EnPerspectiva.uy

Entrevista, martes 29 de mayo: Fernando Pereira

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

EC —Pasemos al documento aprobado en el congreso. ¿Cómo lo definimos? ¿Qué es en un gran titular?

FP —Es un documento que marca el perímetro de la cancha, por dónde el movimiento sindical va a transitar en los próximos años. Pero no es un documento estático, somos conscientes de que el mundo del trabajo, el mundo, la geopolítica del mundo cambian a una velocidad que no tenían en la década del 60. Eso nos tiene que permitir rediscutir cada vez que sea necesario cada aspecto sustancial. Me refiero a lo estratégico, a la construcción del país productivo con justicia social y desarrollo democrático, a cuáles son las mejores herramientas para la distribución, a cómo nos colocamos como escudo del sector más débil de la sociedad –los que están en situación de pobreza, o aún peor, en situación de indigencia– y cómo lo hacemos con la sociedad entendiéndonos.

Este es un fenómeno muy importante, que la sociedad comprenda cuáles son los objetivos del movimiento sindical. Si yo le puedo plantear a la sociedad que los trabajadores tuvieron un crecimiento salarial de cerca del 60 % en 12 años, tengo que explicar al mismo tiempo las normativas que pudieron llevarlo a cabo y cuál fue la táctica sindical. Las leyes de negociación colectiva, de libertad sindical, de tercerizaciones, de responsabilidad penal empresarial fueron un cuadro normativo que permitió al movimiento sindical pasar de 110.000 afiliados a 400.000. Y ese poder hay que administrarlo bien. Si uno lo administra mal se transforma en musculoso, pero también en torpe, empieza a darse vuelta y a tirar cosas.

El cuidado es tener el tamaño suficiente para conquistar cosas para los trabajadores y al mismo tiempo cuando nos demos vuelta no tirar los vasos de la estantería, no tocar ningún otro sector de la sociedad que tenga también circunstancias de debilidad, tratar de tener una circunstancia de diálogo permanente con todos los actores de la sociedad –el gobierno, la oposición, al resto de las organizaciones sociales–, mejorar nuestro vínculo con quienes son nuestros aliados históricos y con nuevas formas de organización, y una cuestión fundamental: no creer que nuestros jóvenes van a levantar las mismas banderas que nosotros, porque van a levantar sus propias banderas, si no lo hicieran no serían jóvenes y no estarían cambiando la sociedad. Si nuestro objetivo es cambiar la sociedad, no podemos pedirles a los jóvenes que sigan nuestro camino, les tenemos que pedir que sigan cambiando. Y esto a veces no es tan fácil.

EC —Con respecto al documento vamos a hacer algún análisis un poco más fino. No hubo acuerdo en esta materia, a diferencia de lo que pasó para definir a las autoridades, con respecto a las líneas estratégicas había tres documentos y no hubo forma de amalgamarlos en uno, lo que se hizo fue votarlos.

FP —Había muchas circunstancias para votar una plataforma en común y poco tiempo intermedio para lograrlo.

EC —Resultado: se pusieron los tres documentos y terminó triunfando uno.

FP —Uno, con poco más de 60 % de los votos.

EC —El que presentó la corriente Gerardo Cuesta.

FP —Sí, Articulación y Gerardo Cuesta.

EC —Ese documento dice, por ejemplo: “En el país hay un bloque de poder dominante integrado por representantes directos del gran capital transnacional, de las altas finanzas, el sector importador comercial y el agroexportador, las grandes cámaras empresariales y los oligopolios de la comunicación, que sueñan con la restauración y volver a los años 90. Enfrentado, se ubica un proyecto de cambios profundos de la clase trabajadora organizada y su sistema de alianzas, que implica un proceso en donde simultáneamente se impulse la diversificación de la matriz productiva, se avance más en la distribución de la riqueza en un camino crítico de profundización de la democracia”. ¿Qué es esto de los dos bloques? ¿La lucha de clases?

FP —La contradicción de intereses. Si usted quiere, denomínelo lucha de clases, pero yo creo otra vez que la gente nos tiene que entender.

EC —¿Es lucha de clases o es contradicción de intereses?

FP —Es lo mismo.

EC —¿Es lo mismo?

FP —Sí, absolutamente lo mismo. Hay intereses contrapuestos y eso se ve después en la lucha concreta. Por ejemplo, cuando hay una definición salarial y un empleador no le quiere dar a su trabajador aumento de salario a pesar de que a su sector le va bárbaro. Pongamos un caso: el sector gastronómico hotelero vinculado al turismo. Resulta que usted viene a su radio, yo vengo a su radio y le digo: usted da la noticia todos los años de que aumentó el turismo en enero, usted da todos los años la noticia de que aumentó la cantidad de ingresos por turismo en el Uruguay, usted da todos los años la información de que el PBI del turismo aumenta año a año con relación al pbi total. ¿Por qué en ese sector pagan salarios de $ 17.000, si esto sucede período a período, año a año, desde hace más de 15 años? ¿Hay alguna razón que no sea acumulación o avaricia en ciertos casos? Ahí hay contradicción de intereses; si usted quiere, sin ningún problema lo denomino lucha de clases. Hay un sector que lucha por apoderarse de la mayor cantidad de riqueza y hay otro sector que pelea por tener un salario adecuado, condiciones de trabajo dignas, seguridad y salud en el trabajo. Y en esa lucha se despliegan muchas fuerzas, unas son las sindicales y las empresariales, pero hay otros sectores de la sociedad que aglutinan en ese camino.

EC —Me quedé pensando en la situación que mencionaba, crecimiento del turismo, en fin. Que un sector crezca no necesariamente implica que tenga utilidades crecientes o directamente que tenga utilidades. Puede crecer sin tener utilidades.

FP —Eso puede pasar, pero en este sector es casi imposible.

EC —Se lo digo a propósito de cómo interpretar la conducta empresarial a la hora de fijar un aumento salarial o no.

FP —Parto de la base de que si el 20 % de los uruguayos más ricos tienen el 50 % de la riqueza, porque 43 % está subdeclarado y el 20 % más pobre tiene 8 %, hay un sector que nada en la abundancia y otro sector que no tiene qué comer. Creo que cualquier oyente entiende esta circunstancia de injusticia. Construir las condiciones para que este sector que no tiene nada tenga algunas condiciones supone sacrificar al que más tiene, algo del que más tiene. No llevarlo a la asfixia, llevarlo a algo razonable, que pueda ser un gravamen mayor, pero que al mismo tiempo esta persona tenga acceso a la educación, a la salud, a no vivir en un piso de barro. Porque después nos quejamos de las consecuencias, de la violencia, pero gastamos US$ 200 millones en las políticas sociales del Mides que son cuestionadas como si se gastara el Uruguay completo. US$ 500 millones en la Caja Militar, US$ 800 millones en la política de seguridad pública. O sea, muchos cientos de millones más en la protección que en las causas de la violencia. Entonces el problema es discutir en qué sociedad queremos vivir.

EC —Pero para esa discusión, ¿no están cortando un poco grueso? Leo de vuelta el documento: “De un lado la utopía reaccionaria de las clases dominantes, del otro el proyecto de país de nuestra clase obrera organizada y su sistema de alianzas”.

FP —Yo escuché al anterior vicepresidente de la Cámara de Comercio decir que si él tuviera que decidir no habría más consejos de salarios. ¿Usted cómo definiría eso? No era cualquier persona, además había sido gobernante en el gobierno de Lacalle, Licandro. Yo lo respeto mucho porque él dice lo que piensa, no vaya a creer que lo estoy colocando como enemigo del pueblo.

EC —Pero a partir de un pronunciamiento usted involucra a toda la institución, a todo el sector. Mi pregunta es: ¿quiénes son concretamente los integrantes del bloque de poder dominante?

FP —Está bastante caracterizado en el documento. No se mete con el pequeño y mediano empresario, no se mete con el pequeño y mediano productor, que dicen que son la mayoría de los empresarios en Uruguay. Se mete con el sector más poderoso de la sociedad, que tiende a ser avaro. Esto de que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja no es bíblico, es real. Si uno mira planetariamente el tema, trata de tener una mirada global, esto de que 64 personas en el mundo tienen la riqueza de la mitad de la población mundial debería indignarnos a todos. Mientras hay cientos de millones de personas, de acuerdo al informe de la OIT, pero también a otros informes, como el de la Cepal y los de otras organizaciones importantes y objetivas, que tienen que vivir con tres dólares. Esto nos debería ofender. Ahí está una parte del poder, las trasnacionales. Todos entendemos que los Estados nacionales hoy tienen menor poder de decisión que el que tenían en las décadas del 40 o el 50. Y tienen menos poder precisamente porque hay mucho poder vinculado a las trasnacionales. Uruguay es un país chiquito, pero igual está muy tocado por las trasnacionales. Y también está muy tocado por los intereses avaros. No es un problema de que yo nombre a una persona, no lo voy a hacer porque no lo hice nunca, pero sí una forma de pensar.

Comentarios