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Entrevista central, viernes 22 de abril: Marcelo Estefanell

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EC —¿Cómo le fue cuando se publicó? ¿Cómo le fue con la crítica, cómo le fue con el público?

ME —Muy bien.

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EC —“Es tan apasionante lo que estamos escuchando que debería llevar muchas horas de charla –dice Sergio–. Pero como eso es imposible, propongo crear como homenaje a Cervantes la columna de el Quijote y que Marcelo escriba todas las semanas sus relatos tan ricos. Sería una gran colaboración con nuestra ignorancia.”

ME —¡Me está dando trabajo!

EC —Por lo menos está proponiendo.

(Audio José Sacristán en el musical El hombre de la Mancha)

Entrad en mi imaginación y ved con vuestros propios ojos.
En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hacendado rural llamado Alonso Quijano. Frisaba la edad de nuestro hidalgo por los 50 años. Era de complexión recia, seco de carne, enjuto de rostro y la mirada consumida por un fuego interior.
Los ratos que estaba ocioso, que eran los más del año, se daba a leer libros de caballería. Y tanto se enfrascó…

(Fin audio)

EC —Estamos escuchado al gran José Sacristán.

DQ —Vos decías que es un libro muy editado pero muy poco leído, algo que no pasó en su momento. ¿Tiene que ver con la solemnidad que empezó a rodear en lo contemporáneo a el Quijote?

ME —Creo que sí, que en parte se explica por eso. Me da la sensación de que a lo largo del tiempo fueron acartonando a Cervantes como escritor y a su obra. Hay que tener presente que al poco tiempo de que falleció, en 1616, cayó en el olvido. Lo rescata un lord inglés. Los ingleses siempre fueron muy admiradores de la obra de Cervantes, los franceses también; en 1605 salió la primera parte y en 1609 fue traducida al inglés, en 1611 al francés y en 1617 al italiano. Y ese señor, Lord Carteret, como le quería regalar a la reina Isabel de la época para completar su biblioteca la versión en inglés de el Quijote y la vida de Cervantes, mandó a hacer la vida de Cervantes. Eso fue en 1731.

En el siglo XVIII, ya con la Ilustración, empieza a ser reivindicado nuevamente, en el siglo XIX también, y después cuando aparecen todos los nacionalismos, cuando la pobre España se va quedando sin colonias la Generación del 98 lo rescata. Y creo que buscan en la obra lo que no tiene. Tanto Unamuno –que me perdonen los eruditos– como Benito Pérez Galdós, Menéndez Pelayo buscan en la obra de Cervantes, y en el Quijote en particular, la esencia del ser nacional, el ser ibérico, el español. Muy lícito, pero creo que le van quitando lo que es, es otra cosa la novela.

EC —Dice Laura: “Don Quijote no me gustó en el liceo, como una piedra me cayó. Ahora, podría haberlo soportado o aceptado si por lo menos le hubieran adaptado el idioma para estudiantes. El idioma fue lo primero que me chocó”.

ME —Sí, lo que pasa es que el idioma cambia, va evolucionando. Si esta oyente viera este ejemplar de la primera edición no podría leer ni una página.

EC —¿Qué es este libro?

ME —Ese libro fue mandado hacer por el Gobierno de Castilla-La Mancha en 2005, con motivo de los 400 años de la primera edición de el Quijote. Es una edición facsimilar.

EC —Uno lo lee y es como si estuviera leyendo el libro original, el volumen original.

ME —Tal cual, el volumen original de enero de 1605, el que salió con los [300] errores que decía Avalle-Arce que tuvo entre la primera y la segunda edición. Ese tiene todos los errores y todos los horrores de la época.

EC —Hay que poner un gran empeño para decodificar algunas partes.

ME —Sí. A la oyente hay que contarle que la versión que la Academia de la Lengua Española le encargó a [Arturo] Pérez-Reverte, que salió hace dos años, es muy buena, está modernizada.

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