
NB —¿Hay candidatos o sectores que encarnan esa cultura de la selfie actualmente en el sistema político uruguayo?
LHL —Sí, alcanza con ver cómo vivimos y cómo viven sobre todo los muchachos más jóvenes para darnos cuenta de que la selfie es una actitud cultural que se ha instalado en la sociedad. Por lo tanto habrá candidatos que representen la selfie, y me parece muy bien, no es que yo esté en contra de la selfie, por el contrario, también las uso, pero en todo caso no me parece que alcance con decir “yo soy lindo y bonito, vótenme”. Soy lindo y bonito, pero además represento estas ideas y tengo estas propuestas y voy a hacer esto. No creo que estemos viviendo un proceso tan de retroceso y de involución como para que la gente vaya a votar solamente por una imagen de espuma que se forma en algún momento de la contienda pública.
RA —Usted ha dicho que uno de los caminos para recuperar al PC es que recupere su ala más batllista, su parte más de centroizquierda o socialdemócrata. Y hay quienes dicen que hoy en día quien mejor representa las verdaderas ideas del batllismo es el FA.
LHL —El Frente se ha venido apoderando, con buen resultado electoral y con eficacia, de banderas que andaban sueltas. Pero hay diferencias muy grandes. El batllismo nunca creyó en la lucha de clases, es una diferencia histórica, ideológica, conceptual, de fondo, y es notorio que hay sectores frentistas que aún creen en la lucha de clases como motor de la sociedad y de la historia. Esto lleva a que haya sectores del Frente que todavía se embanderen con expresiones de división social y de odio, que no creen en la conciliación del capital y el trabajo. El batllismo cree especialmente en la conciliación del capital y el trabajo, por lo tanto aquí hay una cruz de los caminos que nos diferencia. El Frente podrá invocar a Zelmar Michelini o a Alba Roballo, tiene derecho a hacerlo; nosotros también, y los invocamos y los respetamos y los queremos como figuras que fueron del PC, aunque después optaron por otros caminos. Pero en nuestro imaginario ese batllismo de los años 50 está muy presente, muy firme y muy claro, y ese batllismo de los años 50 no creía en confrontaciones que dividan a la sociedad.
Hoy estamos pensando en esto que decía de la robótica, del empleo, de la formación de nuevas mentalidades, de un Uruguay competitivo, un Uruguay que concilie capital y trabajo, un Uruguay que eduque a su gente para el mundo del año 2030, cosa que no estamos haciendo. Eso se hace con una concepción integradora que el batllismo tiene y que el frentismo no tiene.
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Transcripción: María Lila Ltaif









