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Entrevista, lunes 2 de julio: Juan Miguel Petit

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¿Qué sucedió exactamente el viernes pasado en el exComcar? ¿Por qué se amotinaron 31 presos? ¿En qué condiciones están recluidos para llevarlos a secuestrar a tres policías en reclamo por un cambio? El comisionado parlamentario del sistema penitenciario habló sobre el tema.

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EN PERSPECTIVA
Lunes 02.07.2018, hora 8.30

EMILIANO COTELO (EC) —Treinta y un presos se amotinaron el viernes pasado de madrugada en la Unidad 4 de Santiago Vázquez, el ex Comcar. Tomaron como rehenes a tres policías y amenazaron con matarlos, en una crisis muy seria que se extendió durante 12 horas y llegó a buen puerto luego de una negociación muy delicada.

“Estamos pidiendo que los pocos derechitos que tenemos acá se respeten”, dijo un vocero de los reclusos alojados en el módulo 12 de la cárcel. “Que el pan y la leche, si entran a las 10, se repartan a las 10. Y que la visita sea como en otros sectores, durante varias horas. Nosotros ya estamos en un sector de castigo, ya estamos privados de libertad, ¿por qué tenemos que vivir rodeados de ratas?”, continuó el vocero, según versiones de prensa.

El módulo 12 es uno de los más complicados de esta prisión. En su informe 2017, el comisionado parlamentario para el Sistema Carcelario, Juan Miguel Petit, consignó que en ese lugar se vive “una situación expresamente condenada en las normas internacionales y equiparada a la tortura”.

¿Cómo se desactivó esta crisis? ¿Qué lecciones dejó?

Lo conversamos con el doctor Petit.

¿Coincide con lo que decía el diario El País el sábado en su crónica? ¿Este fue uno de los peores episodios de la historia carcelaria uruguaya?

JUAN MIGUEL PETIT (JMP) —Sí, creo que está entre las cosas más graves que han pasado. Por suerte no pasaron cosas irreparables, se caminó al borde del pretil de la catástrofe durante varias horas, fue una situación muy grave, muy tensa, con una enorme presión. Treinta y un personas estaban allí bajo el control de un grupo chico que manejaba, liberó a todos, y también hubo situaciones de violencia y abusos entre los propios internos, hubo cosas que ahora están siendo investigadas. Pero era una situación de descontrol con tres rehenes y escopetas, se sentían los disparos de esas armas mientras se negociaba. Un trabajo muy correcto de los negociadores del Ministerio del Interior (MI) y del Instituto Nacional de Rehabilitación, porque la situación era muy compleja.

EC —La doctora Diana Salvo, la fiscal en lo penal de sexto turno, responsable de esta investigación, dijo: “Obviamente los policías rehenes estaban en riesgo, los presos estaban armados –habían tomado armas de los propios policías–, son delincuentes peligrosos que tenían penas altísimas, no respetan la vida humana, si cualquier cosita los irritaba iban a matar, ellos mismos dijeron que para ellos matar a un policía no era nada”.

JMP —Sí, había una gran incertidumbre. Cuando se abrió la puerta y salieron, como se había acordado, no se sabía qué podía pasar. Pero me da la impresión de que estaban todas las contingencias tomadas y se actuó muy inteligentemente previendo todos los escenarios. Dentro de lo malo lo mejor fue el final, cuando salieron con sus pertenencias y se fueron canalizando hacia los distintos traslados que se habían definido y acordado. Pero nadie sabía qué se iba a hacer exactamente y qué se iba a encontrar cuando se abrieran esas puertas.

Creo que una cosa es el hecho en sí mismo, cómo fue manejado, que subrayo que fue manejado muy bien, con mucha solidez y mucha solvencia, había una preparación de los negociadores para este tipo de emergencias, es bueno destacarlo. Pero por otro lado hay que ir a lo subyacente, a las causas que llevaron a esto. Está el subcapítulo de cómo manejar un módulo de seguridad, ustedes saben que yo he denunciado ese módulo 12 repetidas veces, por el confinamiento en solitario. Es un módulo muy particular, porque ediliciamente está bien, tiene celdas individuales, con su pequeño baño, una pequeña mesada, una ventana, el problema allí es el régimen. Un régimen de aislamiento sin actividad, sin contacto con el exterior, sin contacto con las demás personas, con muy poca visita, con visitas a través de una mampara. Eso ha generado un clima muy negativo y además muy degradante tanto para el interno como también para los funcionarios.

EC —Estamos hablando de un módulo de seguridad, allí los reclusos son pesados.

JMP —Sí, pero esto es un mundo un poco cuántico, por ejemplo hay un sector donde se había alojado a personas con problemas de tuberculosis, debido a que el sector donde estaban los pacientes con tuberculosos en la cárcel de Canelones estaba en muy malas condiciones. Entonces por un motivo práctico en una tira de celdas habían ubicado a unas personas que estaban con tuberculosis, o sea que estas personas se vieron arrastradas a la situación sin tener arte ni parte.

EC —¿Usted dice que en general, pese a lo que podría pensarse, desde el punto de vista edilicio, de la infraestructura, ese módulo está relativamente bien?

JMP —Sí, en ese módulo los problemas no son para nada los edilicios, es un edificio relativamente nuevo; es un lugar donde nadie quisiera estar, es muy frío, etcétera, pero tiene patio, tiene salones para actividades educativas –que no se usan– , tiene amplios corredores, tiene cámaras –de los pocos lugares en el sistema penitenciario donde hay cámaras–. Pero el problema no está allí.

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