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Entrevista central, viernes 3 de marzo: Carmen Bruzzone

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EC —El hecho de que el joven vaya a la empresa, ¿implica que después va a terminar trabajando ahí? ¿Qué relación hay entre su futuro laboral y la empresa en la que estudió?

CB —No necesariamente, la empresa es un espacio de formación en el marco de la Ley de Empleo Juvenil. Allí va a ir a estudiar, a formarse y a trabajar. Eso no le genera ningún compromiso de ningún tipo a la empresa, termina el año y el joven vuelve a Ánima. Al año siguiente, excepcionalmente puede volver a la misma empresa o va a ir a otra empresa a hacer su segundo año de pasantía y de práctica formativa. Quedan claras la libertad del joven y la libertad de la empresa. En muchos países, cuando se conoce a la persona y la persona conoce a la empresa, cuando la empresa sale a buscar gente le queda mucho más cómodo que quede esa persona.

EC —Esa es una ventaja, pero no hay una obligación.

CB —De ninguna manera.

EC —¿Cómo se selecciona a los alumnos?

CB —El primer año hicimos una convocatoria visitando diferentes liceos y UTU, contando la experiencia, contando lo que queríamos hacer, y los jóvenes se inscribían mediante Facebook. A partir de allí se los convocó, se hizo un sorteo y quedaron los que quedaron.

EC —El sistema es el sorteo.

CB —El primer año lo hicimos así. Para el segundo aprendimos que Ánima es de tiempo completo, es exigente, es una propuesta que exige a los jóvenes estudiar todos los días. Tienen todos los apoyos para hacerlo, tienen apoyos de personas, si tú necesitás un apoyo especial lo vas a tener, si necesitás un acompañamiento también lo vas a tener.

EC —¿Tienen alimentación?

CB —Sí, tenemos alimentación. Tuvimos un apoyo puntual en un momento de INDA, después por razones presupuestales INDA no pudo seguir apoyando y una empresa privada nos da la alimentación. Este año pensamos que se podrá incluso producir en Anima.

EC —¿Cuál fue el aprendizaje que hicieron en el primer año?

CB —Que estaba bueno que nosotros pudiéramos trasmitirles a los jóvenes la exigencia que implica estar en Ánima, la disposición que tienen que tener. Entonces hicimos lo que llamamos talleres pre-Ánima, hicimos sesiones de trabajo con ellos. Eran dinámicas básicamente de juego, los exponíamos al trabajo en equipo, a reflexionar, a pensar, a movilizar su creatividad, e intentamos que ellos conocieran Ánima y tomaran ellos la decisión. Y nosotros también empezamos a conocer qué competencias tenían estos jóvenes, qué habilidades, y a tener un relacionamiento. Les decíamos: “ustedes nos eligen y nosotros los podemos elegir también”. Y después fuimos al sorteo, porque se anotaron más de 300 jóvenes e íbamos a elegir 50. Pero a priori, para la primera mirada, el criterio tiene que ver con priorizar a aquellos jóvenes que vienen de sectores de pobreza y vulnerabilidad. Y vamos a priorizar mujeres que quieran hacer TIC, por ejemplo.

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