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Entrevista central, viernes 23 de setiembre: Luis Hierro López

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NB —Tuvieron que pasar por lo menos 70 años para que el partido encontrara una figura y una corriente con un peso y una incidencia equiparable a la que tuvo Rivera como fundador. Me refiero a José Batlle y Ordóñez, quien también estuvo dos períodos en el gobierno, 1903-1907 y 1911-1915. ¿En qué medida cambió la ideología fundacional del PC con la llegada del batllismo?

LHL —A esa matriz liberal del PC del siglo XIX, Batlle y Ordóñez le agrega la matriz social. Pero una no puede ir separada de la otra, es impensable que el batllismo como ideología, como práctica política, como postura de vida se hubiera desarrollado fuera del PC. Porque Batlle y Ordóñez, aunque era un hombre que hablaba mucho más del porvenir que de la historia, era un colorado de aquellos. A veces se dice “Batlle quería formar otro partido, era más obrerista, quería hacer otra cosa”. No, era colorado. Justamente, en el libro Raíces intento desarrollar una idea que maneja el historiador Milton Vanger: Batlle y Ordóñez hace toda su obra formidable de transformación ética, política, institucional desde la base popular del PC, no habría sido posible que la hiciera en otro escenario o con otra proyección. Es a partir de las raíces coloradas que Batlle y Ordóñez introduce las fenomenales reformas del siglo XX, que todavía hoy son admiradas en el mundo como pioneras; además aún hay países más atrasados que Uruguay en estas materias, aún hay países que tienen pena de muerte. Creo que esto es una consigna que identifica al país progresista, liberal que ha sido el Uruguay siempre.

NB —Los logros sociales del batllismo que tuvieron lugar hace 100 años suelen ser considerados los mayores hitos del PC en su historia. ¿Cómo hay que leer que un partido que estuvo casi todo el tiempo en el poder, que después de Batlle y Ordóñez estuvo buena parte del último siglo en el poder, no haya podido recuperar logros del tamaño de aquellos?

LHL —El partido vive hoy un proceso que es consecuencia lógica de tantos años de ejercicio del poder y del gobierno. Además, particularmente desde 1980 para acá, más allá de los errores personales que hayamos tenido quienes tuvimos y tenemos responsabilidad de conducción, el partido pero ha vivido procesos de transición que es muy claro que castigan a los partidos en el mundo. Todos los partidos que han tenido responsabilidades en las transiciones democráticas han pagado costos, y el PC tuvo una responsabilidad fundamental en la transición democrática.

Fíjense en lo que pasa con el PSOE, el PSOE español es un partido fenomenal, moderno, pero a la vez con una larga tradición socialista, aggiornado. Y sin embargo está pagando todavía hoy las consecuencias de la transición democrática. En América Latina todos los partidos que tuvieron responsabilidad en la conducción democrática después de las dictaduras militares han tenido procesos de revolución. Porque las salidas son muy difíciles, las amnistías, que es el cumplimiento de esa ética de la responsabilidad y del sentido del deber que tienen los gobiernos que quieren pacificar a los países, tienen costos políticos. Porque una cuarta parte de la sociedad queda disgustada de un lado y otra cuarta parte queda disgustada del otro. En estos inevitablemente hay que pagar un costo político, pero el PC lo hizo conscientemente cumpliendo con su deber.

NB —El PC ha tenido protagonismo en los procesos de transición democrática, pero también lo ha tenido en los momentos de interrupción democrática. Si pensamos en las dictaduras del siglo XX, Terra y Juan María Bordaberry eran colorados que protagonizaron golpes de Estado.

LHL —Sin duda. También los apoyaron de otros partidos.

NB —¿Cómo se asume en el PC, que hoy está reivindicando sus 180 años de historia, ese tipo de responsabilidad?

LHL —Como partido siempre estuvimos en contra. Justamente, en la exposición que armé estos días para presentar algunos documentos de la historia del partido, pusimos énfasis en los documentos oficiales del PC, que tanto en el año 33 como en el año 73 se opuo virulentamente a las situaciones de facto. El hecho de que hayan sido coloradas las personas que encabezaron los procesos no quiere decir que hayan sido procesos colorados. El golpe de Estado del 33 contó con el apoyo del PN y el golpe de Estado del 73 contó con apoyo de sectores del PIT-CNT y del Frente Amplio (FA). Es un hecho histórico irrebatible, no se puede discutir. Está escrito, está documentado, no hay duda de eso. En ese sentido lo que importa es el partido más que la persona, y el partido siempre estuvo en contra.

Lo fundamental, tanto en la salida del militarismo histórico de los años 80 del siglo pasado, con Julio Herrera y Obes a la cabeza, como en el año 38 con las fuerzas que apoyaron a Baldomir con el “golpe bueno” del 42, como en la salida institucional del año 80, que manejan Jorge Batlle, Sanguinetti y Tarigo como caras visibles, lo importante es que el PC siempre estuvo fuerte y en la vanguardia de la democracia y la libertad. Creo que ese es el juicio histórico que hay que hacer, no que Fulano o Mengano, los iniciales dictadores, fueron colorados, que lo eran, no tengo duda, pero nunca actuaron en nombre del PC, actuaron traicionando a su colectividad.

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