
EC —Es un fantasma que sobrevuela. Ya charlaremos sobre la posibilidad de Talvi…
JMS —Bueno, no le pongas fantasma porque entonces ya lo ponemos como algo temeroso (Risas).
EC —Bueno, pero es una posibilidad o una ilusión para muchos.
JMS —Por ahora es una ilusión para muchos y en cualquier caso nos agrada que pueda venir un aporte de esa naturaleza al partido. De modo que yo lo que siento es que el país se nos ha ido cambiando, que no estamos viviendo en el Uruguay en el que nos criamos, del Uruguay del que siempre hemos estado tan orgullosos, estamos en un país distinto; yo lo defino con una sola frase: tenemos crecimiento económico y decadencia social. Parece paradójico pero no lo es, ha habido crecimiento económico desde todos estos años, desde la bonanza desde el 2003 que comenzó con los grandes precios internacionales de la soja y la carne, y que luego ha continuado porque el país tiene crecimiento económico, lo ha tenido.
Al mismo tiempo tenemos una gran decadencia en la educación, cosa que hoy ya casi nadie discute; antes éramos los solitarios que defendíamos eso y ahora todo el mundo reconoce que hay que reformar. Anoche, hasta el Frente Amplio también reconoce que hay que reformar…
EC —En el acto de Eduy21.
JMS —Sí, en el Palacio Legislativo donde estuve presente. Esa es la base porque en un país como el Uruguay la educación fue la base de la democracia, la base de su progreso, la base de su estabilidad social, la amalgama que se generó con la inmigración de los años del 900. Tenemos una educación con espantoso rendimiento; segundo lugar, tenemos una crisis de seguridad pública, que es inocultable. Hasta hace poco el gobierno se negaba a utilizar la palabra "crisis", pero hoy ya no hay ninguna duda porque se ha agravado. El año pasado terminaba con un ministro Bonomi diciendo: "Han bajado guarismos", nadie veía la bajada pero había un avance cualitativo, y este es un tercer aspecto, que es fundamental en la sociedad uruguaya, que es el avance de la droga. Como consecuencia del narcotráfico, pero si crece es porque van a aumentar los consumos porque el Uruguay ya tiene instalada la droga. Todo esto genera además una situación mucho más preocupante en la perspectiva del tiempo, y que sale hija de los verdaderos debates de los cuales a su vez muchos aspectos de la estructura del partido de gobierno los genera, que es la incorporación al mundo en el que estamos. No el del futuro, el de hoy.
El país no está discutiendo cómo se inserta en el mundo digital, a todos nos ha cambiado la vida: a usted le cambió la vida en la radio, a mí me la ha cambiado todo también. Entonces, para ese mundo ¿qué estamos preparando? ¿Qué estamos pensando? No advertimos que la riqueza hoy es distinta, las cinco empresas de mayor cotización de bolsa del mundo son digitales: Google, Apple, Amazon, Microsoft, Facebook. No son empresas que producen medicamentos, automóviles o bancos como era hasta ahora. Esto nos está diciendo que el mundo es ese, y todas estas empresas son hijas de la innovación: de innovadores que se lanzaron, algunos desde un garage, hacia algo nuevo. Ese debate no lo tenemos porque estamos sumergidos en estos dos territorios tan polémicos.
EC —Bueno, fíjese lo que fue: flor de alegato el suyo, casi que un discurso, cuando estábamos hablando por qué usted se larga. ¿Por qué, efectivamente, usted vuelve al ruedo?
JMS —Es que por eso estoy. Imagínese que a esta altura de mi vida yo fui dos veces presidente, o sea que no tengo nada para agregar o añadir de lo que ya hecho en la vida desde el punto de vista político. No tengo nada para conquistar, salvo el sentido de responsabilidad de contribuir a un cambio en el país que habilite a asumir estas cosas de las que estamos hablando.
EC —Ahora, es sacrificado eso que usted acaba de encarar y de empezar a hacer: eso de hablar aquí y allá para grupos, en definitiva, chicos que son de decenas de persona. ¿No le da pereza a su edad -más de 80 años-, y teniendo atrás esa trayectoria política de la que hablaba, ese trabajo de menudeo?
JMS —A mí nunca me da pereza. Todas las cosas que hago las hago con entusiasmo: hago con entusiasmo periodismo y escribo todos los días del año para algún lado -para el correo de los viernes, para El País de Madrid, para La Nación de Buenos Aires, para El País de acá-. Lo hago con entusiasmo y alegría, y esto lo hago con, si quiere ponerme una palabra más solemne, sentido del deber. Estricto cumplimiento del deber. Yo miro el país desde la perspectiva colorada y batllista, esa ha sido mi visión, ha sido mi lucha y creo que lo mejor que tiene el país ha sido el resultado de esa visión. Hoy está debilitada y hay gente amiga que me pide: "Queremos luchar por esto", y con mucho gusto lo hago porque justamente se me podrá decir cualquier cosa, pero no que estoy en esta tarea en búsqueda de una posición. Estoy para defender estas ideas y creo que el país precisa un cambio, que habrá un gobierno de coalición el próximo gobierno, tiene que ser un gobierno de coalición; tenemos que participar en eso, no yo personalmente, pero sí el modo de pensar nuestro una vez que hayamos conquistado una bancada parlamentaria que sea seria. Espero que el Partido Colorado vuelva a retomar un sendero de crecimiento.
EC —Dentro de una rato capaz que profundizamos en algunas de las inquietudes que planteó recién en esa enumeración, pero para avanzar un poco más en la identificación de este sector, usted mismo lo mencionó al pasar: hay otras corrientes batllistas que ya tienen precandidatos presidenciales, está por un lado Fernando Amado con Batllistas Orejanos, y está la otra que vienen armando José Amorín y Germán Coutinho. Entonces, ¿en qué se diferencia está en la que usted se incorpora -batllistas, creo que la están llamando-? Tabaré Viera decía hace unos días cuando lo entrevistábamos acá que era un batllismo ortodoxo pero aggiornado. ¿Qué es eso?
JMS —Bueno, esa es una expresión que yo usé también. Se usa en el sentido de que la visión batllista es la visión clásica de un país basado en un estado social, libertades públicas, la economía de mercado; por ahí viene el aggiornamiento del batllismo, que ya no siente el Estado como el motor de la economía, que en un momento tuvo que ser porque tenía que serlo, pero hoy no es así porque ya no es ese su rol. Hoy su rol es de un garante, de que las actividades económicas productivas funcionen. Eso es lo que hablamos de batllismo porque a veces cuando se dice batllismo se dice "Estado", sí, Estado democrático. Ese Estado que el director Nacional de Policía dice hoy que no funciona y que estamos en la anomia porque nadie cumple las leyes. En una palabra, se nos cayó el Estado, entonces ahí sí me salta el batllista porque yo no puedo ver al Estado bajando la guardia. Cuando se dice: "Bajamos la guardia, no hay más corralito mutual porque no podemos perseguir a los que venden afiliaciones". Cuando veo al Estado bajar la guardia realmente a mí me preocupa y me subleva. Entonces ese es el sentido: defender esas ideas, defender nuestra visión de futuro.
Fíjese la educación, que está en crisis. Ayer estaba el Palacio lleno y las cosas que nos dijeron fue que el único intento reformista profundo que se ha hecho en 70 años del país. Hoy todo el mundo reconoce que fue intento bastante bueno.









