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Entrevista central, viernes 7 de abril: Juan Manuel Petrissans

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EC —¿Algunos ejemplos?

JMP —Venimos trabajando desde hace tiempo con la industria publicitaria en generar carteles inteligentes que interactúan con los usuarios. Un buen caso realizado a través de Electric Factory –que es uno de los socios principales de Sinergia Tech– es el caso de una serie de carteles que cultivaban bacterias y uno podía ver en una pantalla cómo ese cultivo iba creciendo. Era un cultivo tomado por ejemplo a partir de un teléfono celular o de un lápiz labial, cuestiones que utilizaban todos los días. De esa manera poníamos la tecnología al servicio de evidenciar una situación a la que muchas veces las personas no le prestan suficiente atención. La campaña se hizo para un cliente determinado del grupo y tenía la intención de posicionar su jabón antibacterial y mostrarlo desde una perspectiva distinta.

EC —¿Otro ejemplo de lo que han estado haciendo hasta ahora?

JMP —En contraposición a eso, tenemos una cantidad de proyectos que tienen un carácter mucho más social. Por ejemplo, trabajamos con sistemas de acuaponia, una técnica que combina la hidroponia con la piscicultura para generar alimentación sustentable. Estamos promoviendo la incorporación de pequeños dispositivos de acuaponia en escuelas en Montevideo y estamos tratando de trabajar también con algunos restaurantes y demás para llevar este concepto y generar la conciencia de que también en la ciudad se puede generar sustentabilidad alimentaria.

EC —¿Qué tiempo tienen estas instalaciones?

JMP —Estamos cumpliendo un año hoy.

EC —Y ahora lanzan After School. Expliquemos bien de qué se trata.

JMP —Una de las principales preocupaciones que tenemos en Sinergia Tech, una vez que empezamos a trabajar con diferentes sectores y actores en Uruguay, es que hay una muy baja tendencia, sobre todo entre las personas jóvenes, a involucrarse en proyectos de carácter científico-tecnológico. A nosotros mismos nos está costando conseguir técnicos de nivel para involucrarlos en los proyectos que desarrollamos para clientes.

Esa preocupación, que es compartida –creo– por casi todos los uruguayos, tenía mucho que ver con cómo se estaba estructurando el abordaje de las cuestiones científico-tecnológicas a nivel del sistema educativo. Entonces nos preguntamos por qué no ir un paso más allá y generar una propuesta educativa que acercara a los niños y jóvenes a todo este universo de la ciencia y la tecnología, y sobre todo les brindara las herramientas que necesitan para poder materializar sueños o ideas. Para nosotros es muy importante la cuestión de la motivación en el proceso educativo, y entendíamos que a veces los chicos no se acercan a estas tecnologías porque no están lo suficientemente incentivados o no ven un resultado de la aplicación de esas tecnologías que los motive a involucrarse con mayor seriedad.

EC —¿No hay un cambio en esa materia a partir del Plan Ceibal, por ejemplo?

JMP —El Plan Ceibal es un cambio bastante interesante. Uruguay empujó mucha infraestructura a los centros educativos públicos especialmente, pero nosotros vimos dos cuestiones. Por un lado, la infraestructura se empujó principalmente a los ámbitos públicos y tenemos una cantidad de niños, cientos de miles de niños para ser precisos, que están en ámbitos de educación privada. Por otro lado, la penetración del Plan Ceibal empujó una cantidad de infraestructura, pero en algunos casos esa infraestructura queda subutilizada por falta de contenidos. Es muy difícil a veces pedirles a los docentes, que están en una situación bastante particular y nosotros lo entendemos en cierta medida, que generen estas propuestas innovadoras cuando muchas veces no tienen los medios o no vienen de estar en contacto con este tipo de proyectos.

EC —Lo cierto es que los chicos, los niños, los escolares por ejemplo, hoy tienen la tecnología en sus manos todo el tiempo. Desde el teléfono celular inteligente, cada vez más extendido, hasta las tablets e incluso las propias ceibalitas.

JMP —Es cierto. Lo que nos preocupa un poco, y por eso generamos esta propuesta After School, es tener niños que utilicen la tecnología para solucionar problemas y no que sean utilizados por la tecnología como consumidores.

EC —Y lo que ustedes notan por otro lado es que en materia de actividades extracurriculares este campo prácticamente no está contemplado. Yo mencionaba recién ejemplos de las opciones más o menos clásicas, idiomas, música, un club deportivo, talleres de plástica, pero esto otro casi no está.

JMP —Hay muchas propuestas, sobre todo en ámbitos que tienen que ver con creatividad, con expresión corporal, que son temas muy importantes y muy interesantes para complementar a la persona, pero nos encontramos con que hacía falta un programa que abordara estas cuestiones en particular. Sobre todo porque tenemos niños que a veces no quieren estar corriendo atrás de una pelota y que quieren estar armando su propio Iron Man o vaya uno a saber qué. ¡En la cabeza de los niños pasan tantas cosas!

EC —¡Tiene que haber una opción para los nerds! El nerd es el extremo en ese sentido, pero este tipo de intereses existen y quizás no tienen correspondencia en las opciones de enseñanza extracurricular. Allí apuntan ustedes. Leía unas declaraciones tuyas: “Queríamos una actividad que les resultara interesante y divertida, pero que, a su vez, nos permitiera ‘mover la aguja’ a nivel social e incidir positivamente sobre sus trayectorias educativas formales”. ¿Cómo es eso?

JMP —Esto surge básicamente por dos cuestiones. A mí me gusta mucho narrar historias con respecto a los conceptos, me parece que son bien ilustrativas. El año pasado desarrollamos unos talleres de robótica educativa con el Ministerio de Industria –que nos viene apoyando bastante con este esfuerzo–, y había un chico que vino derivado del Centro de Desarrollo Económico Local de Casavalle, que terminó su programa, hizo todo el curso de robótica y le llegó la instancia de recibir de manos del subsecretario un diploma que demostraba que había completado el curso. Fue a buscar su diploma, mostró su robot, dedicó el diploma a su mamá, y cuando le tocó hablar dijo: “Esto es para toda la gente que piensa que en Casavalle lo único que hay son tiros. En Casavalle existimos un montón de personas que queremos hacer otra cosa, que estamos para más y lo que precisamos es la oportunidad”.

Creo que la gente se construye de oportunidades y de sus propias decisiones. Nosotros con After School tratamos de fortalecer esos dos puntos. Por un lado, proporcionar la oportunidad a un montón de chicos que hoy no la tienen; por otro lado, a aquellos que sí la tienen darles las herramientas técnicas para que tomen mejores decisiones. Queremos ayudarlos a que aprendan a aprender constantemente, porque no sabemos qué les depara el futuro dentro de 10 años o de 15 años, que tengan la capacidad de adaptarse y de estar preparados para cualquier cosa.

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