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Entrevista central, viernes 27 de mayo: Gonzalo Ferreri

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EC —Es cierto que el panorama era otro, pero de todos modos las advertencias a propósito de que se venía una desaceleración de la economía y de que las propuestas que estaba haciendo el Frente Amplio (FA) en la campaña eran demasiado generosas se escucharon. Yo mismo en entrevistas aquí en el programa las tuve, y esos comentarios aparecieron incluso en el foro Los Presidenciables, que organizamos con los candidatos y sus equipos de asesores.

PF —Sí, pero ahí hay un matiz. Una cosa es prever un escenario de desaceleración, un escenario más complejo, cosa que preveíamos todos, de hecho las previsiones que luego puso el equipo económico en el presupuesto hablaban de un crecimiento superior al que se está dando, pero muy inferior al que se había dado en la última década. Había previsiones de que la economía se iba a ir desacelerando, pero con honestidad intelectual nadie puede decir que en el 2014 era posible prever la intensidad y la velocidad con la cual se deterioró el escenario regional e internacional. Nadie preveía, por ejemplo, lo que ocurrió en Brasil, mezcla de una situación económica y política.

Luego elaboramos el presupuesto en los meses de marzo, abril, mayo, para enviarlo al Parlamento y tuviera allí su discusión. En ese momento, como lo presentamos, las proyecciones que hizo el equipo económico estaban alineadas con las previsiones que a esa altura del año habían realizado todos los organismos internacionales (Banco Mundial, Cepal, Fondo Monetario Internacional, etcétera) y también con el valor medio de las proyecciones de los economistas relevados por el Banco Central del Uruguay (BCU).

EC —De todos modos, las luces amarillas se encendieron. Y no solo de la oposición, también de analistas económicos que plantearon que el Gobierno estaba disponiendo aumentos de gastos que no iban a tener sustento.

PF —A eso voy. Luego, los economistas que tuvieron un punto de partida en el año 2015 bastante similar al del equipo económico fueron ajustando rápidamente sus proyecciones. (Con algunos de ellos mantengo una excelente relación, en muchos casos no profesional sino personal, y antes que muy buenos economistas son personas preocupadas por el bien del país.) Pero es bien distinta la velocidad a la cual puede maniobrar quien realiza una consultoría que la velocidad a la que maniobra quien gestiona el presupuesto nacional y todas las cuentas públicas. Son escenarios diferentes. En este momento estamos haciendo esta revisión de las proyecciones que nos da un valor menor; frente a eso podíamos tomar dos caminos…

EC —Me quedó una duda: el trámite parlamentario del proyecto de presupuesto fue largo, fueron seis meses prácticamente. En ese lapso hubo tiempo para corregir…

PF —Sí; reitero, como los economistas, analistas del sector privado fueron corrigiendo sus proyecciones, nosotros planteamos una serie de incrementos, creímos que con la información analizada a ese momento se estaba tomando una medida prudente de aumento del gasto. Pongo dos ejemplos.

Primero, es la primera vez en décadas que los incrementos presupuestales previstos en un presupuesto nacional solo se fijan para los primeros dos años para luego ver cuál es la realidad. Eso es una clara muestra de prudencia. Muchos de los que hoy critican al equipo económico o al Gobierno por imprudente nunca realizaron un presupuesto con esta moderación, para dos años.

Segundo, cuando miramos el incremento presupuestal propuesto –que era para dos años– y lo comparamos con los de varios presupuestos para atrás, el que se realizó en esta oportunidad es el más moderado. Bastante más moderado que lo que vimos en los presupuestos de los partidos políticos que gobernaron antes de este Gobierno. Esas son muestras claras de prudencia.

EC —De todos modos, varias de las posiciones críticas que se escuchaban decían que no había margen para aumentar el gasto. Una interpretación posible es que el equipo económico y el Gobierno tuvieron que manejarse en función de un clima de muy fuerte conflictividad gremial y se salieron de la realidad.

PF —Ni nos salimos de la realidad ni nos dejamos llevar por la conflictividad gremial. Si con eso hubiéramos solucionado la conflictividad gremial, no habríamos visto lo que vimos durante seis meses en la esquina del ministerio. No hubo ninguna cesión, ninguna concesión, no se cedió frente a presiones. Fue lo que honestamente el equipo económico previó.

Frente a ese escenario que cambió drásticamente, intensamente y sobre todo velozmente, teníamos dos opciones. Porque también, para no tomar medidas impopulares, para no ir contra lo que se dijo en la campaña electoral, podríamos haber elegido flotar, no hacer nada, no tomar medidas. Pero nosotros no estamos para hacer cálculos electorales ni de simpatía personal, estamos para gobernar, la gente nos eligió para eso. Y lo que entendemos que es necesario, que es mejor para el país, es tomar decisiones que nos permitan consolidar las cuentas públicas, que nos permitan continuar avanzando hacia el orden macroeconómico y fiscal y sustentar sobre ese orden un rápido camino de crecimiento mayor. Porque el crecimiento genuino viene a través de las inversiones, sobre todo de las inversiones del sector privado. Y para eso precisamos un clima macroeconómico y fiscal que dé estabilidad y que dé confianza, que dé certezas, porque las inversiones productivas son las que generan mano de obra, son las que generan trabajo; para nosotros la principal política redistributiva continúa siendo la generación de empleo de calidad y bien remunerado.

En esa línea estamos trabajando. Para nosotros esto tiene que ver, como decía Seregni, con la ética de la responsabilidad. Podríamos haber optado por no tomar medidas no simpáticas o antipáticas, pero la responsabilidad nos indicaba que esto era lo mejor que podíamos hacer y que el momento era ahora y no esperar a que el escenario se deteriorara. Este es en definitiva el camino para recuperar una senda de crecimiento en el corto plazo.

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