Lunes 26.10.2020
EMILIANO COTELO (EC) —En primer lugar, recordamos para los oyentes cuáles eran las dos preguntas del plebiscito.
FERNANDO ROSENBLATT (FR) — La primera era: ¿quiere usted una Nueva Constitución?, frente a lo cual las respuestas posibles eran apruebo o rechazo. La segunda era referida al tipo de órgano y se preguntaba qué tipo de órgano debiera redactar la Nueva Constitución: Convención Mixta Constitucional o Convención Constitucional
(EC) —¿Cuáles son las primeras conclusiones de lo que pasó ayer?
Lo más importante, en términos históricos, es que por primera vez en su historia, Chile tendrá una Constitución política hecha en democracia. Además, tendrá una particularidad bien importante e interesante para los procesos democráticos en el mundo: será una convención constitucional paritaria, una tremenda victoria del movimiento feminista.
Murió la constitución del tirano. Murió la constitución de Pinochet. Hubo reformas, para empezar en 1989 antes del retorno a la democracia en 1990 y luego, en 2005, durante la presidencia de Ricardo Lagos.
(EC) —¿Cómo llegamos a este día tan histórico para Chile?
El 18 de Octubre del año pasado comenzó un estallido social. Comenzó con una protesta por el aumento del precio del metro: “El salto al torniquete” de algunos estudiantes secundarios que después se transformó en una ola de protestas muy masivas, que se resumían en la idea de “no son 30 pesos, son 30 años”. Eran protestas muy inorgánicas, sin una agenda muy clara, sin líderes. Fueron meses de mucha movilización, empañados por saqueos y otros desórdenes pero, sobre todo, por niveles de represión con violaciones a los DDHH de parte de Carabineros.
Las protestas fueron cristalizando en las demandas que han sido parte de las movilizaciones en Chile de los últimos años: pensiones, educación, salud. Y poco a poco fue apareciendo también, de manera clara, la demanda por una nueva constitución; sobre todo impulsada en las elites políticas, intelectuales y algunos movimientos que han venido promoviendo la necesidad de una nueva constitución.
En el medio de la crisis política, en el punto más alto, más complejo, los líderes políticos llegaron a un acuerdo. En la madrugada del 15 de noviembre, declararon el “Acuerdo Por la Paz Social y la Nueva Constitución”, que establecía la realización de dos plebiscitos, uno de “entrada”, el de ayer, uno de “salida”.
(EC) —Hablemos un poco de los resultados.
- Apruebo 78,3%, Rechazo 21,7%
- CC 79%, CM 21%. La diferencia en ambos resultados fue mayor a la anticipada por las encuestas, aunque no había mucha duda del resultado.
- Participación, 50,8%. Votaron 7.521.829. En la segunda vuelta presidencial de 2017, votaron 7.032.585 personas.
- El rechazo ganó en Vitacura, Lo Barnechea y Las Condes. Las comunas más ricas de Chile. En Providencia, otra comuna de altos ingresos, ganó el Apruebo (y por amplio margen, 63%).
- En todo el resto de Chile, fue una victoria aplastante del Apruebo. Si vemos los resultados por regiones: Antofagasta, en el norte de Chile, el Apruebo ganó con un 84%. En Atacama, 86%. Coquimbo 84%.
- En la Región Metropolitana de Santiago, 78% para el Apruebo. Pero lo interesante, es que, así como en las comunas más ricas de Chile ganó el Rechazo, en las comunas más populares el Apruebo por mayor diferencia.
- En el sector Nor-Poniente, en, Quilicura, 87%, Renca 88%. En otras comunas populares del sector poniente, Lo Espejo, 88%, La Pintana también 88%. Y en Puente Alto, una comuna popular y la comuna más poblada de Chile, también ganó el Apruebo con 88%.
Además, todavía no lo sabemos, pero se sospecha que los jóvenes (de 18 a 30 años) votaron mejor que su tasa habitual, especialmente jóvenes de sectores populares. Más adelante podemos volver sobre esto.
Juan Pablo Luna tuiteó, “clivaje de clase”, básico.
Juan Pablo Luna: “Tres comunas y todo el poder económico/político/técnico vs. amplia mayoría electoral. ¿quién y cómo la vertebra y representa hoy?…”
(EC) —Proponías que nos detuviéramos en el dato de la participación. ¿Qué nivel de participación se esperaba?
La participación fue muy similar a la que se registró en la segunda vuelta presidencial de 2017, en la que ganó Sebastián Piñera. En aquella segunda vuelta votó el 49%. Ayer votó el 50,8%.
Pero la composición del voto, al menos preliminarmente, cambió algo.
Veamos las comunas más pobladas, comunas populares de Chile:
Puente Alto, la comuna más grande, en la segunda vuelta de 2017, 167.068, que representaba el 43%. Ayer votaron 227.727 personas, el 57%.
Maipú, en el sur-poniente, en la segunda vuelta de 2017 votaron 195.843, era el 52%. Ayer, 228.628, el 62,3%.
En las comunas más ricas, donde ganó el Rechazo: Vitacura, en la segunda vuelta de 2017, votaron 62.091, el 73% del electorado. Ayer, 60.083, el 67,71%.
Una comuna muy popular, Quilicura, en 2017 votaron el 48%. Ayer, votó el 60%.
La Pintana, comuna muy pobre, en la segunda vuelta de 2017 votó el 37%. Ayer, 51%
(EC) —¿Se sabe algo de la participación por edad?
No sabemos la participación por edad, al menos hasta ayer a la noche yo no vi eso. Es probable que haya aumentado la participación de los jóvenes. En las últimas elecciones, en los últimos, años, la participación de los jóvenes era muy muy baja, especialmente en las comunas más pobres de Chile. Y esto parece que cambió, al menos ayer.
Sabemos que la participación en protestas puede ser un factor que aumente la predisposición a votar en el futuro. Hay muchos jóvenes, que crecieron con las protestas estudiantiles de 2006, que protagonizaron el movimiento estudiantil en 2011(o que eran niños en ese momento) y que hoy están participando por primera vez. Además, era una votación muy importante, muy clara, de poder tirar abajo la constitución de la dictadura. Y quizás ahora empiecen a votar, no lo sabemos.
Volviendo a la participación general, es probable que la pandemia alejó a alguna gente, pero sobre todo adultos mayores.
Además, están los que de ninguna manera iban a participar. Creo que nadie pensaba una participación superior al 65-70%. No se llegó a ese porcentaje, podríamos decir, por dos grandes razones: la pandemia y la debilidad organizacional.
Sobre lo primero no se puede hacer mucho. O se podría haber hecho, pero esa es otra discusión. El problema, sobre lo cual la política tiene que hacer algo, es sobre la capacidad de organización y de movilización. Eso es lo que, en algún sentido, está expresado en el tuit de Juan Pablo Luna.
(EC) —¿A qué te referís?
En diversos estudios ha quedado claro que Chile tiene un problema de agregación vertical de intereses. Los partidos, como hemos dicho tantas veces, no tienen raíces en la sociedad y no tienen la capacidad entonces de movilizar como lo demostró, ante una adversidad tremenda, el MAS en Bolivia hace algunos días. No hay organizaciones políticas, y tampoco hay organizaciones sociales, que logren movilizar más de lo que se movilizó ayer.
Por un lado, no votó más gente porque esto es lo que rindió (y fue mucho en algunos sectores). Por otro, esa gente que sí se incorporó, muchos que votaron seguramente por primera vez (la pista que tenemos es el aumento en la participación en las comunas más pobres, populares, del gran Santiago), ¿y ahora?
Recordemos que pasó un año y algunos días desde el 18 O, el inicio del estallido social en Chile, frenado artificialmente por la pandemia, que ha pegado y mucho en Chile. Es decir, el país está entre agotado, con rabia latente, con un estallido que quedó un poco trunco.
Afortunadamente estaba definido este plebiscito, y se pudo hacer. Estaba previsto para el 26 de abril, pero ahí estábamos en el primer tramo de lo que fueron varios meses de cuarentena estricta. La pandemia puso una pausa al estallido y ayer llegamos al plebiscito.
Durante el estallido se vio claramente el divorcio absoluto, la ruptura con las organizaciones partidarias, un sistema de partidos totalmente desprestigiado. En general en chile todas las instituciones tradicionales, de la democracia o emblemáticas de la sociedad (como la Iglesia) tienen los niveles de legitimidad y confianza por el piso, salvo Bomberos y las Universidades.
La pandemia congeló un poco eso y el plebiscito creo que generará una primavera, pero creo que será corta. Ojalá me equivoque.
Como decíamos hace unos instantes, por ahora no hay quien, al menos por ahora, sea capaz de articular los intereses de la sociedad, canalizarlos, y transformarlos en opciones políticas que capten mayorías sociales, y que lo haga de una manera estable; hoy no hay grandes partidos, grandes coaliciones, amplias, con profundidad en la sociedad. No hay organizaciones políticas, pero tampoco hay instituciones sociales que gocen de mucha legitimidad. Estamos en una crisis muy profunda.
Ayer fue un nuevo día, se torció la historia, y eso también hay que destacarlo. Ayer se dio un paso que se tenía que dar. Pero lo que sigue ahora es un desafío muy grande para el sistema político chileno. La historia no está escrita, es cierto, pero el panorama para lo que sigue es muy complejo.
Los partidos tienen una oportunidad para reconectar. Hay nuevas organizaciones, muchos partidos nuevos, muy pequeños o de los que todavía no conocemos su potencial electoral. Hay un calendario electoral muy vertiginoso, elecciones de consejeros regionales, de gobernadores elecciones municipales (concejales y alcaldes), de convencionales, luego plebiscito de salida, elecciones nacionales. Hasta 2022 se vienen muchas elecciones. Hay una oportunidad ahí, pero el gran desafío no es el de ganar una elección, alguien las va a ganar. El gran desafío es gobernar y mantener legitimidad y el apoyo de la ciudadanía y el contexto en este sentido no permite ser muy auspicioso.
(EC) —¿Cómo sigue ahora el proceso constituyente?
El 11 de abril se elegirán 155 convencionales. Se elegirán bajo las mismas reglas, distritos que en las elecciones para la Cámara de Diputados. En ese día también se elegirán Gobernadores Regionales, Alcaldes y Concejales. Para la elección de convencionales habrá listas de independientes y la Convención Constitucional, como decíamos al inicio, será paritaria.
Estos convencionales van a trabajar en la redacción de la nueva Constitución. La Constitución del 80, con sus reformas, se terminó. Después de 9 a 12 meses de trabajo, se convocará a un segundo plebiscito, “de salida”, un plebiscito ratificatorio. El órgano constituyente entregará la Nueva Constitución, con la aprobación de dos tercios de sus miembros. A partir de entonces la Convención se disuelve. Y se convoca al plebiscito ratificatorio. La participación en ese plebiscito será obligatoria.
Allí también se podrían poner a consideración algunas disposiciones que no alcancen el quórum necesario de 2/3 para todas las materias que serán incluidas en la nueva constitución.
(EC) —¿Cómo ves a los diferentes actores políticos frente a todo lo que se viene? Vos decías que el escenario es más bien complejo; eso quedó claro y vos citabas el antecedente muy reciente del estallido social (y ahora crisis social y de salud pública con la pandemia) pero, ¿hay algún “ganador” de ayer?
Un actor para destacar de la jornada de ayer es el Servicio Electoral. Todo funcionó muy bien, en un contexto muy complicado y con mucha incertidumbre sobre la pandemia, los niveles de participación. Pero todo funcionó impecable.
En el plano político. Quién es el ganador. Esta es la gran incógnita. Volvemos al punto de la crisis del sistema político, de las instituciones de la democracia representativa. El nivel de “descongelamiento” del sistema de partidos, el nivel de desarticulación, de falta de legitimidad, hace que todo lo que sigue sea una verdadera incógnita. Una de las grandes preguntas, me parece, es esa ¿quién se apropiará, en el futuro, del relato de toda esta coyuntura? Por ahora no está claro. Se abrió una ventana de la historia, pero no está claro cómo sigue. ¿podrán recuperar la legitimidad en la ciudadanía? ¿o algún nuevo proyecto, coalición, podrá construir esa base de legitimidad y apoyo?
En Chile hoy no hay, un MAS o, por ejemplo, como tuvo en los años 30, un Frente Popular, desde el centro hasta la izquierda. El Frente Popular que, como tal, duró poco, pero fue el primero electo democráticamente en América Latina, en 1938.
Entonces, no parece claro que haya un sector que pueda decir que puede canalizar el incremento de la participación en las comunas populares, por ejemplo.
Chile está en lo que la literatura llama “coyuntura crítica”, este es un momento de posibles grandes transformaciones, un momento donde las estructuras pueden cambiar, donde la acción política de los actores realmente puede torcer la historia. Es un momento donde uno puede decir “la historia puede escribirse de otra manera”. El problema es que por ahora no está claro quién o cómo podría hacerlo. Entonces, esta “coyuntura crítica” podría terminar, por ejemplo, con una nueva constitución, votada en Democracia, elaborada totalmente en Democracia, pero sin actores políticos institucionalizados, con respaldos de amplios sectores de la población, agrupando movimientos sociales, etc.
Es decir, podríamos terminar con un nuevo texto constitucional pero con los mismos niveles de apatía y distanciamiento de la política y, como ya se ha planteado, con la posibilidad de nuevos estallidos sociales.
Creo que este punto está claro para todos los actores en la política. Ayer se terminó la Constitución de Pinochet, se borra un legado más, un pilar de la dictadura chilena y se abren muchas incógnitas sobre cómo será el sistema político post estallido y post convención constitucional. Pero sobre todo, cómo serán los vínculos sociedad-política.
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