EC — ¿En un ámbito donde se investigue a propósito de la educación?
AM —Exacto, que se investigue porque justamente lo que uno de los reclamos que aparece con frecuencia es: "No nos preparan para esta realidad". Lo que se trata es que la realidad es siempre cambiante, no puede darse por sentada. En los procesos educativos no pueden darse por sentados, de lo que se trata es de investigar no solamente en aquello que se considera propio del campo educativo, como puede ser la didáctica, pedagogía, psicología del aprendizaje, sino además investigar cómo enseñar la química, la física, la filosofía, las letras, las artes. Es decir, no es solamente una cuestión de mirar lo más específicamente educativo, porque lo educativo en sí es un campo amplio, sino también investigar formas de enseñar las disciplinas, y no hay manera de enseñar una disciplina sin matarla sin uno no investiga en esa disciplina.
EC — ¿Así ocurre en todo el mundo hoy?
AM —En todo el mundo.
EC — ¿Menos en Uruguay? ¿Somos la excepción?
AM —Casi sí, en Argentina todavía hay institutos de formación magisterial. Quiero aclarar esto: en el resto del mundo no hay, o hay pocas, universidades estrictamente pedagógicas. Ha habido estos intentos de transformar en universitarios a institutos pero dándole un carácter universitario. La cuestión es que en otras partes del mundo lo que se hace es que las Universidades forman químicos, físicos y además pedagogos; es gente especializada en educación. El sistema educativo toma de esas Universidades y selecciona los mejores candidatos para llenar puestos en Primaria o en Secundaria. Sería como si Secundaria, año a año o cada tanto, hiciera llamados y pudieran concurrir a ese llamado personas egresadas de la Universidad de la República, de la Universidad Católica, de la ORT, de la Universidad de Montevideo y de los Institutos de Formación Docente.
EC —Eso me deja planteada la pregunta de si lo que precisamos entonces en Uruguay es que se cree efectivamente una universidad más. ¿Es necesario una universidad especializada o alcanza con las universidades que ya existen? ¿Cómo sería esta parte de la discusión?
AM —Yo diría lo siguiente: existe hoy un conjunto de gente que está trabajando en educación, muchos de los cuales tienen efectivamente, como te decía hace un rato, investigación, etc. Yo soy muy partidaria de que haya diversidad institucional, la Udelar no puede hacerse cargo de algo más porque es una universidad enormísima. Cuando uno sale a decir que la universidad tiene 120 mil estudiantes, las gente se asombra porque es una universidad grande de 30 mil estudiantes. No tenemos que compararnos con la UBA, con México, es una universidad enorme y que está llena de problemas. Los formatos universitarios son diversos, apareció la UTEC, la Udelar tuvo que adaptar su formato para ir al interior. Entonces parece razonable que hay lugar para otra universidad donde se reflexione específicamente sobre aquello que se enseña aunque esa universidad conviva en situación de igualdad con las otras universidades. Es decir, una universidad más en Uruguay sería, creo, un soplo de aire fresco para el monopolio, que de hecho ejerce la Udelar por un lado y estos institutos de formación docente por otro.
EC — ¿Qué tenemos en Uruguay hoy? Vale la pena repasar cómo y dónde se forman los docentes.
AM —Los docentes, como es sabido, se forman en distintos institutos -magisterial, el instituto de profesores Artigas, el INET, que es para la enseñanza técnica-. Todos esos docentes se forman en esos institutos que dependen de un Consejo de Formación en Educación, que fue creado justamente a partir de la ley del 2008 y que tiene bajo su eje a toda la formación docente.
EC —Es uno de los consejos dependientes de la ANEP.
AM —Entonces lo que se está pensando de algún modo es que ese Consejo de Formación en Educación tal cual está se convierta, por decirlo así, en una Universidad de la Educación con los mismos componentes. Eso es parte del problema o el talón de Aquiles del proyecto.
EC —Tú has dicho que lo que se requiere no es reconocimiento universitario de la formación existente hasta ahora, lo que se requiere es la creación de una institución nueva. Ahí empiezan tus discrepancias, tus matices o -no sé cómo llamarlo- tus diferencias fuertes con el proyecto que está a consideración.
AM —Sí, son diferencias filosóficas porque, es decir, es una cuestión de que estamos pensando en otro animal por decirlo así, en otra cosa. Ellos están pensando… ya hay un conjunto de gente, inclusive gente en el mundo universitario que rescata la idea de tradición. Yo digo: "La modernidad con la tradición siempre se ha peleado", y se ha peleado porque la tradición tiene cosas buenas y malas pero tienen algo en común: siempre la tradición, sean cosas buenas o malas, tiene aquello de irracionalidad y de incuestionado. La tradición no se cuestiona, entonces de lo que se trata es al revés, de generar conocimiento crítico sobre todas esas tradiciones y además generar distintos tránsitos entre los institutos; es decir, yo proponía por qué no pensar que cierto tipo de disciplinas del tipo práctico, como puede ser la psicología del aprendizaje o la psicología evolutiva que es muy importante, no se puede enseñar a un niño de 5, a uno de 9 o a uno de 12 del mismo modo, porque a partir de 12 empiezan a abstraer y antes es imposible.
¿Por qué las maestras no pueden tomar clases junto a los profesores -no quiero decir profesores porque eso es parte del problema- con personas que se van a especializar en educación media o con las personas que se van a especializar en educación técnica? No se está pensando ni siquiera en, por decirlo así, vínculos transversales dentro de los propios institutos de formación docente. Es decir, se está pensando verdaderamente en una consagración, una legitimación, de lo que hoy existe como si eso fuera universitario cuando verdaderamente no lo es; pero no lo es porque los profesores no tengan nivel, sino porque hacen otra cosa distinta de lo académico.
