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Entrevista, miércoles 11 de julio: Rafael Radi

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EC —¿Cuál es la diferencia entre expectativa de vida y expectativa de salud?

RR —El concepto de expectativa de salud empieza a desarrollarse en paneles que lo definen en la Organización Mundial de la Salud, y luego lo toman los centros y las instituciones de salud. La expectativa de salud básicamente marca la edad hasta la cual un individuo puede mantenerse en forma independiente y capaz de desarrollar actividades normales de la vida diaria, lo cual muchas veces tiene una diferencia en años con la expectativa de vida relativamente grande.

EC —Lo estamos viendo en la sociedad uruguaya claramente. Personas que viven muchos años, pero que pasan buena parte de esa vejez complicada.

RR —Exacto. La idea es: con este asunto del aumento de la expectativa de vida, cómo acompaña la expectativa de salud. Una de las grandes discusiones es si el aumento de la expectativa de vida se puede dar con una expansión de ese gap salud-expectativa de vida o si ocurre con una compresión, de forma de tratar de llegar saludable lo más lejos posible y que los años de compromiso, invalidez sean muy poquitos. En ese caso las ciencias médicas, las ciencias de la salud y las otras ciencias que aportan a esto, como las ciencias sociales, las ciencias humanas, investigan de qué forma la expectativa de salud puede irse aproximando hacia la expectativa de vida, de forma que ese gap sea lo más corto posible en años.

EC —El objetivo debería ser que el cuidador, el asistente de la persona anciana, sea el último recurso, y que no sea tan extendido como lo estamos viendo.

RR —Exacto. Eso a su vez nos convoca a la reflexión de cuáles son las estrategias científicas, las estrategias sanitarias y las estrategias de decisión política que pueden potenciar el aumento de la expectativa de salud invirtiendo esfuerzos en ese aspecto inicialmente y no esperar a que la situación de hecho ocurra para ir a un enfoque netamente asistencialista.

EC —El enfoque asistencialista es el que yo mencionaba en la introducción, todo lo que implica esa mayor longevidad de una persona desde el punto de vista de su impacto en la familia en cuanto a ocuparse de y gastar en enfrentar los problemas de salud. Y a continuación los impactos en el sistema de salud, el snic, que ahora existe, pero que sería ideal que no tuviera que ocuparse de tanta gente. Y después el sistema de seguridad social, etcétera. Entonces, por lo que decías recién, ¿el país debería tener un programa nacional para el envejecimiento saludable?

RR —Entiendo que sí. Estas experiencias ya se transitan en otros países, de hecho –para poner un ejemplo que es notable– ya en la década del 70 en Estados Unidos, y muchas veces impulsado por el interés de los propios senadores norteamericanos, que veían que envejecían, se llevó adelante una iniciativa muy importante de los institutos nacionales de salud, que fue crear los institutos nacionales de envejecimiento. Esto empezó hace más de 40 años en Estados Unidos. Una experiencia similar se repite a comienzos de la década de 2000 en Inglaterra y también en Alemania. Son instituciones especializadas en entender las bases biológicas del envejecimiento, pero no solo las bases biológicas, porque el envejecimiento tiene múltiples aristas desde el punto de vista biológico, pero también social, psicológicas, para potenciar lo que las instituciones pueden hacer en la promoción del envejecimiento saludable y acortar ese gap entre la expectativa de salud y la expectativa de vida.

EC —Estás hablando de instituciones que no son, digamos, el BPS, es una cosa distinta.

RR —Son instituciones de investigación.

EC —Instituciones dedicadas a investigar y a desarrollar el envejecimiento saludable.

RR —Claro. Pero son instituciones enormes, gigantescas, que Uruguay no tiene ninguna con esa escala, que a su vez tienen una interfaz muy potente con los centros de investigación, las universidades, los institutos de investigación y naturalmente con las ciencias médicas prácticas. O sea que los institutos actúan en la interfaz investigación y luego aplicación de esto a la salud. Esa articulación y esa construcción requieren la integración de capacidades que existen en su país y su potenciación, y obviamente necesita direccionar recursos. Ahí un país se tiene que poner de acuerdo: ¿qué es más útil?, ¿dónde hay que poner el dinero?, ¿hay que ponerlo en la etapa final, hay que ponerlo al principio, hay que ponerlo en la trayectoria?

EC —El debate sería del estilo de: dónde hay que poner el dinero, en apagar el incendio o en prevenirlo?

RR —Y además el tema envejecimiento no es un tema del viejo. El viejo, el adulto mayor es la expresión cronológica a la que se llega durante el proceso de envejecimiento, pero el proceso de envejecimiento como tal empieza a punto de partida de nuestro nacimiento. El envejecimiento es una trayectoria de vida. Esa trayectoria uno la puede influir en distintas etapas; si uno se acuerda a los 60, 70 años, de tratar de envejecer en forma saludable puede hacer cosas, pero puede hacer menos cosas que si tomó esta decisión cuando tenía 20, por ejemplo.

EC —¿Algún ejemplo de medidas dirigidas al envejecimiento saludable que se hayan aprobado en otros países?

RR —Por otra parte tenemos el envejecimiento saludable y la patología asociada al envejecimiento. Ahí hay un tema que es técnico pero que es muy importante: el envejecimiento puede ser saludable, pero también durante el envejecimiento empiezan a aparecer enfermedades que están asociadas al fenómeno envejecimiento, como el cáncer, la patología cardiovascular, la patología neurodegenerativa, las alteraciones del aparato locomotor. Obviamente, si yo prevengo la patología asociada al envejecimiento, el envejecimiento va a ser más saludable. Entonces en ese sentido países –Finlandia es un ejemplo, país generalmente nórdicos– trabajan por ejemplo en el eje alimentación y salud. Por ejemplo una medida se eliminan los ácidos grasos trans de la dieta, algo que en Uruguay todavía no ha ocurrido, la reglamentación todavía está en proceso y eventualmente en algunos años se van a retirar, pero sin duda eso tiene un impacto sobre la salud cardiovascular. Entonces sacar ácidos grasos trans de nuestra alimentación va a impactar en tener un aparato cardiovascular más saludable y por lo tanto va a haber menos probabilidad de que ese individuo tenga aterosclerosis, hipertensión, un infarto, etcétera.

Dietas ricas en frutas y verduras, con un contenido de fotoquímicos, poli fenoles, sustancias que vienen de frutas, verduras. Poblaciones como las que vienen sectores centrales de Italia, Cerdeña, algunos sectores en Japón con mucha entrada de omega 3, etcétera, también se logran poblaciones más longevas, más saludables.

Hay una cantidad de ejemplos en los que se muestra que lo ambiental –y ahí entra la alimentación, el estilo de vida, el ejercicio físico– tiene un impacto muy potente sobre la longevidad y no en tantos años. Y lo otro es que el asunto de la expectativa de vida, de longevidad, tiene un componente genético, pero lo que pesa ese componente es un 25 %.

EC —En la paramétrica del envejecimiento saludable…

RR —Los genes son un 25 %. Si tú venís de una familia de individuos longevos tenés muchas chances de ser longevo, pero esos genes pesan en tu ecuación vital y en tu trayectoria de envejecimiento un 25 %. Quiere decir que hay un 75 % de cosas que podés hacer.

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