legislatura y votaban como un bloque solos. Hay que escuchar algunas conversaciones de esas que no salen en los micrófonos sobre cómo negociaban. Funcionó eso, después cuando se acercaban las elecciones, para poder diferenciarse, retiraban los ministros y alguna cosita no le votaban. Pero siempre funcionó con mayorías parlamentarias. El Partido Colorado (PC), en aquellos años lejanos cuando sacó mayoría parlamentaria, hizo lo mismo.
RA —¿Usted no hace una autocrítica sobre la actitud de estos años?
LT —No, yo lo digo para recordar, porque parece que es una perversidad. Segundo, la ciudadanía fue la que otorgó este mandato. Y nosotros hemos negociado, en todas las rendiciones de cuentas, en todos los propuestos y todas las leyes hay conversaciones, algunas en el ámbito de la comisión que trabaja y otras por fuera. En todas, y hemos incorporado cosas de la oposición. No de repente en la medida que querrían, porque los que gobernamos somos nosotros y el programa que se lleva adelante es el nuestro, pero en la Torre Ejecutiva hubo meses de conversación y de diálogo. Obviamente que si uno tiene la comodidad –lo reconozco– de tener los votos seguros en un momento viene el cúmplase, por los tiempos parlamentarios.
NB —Usted dice que el diputado Gonzalo Mujica tiene la puerta abierta de su despacho para conversar. ¿Estaba abierta también antes de que se fuera?
LT —Siempre estuvo.
NB —¿Cómo lee su alejamiento? ¿Por qué termina tomando esa decisión?
LT —Discutimos mucho, hablamos mucho con él, él vino varias veces a mi despacho –se lo puede preguntar–; en algunas cosas estábamos de acuerdo y en otras no, y la libertad es libre. Uno puede convencer o no. En lo personal, creo profundamente en la democracia de partidos y sé que en un partido la posición personal de uno en una resolución puede ganar o perder, pero creo en la disciplina partidaria, no creo que sea una cosa obsoleta. No, porque yo le planteé un programa a la ciudadanía con un partido detrás y, como hasta en un club de barrio, hay mayorías y minorías. En las resoluciones del Frente he ganado y a veces he perdido, y siempre las he llevado adelante. Porque es mi partido y es lo que le propuse a la gente, en eso tengo que ser absolutamente leal. Entonces lo discutimos, sí, pero creo que eso no denuesta la persona, yo no me enojo con la persona, puedo discrepar y no enojarme. Porque si voy a tirar un puente para dialogar con alguien del PN o del PC, del Partido Independiente o de la Unión Popular, ¿no voy a dialogar con alguien que en este momento está independiente, pero salió de mis filas? ¡Por favor! Sería ridículo, sería mezquino políticamente. Porque lo primero de todo es el país y la gente.









