
EC —Arquitecto Chiacchio, usted empezaba hablando de la importancia de los objetivos que el grupo empresarial se ha propuesto. Vayamos ahora al proyecto en sí mismo. ¿Qué dice sobre las aristas más controvertidas, el hecho de que estén previstas esas tres torres –y remarco que son tres porque llama la atención la de 300 metros, pero hay dos más de altura considerable, una de 27 pisos y otra 20 pisos– en la parte posterior del terreno, y ese puente techado que prevé conectar el hotel con la playa para derivar en otro bloque sobre la arena misma?
RC —Un pequeño comentario sobre lo último que Conrado decía del riesgo de la masificación, de que pueda haber un fracaso y las comparaciones con la Costa del Sol o con otros fracasos, como Acapulco, todos los que conocemos en el mundo. Esos fracasos están llenos de arquitectura –por llamar de alguna manera, irrespetuosamente– de medio pelo, no es arquitectura de vanguardia y no es arquitectura de altísimo standing. Es por lo general más de lo mismo, muchísima arquitectura apuntando a un público medio o a un público medio-alto. En Punta del Este tenemos ese riesgo, pero no por este proyecto, sino porque existen zonas que por ordenanzas vigentes tienen la posibilidad de seguir haciendo más de lo mismo, más de lo que tenemos en Punta del Este, por kilo.
En el período anterior se aprobó una ordenanza –porque no todo lo que es por excepción es cuestionable, a veces también las ordenanzas terminan siendo peligrosas–, se nos habló de un proyecto en Piedras del Chileno, de un puerto, que terminó siendo nada, pero nos dejó como consecuencia una modificación de la norma en todo el espacio que va desde Piedras del Chileno hasta Punta Ballena, entre la ruta que viene a Punta del Este y la costa, que permite construir bloques en ese entorno. No se han construido, pero ya apareció el primero. Y apareció una ordenanza en la punta de Rincón del Indio, en el extremo frente a La Barra, en la avenida Miguel Ángel, que permite también torres de más de 30 pisos que tampoco se han construido pero han comenzado a presentarse. Entonces ese tipo de arquitectura de la que ya tenemos nos preocupa bastante más que correr el riesgo que decía Conrado.
EC —Un comentario, arquitecto Pintos, sobre este punto en particular.
CP —En realidad la distinción a distancia entre la excelente arquitectura y la arquitectura de medio pelo es para espíritus un tanto refinados, primero que nada. Lo que se generan son paisajes, siluetas, skylines, como suele decirse en español castizo últimamente.
En segundo término, aclaremos que la firma de un arquitecto que haya probado ser de un talento muy poco frecuente y que haya dejado ejemplos de altísima calidad no es una garantía de que lo que se haga está bien ni suprime el juicio disciplinar sobre ese producto.
RC —Claro, estamos de acuerdo, todos podemos cometer un acierto casual y un error lamentable en nuestra vida.
EC —El propio arquitecto Viñoly dice en la presentación ante la Junta Departamental que un arquitecto puede infligir daños tremendos en una ciudad, que un proyecto arquitectónico puede ser efectivamente muy pero muy perjudicial. Vamos al proyecto en sí mismo.
RC —Como tú decías, el Hotel San Rafael, que es para mucha gente, para muchas generaciones en Punta del Este, un ícono, para algunos de nosotros, mirado como edificio en sí, puede tener un valor relativo. Lo subjetivo siempre es muy opinable, yo no soy de los que están enamorados de ese hotel en sí mismo, como forma, como edificio, pero reconozco que para mucha gente es un símbolo que tiene muchas connotaciones, hay familias enteras que han trabajado varias generaciones en él. En fin, está en la foto de Punta del Este desde siempre. A mí me dolió mucho más la caída de algo más modesto como fue La Cigale, que era un edificio estupendo en la entrada de Punta del Este, que lo que sea este. Pero la situación actual de deterioro de ese hotel es terrible, no somos conscientes de ello porque lo vemos desde abajo, pero los techos están absolutamente colapsados y por dentro está peor.
EC —Recién veíamos algunas imágenes aéreas que eran muy claras en ese sentido.
RC —Terrible. El grado de deterioro de ese hotel, porque no se ha invertido en él durante decenas de años, décadas, es realmente muy peligroso. En ese sentido la situación es esta: hoy quien compre ese terreno puede demolerlo y llevárselo puesto y ahí se nos van el ícono y los recuerdos de todos aquellos que lo valoran. Para intentar evitar eso, se dio un diálogo acá en Maldonado el año pasado a través del cual el intendente propuso pensar de qué manera se podía proteger ese edificio, que no tiene ninguna protección de denominación de patrimonio ni nada por el estilo que lo cubra. Y por octubre del 2017 salió una ordenanza a término por seis meses, que caducaba en junio y era renovable por seis meses más, por tanto está vigente hasta octubre o fin de año –no sé la fecha exacta– que fue votada por la Junta Departamental, con la que quien propusiera un proyecto que rescatara el edificio en su geometría, en su forma exterior al menos, y en su función de hotel podía tener ciertos parámetros edilicios mejores que los que la ordenanza permitía.
Eso está vigente y permite que se construyan edificios de 70 metros de altura, que son unos 25, 27 pisos, según el proyecto, similares a los más altos que hay en la Brava en Punta del Este hoy, en la zona del fraccionamiento lobo cercano ahí. Se daba además un factor de ocupación de 70 % en vez de un factor de ocupación total de 510 %. Es decir, en esa tierra se podían construir 121.415 metros. Eso está vigente hoy. Entonces ahí se podían hacer varios bloques de 70 pisos. La condición era que se mantuviera el hotel en su función y se lo reciclara. Cuando esta ordenanza caiga, porque va a caer por término, es temporal, nos quedamos con la ordenanza de hotelería. La ordenanza de hotelería vigente en ese terreno permite que se hagan torres de 10 pisos de altura, unos 28 metros, con un FOT (factor de ocupación total) del 20 %, mejorado con un 20 % más –o sea, un 20 más un 20 sobre ese 20– por ser un hotel. Si fuera un hotel de cuatro o cinco estrellas llevaría eso, con lo que se podrían construir unos 57.000 o 60.000 metros cuadrados.
EC —Nos estamos perdiendo un poco con esos números. Vayamos al proyecto en sí.
RC —Lo que digo es que ese proyecto utiliza los parámetros de la ordenanza que está vigente, esa que es a término, hablando de unos 121.000 metros cuadrados, solo que lo plantea volumétricamente más alto. Es decir, de los tres volúmenes el alto es el que escapa a la ordenanza vigente.
EC —Hay dos que están en el marco de la normativa vigente.
RC —Y el tercero, el alto, el Campanile, escapa totalmente, se va al doble; se habla de 300 metros, pero lo que yo vi en los planos son 249 metros.
EC —Esa es la excepción. ¿Y el puente sobre la rambla y hasta la playa?
RC —En lo personal el puente me desagrada.
EC — Pero ¿está permitido hoy o también requiere una autorización especial?
RC —Requiere una autorización especial. Primero, hay algunos ejemplos, como el shopping de Ciudad de la Costa, la Asolación Española o el viejo Victoria Plaza, que tienen puenteadas calles, pero no sé con qué marco normativo, porque no podemos vender el aire, ni arrendarlo, ni otorgarlo en comodato. Por eso no encuentro la figura. Pero independientemente del marco normativo, no creo que sea buena cosa ese puente. Del proyecto es quizás lo que más me desagrada o una de las cosas que no me gustan, como tampoco me gusta la pisada sobre el mar. Donde pretenden implantar esa pata en el mar hoy existe una construcción, que es el parador del hotel, pero me parece que esta pisada es bastante más grande. Y eso sería además jurisdicción de Dinama (Dirección Nacional de Medio Ambiente), que tiene que opinar. No sé si eso es imprescindible para el proyecto, creo que no y creo que no le agrega nada. Ya hemos tenido en otros proyectos ese intento de pasaje privado superior o inferior a la playa y lo hemos descartado.









