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Entrevista, lunes 18 de marzo: Guido Manini Ríos

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EC —Pero el artículo 53 del Reglamento, servicio 21, dice “… todo militar debe [respeto] en toda circunstancia a las Leyes, a los Poderes Públicos, a las Autoridades…”.

GMR —Justamente, si uno lee el escrito completo, no puede deducir que haya una falta de respeto. Alguna gente ha hecho creer en estos días que hubo ahí un desconocimiento o una especie de desacato a un poder del Estado, cuando no es así. Ese escrito obedece a la obligación que tiene el comandante en jefe del Ejército de elevar el fallo del tribunal de honor dando su opinión sobre ese fallo. Lo eleva al Poder Ejecutivo para que este lo homologue o no, y tiene que poner la opinión, que puede ser simplemente “comparto lo actuado por el fallo” o “no lo comparto por tal razón”. Normalmente es así. En estos años he elevado muchos fallos del tribunal de honor y las consideraciones pueden ser muy escuetas, pero en este caso, por tratarse de un tema tan sensible, que a todos los uruguayos nos preocupa, y dado que el fallo del tribunal de honor no coincidía con el fallo que dio la justicia, lo cual es algo sumamente llamativo, entendí necesario explicarle de la forma más clara y leal posible al presidente de la República cuáles eran, en mi opinión –pongo en el escrito “en mi opinión”–, las razones por las cuales el tribunal de honor no coincidía con la justicia.

EC —Yo leí completo ese escrito…

GMR —Es un documento reservado, del cual el Ejército, me consta, no ha hecho ningún tipo de difusión.

EC —Yo lo leí completo, y su crítica a las actuaciones judiciales resulta aplanadora. Por eso puede pensarse que, después de haber tenido varias polémicas con el gobierno (sobre los sueldos de los soldados, sobre la reforma de la caja militar o, más recientemente, sobre el proyecto de reforma de la Ley Orgánica Militar), usted tomó la oportunidad de estos fallos de dos tribunales de honor para “quemar las naves”, para exponer todo el malestar que existe en el Ejército con esas actuaciones judiciales en casos de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. ¿Hubo algo de eso?

GMR —Es una lectura. Pero usted dice que son críticas aplanadoras. Yo tengo que hacer que el presidente o el mando superior entienda las razones por las cuales el tribunal de honor no coincide con la justicia en el tratamiento de este caso tan sensible. Entonces digo ahí “en mi opinión esto obedece…”, primero hago unas consideraciones, digo que el tribunal de honor citó para sus actuaciones a la fiscal del caso, la doctora Mirtha Guianze, que no quiso concurrir a aclarar cosas que el tribunal entendía necesario aclarar, que el tribunal de honor actuó con los elementos que tenía y no coincidió con la justicia, por lo tanto falló en consecuencia. Pero también digo una cosa muy importante que no ha trascendido y que creo que es necesario que se sepa: si el tribunal de honor hubiera comprobado que lo que la justicia dio por probado fue así, los habría condenado sin duda, porque habrían afectado el honor de la institución. Sería bueno que eso también se haga público. En el fondo digo que el tribunal no coincide con la justicia porque este refleja –porque en definitiva sus integrantes son integrantes del Ejército– la opinión generalizada en el Ejército de que la justicia en ciertos casos –tampoco digo siempre ni en todos los casos– actuó más como venganza que como justicia. Lo digo con otras palabras, pero ese es el espíritu.

EC —Tengo un par de frases tomadas de ese escrito: “La Justicia Uruguaya en muchas oportunidades se apartó de los más elementales principios del Derecho, no dando garantías a los acusados. En definitiva, aplicó una suerte de Derecho para el enemigo”, “El militar que es citado como indagado por la Justicia, muchas veces es considerado culpable aún antes de ser juzgado, no tiene las garantías del debido proceso, y es condenado en base a conjeturas o convicciones inadmisibles, sin pruebas fehacientes, y en muchos casos fraguadas o inventadas”. Y sigue. Mi pregunta es: ¿por qué habría actuado de esa forma la justicia?

GMR —El escrito dice que esa es la opinión generalizada entre los integrantes del Ejército, que la justicia actuó de esa forma en determinados casos. Y después se enumeran nueve casos, y en ninguno alguien honesto al leer puede deducir que hay un encubrimiento a torturadores, etcétera, como alguna gente ha salido a decir. Cito nueve casos y podría citar otros nueve que por no alargar el documento no quise poner, pero en los nueve casos que pongo, para los integrantes del Ejército la justicia no actuó como tal sino que actuó por venganza, en mi opinión. Sobre algunos de esos casos incluso –lo pongo en el escrito– ya había hablado previamente con el presidente. Nadie en el Ejército duda de que el coronel Rodolfo Álvarez está preso por ser el sobrino de Gregorio Álvarez y nada más, porque por las figuras que le ponen podrían ir presos todos los integrantes del Ejército de aquella época, porque hubo cientos de jueces sumariantes que firmaron actas, y por no denunciar que había un detenido en tal repartición podrían ir cientos detenidos, pero está preso el coronel Rodolfo Álvarez porque es el sobrino de Gregorio Álvarez. Con estas palabras se lo dije al presidente de la República hace dos años, y el presidente pareció –no digo que lo haya hecho– coincidir con mi opinión, a tal punto que no me dijo nada al respecto. También se lo dije en esos términos a la presidenta de la Suprema Corte de Justicia el año pasado: el coronel Álvarez está preso por ser sobrino de Gregorio Álvarez y por nada más. Lo cierto es que el coronel Álvarez sigue preso, y esa es una de las razones por las cuales en la oficialidad y en el Ejército en general prima el concepto de que la justicia en algunos casos actuó por venganza, que es, ni más ni menos, lo que le digo en el escrito al presidente.

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