EnPerspectiva.uy

Entrevista, lunes 19 de marzo: Fernando López D’Alessandro

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

EC —Cuando decís que se hace una relectura de esos procesos populares re referís a asumirlos, adoptarlos, destacarlos.

FLD’A —Sí, en cierta forma a adoptarlos en una clave positiva, dejando de lado las lecturas históricas del socialismo de la primera mitad del siglo XX, que estaban muy teñidas, es cierto, por el mitrismo, por las concepciones más liberales y sobre todo las más mitristas. En Uruguay no fue tan así, Emilio Frugoni no era un mitrista stricto sensu como sí lo fue en Argentina don Juan B. Justo, por ejemplo. El juanbejustismo fue mitrista radicalmente. Uruguay no lo fue tanto, entonces para adaptarse a esas visiones se hicieron relecturas generales de la historia, se resignificó el papel de Juan Manuel de Rosas, se resignificó el papel de los caudillos, se resignificó el papel de los populismos, sobre todo el del peronismo, y se resignificó el papel que cumplían las Fuerzas Armadas en los procesos de liberación, especialmente porque se deslumbraron mucho con lo que fue el nasserismo y luego en el 68 en América Latina el peruanismo liderado por Velasco Alvarado.

EC —El nasserismo fue un movimiento que se originó en Egipto.

FLD’A —Sí, el surgimiento del nacionalismo panárabe, lo que se llamó también el panarabismo, en que militares que tuvieron además –hoy se sabe claramente– una formación muy influida por los movimientos fascistas europeos encararon después de la Segunda Guerra Mundial procesos de transformaciones en sus sociedades dando golpes de Estado, desplazando en el caso del nasserismo a la vieja monarquía egipcia, tomando el poder y haciendo transformaciones estructurales y culturales en sus sociedades. Estos marxistas nacionales, estos teóricos del socialismo nacional suponían que a partir de esas concepciones nacionalistas y populistas iban a surgir procesos de transformación social profundos que llevarían al socialismo.

EC —Ese socialismo nacional que estás describiendo muy a grandes rasgos se ubica dentro de lo que denominabas por otro lado tercerismo.

FLD’A —Sí, el socialismo nacional abreva en el tercerismo.

EC —Eso quiere decir que se plantaba tanto frente al imperialismo estadounidense como frente al imperialismo soviético.

FLD’A —Por supuesto, por eso lo de tercera posición: ni con el imperialismo soviético ni con el imperialismo norteamericano. Una tercera posición en la que se partía de la siguiente base teórica: la transición al socialismo no se iba a resolver por el triunfo de la Unión Soviética (URSS) sobre los Estados Unidos, sino que el socialismo se iba a concretar resolviendo la contradicción norte-sur. O sea, países dependientes contra países imperialistas. El motor, lo que se llamaba en la época la contradicción principal, implicaba resolver la contradicción entre países dependientes y los imperios de turno.

EC —De todos modos, esa postura del socialismo nacional, en el caso de PS después, con el correr de los años 60, fue derivando a una aproximación a la URSS.

FLD’A —Sí. Yo considero que hay dos factores que tienen un fuerte impacto allí. El primero es la revolución cubana, que marca un antes y un después en el proceso político de toda la izquierda latinoamericana, no solo en los partidos socialistas, y la declaración de Fidel Castro como marxista-leninista que marca un mojón, un antes y un después en ese proceso. En primer lugar. El segundo factor que incide mucho es el fracaso de la Unión Popular en Chile.

Intentando aplicar las tesis del nacionalismo nacional, Trías ensaya una experiencia buscando un nacionalismo popular propio, que en el Uruguay no había. Lo más parecido era el senador Enrique Erro, un nombre que tuvo algunas posiciones […] en el primer gobierno blanco, del 59 al 62. Erro reivindicaba la figura de Herrera, se reivindicaba a sí mismo herrerista, y esa coalición se dio en un partido que venía de una dura lucha contra el fascismo en la Segunda Guerra Mundial y que había estigmatizado a Luis Alberto de Herrera como un fascista, la quinta columna del fascismo en el Uruguay.

EC —Fue una jugada política muy riesgosa desde el punto de vista interno del PS, que salió mal, desde el punto de vista electoral no tuvo buen resultado.

FLD’A —Exacto. Y el fracaso fue tan grande que el partido pierde su representación parlamentaria por primera vez desde 1928, lo que genera una crisis interna descomunal, inmensa, que desperfila al PS. El PS pierde su perfil, pierde sus señas de identidad y comienza una diáspora, se ensayan dentro del PS una serie de opciones, aparecen una serie de opciones, de diferente tipo y calibre. Entre ellas surgen la opción del MLN-Tupamaros, la opción del MUS y otras más, y entre ellas Trías ve la posibilidad en concreto de empezar la transformación hacia el marxismo-leninismo, que instala en el PS el discurso marxista-leninista. Por la documentación que yo manejo de la prensa de la época, se instala en el PS en 1966, 1967.

Comentarios