
EC —Tengo una cantidad de aportes de los oyentes. Por ejemplo, este mensaje de Ricardo, que dice: “No se trata solamente de lograr un envejecimiento saludable, sino también un envejecimiento valioso, donde la mejora de la calidad de vida sea una oportunidad para el desarrollo humano de los adultos mayores, potenciando las capacidades que aún pueden desarrollarse en esa etapa”. Supongo que estás de acuerdo con eso.
RR —Absolutamente. En el ambiente académico el aporte de los profesores senior senior que todavía están bien desde el punto de vista cognitivo, profesores investigadores del planeta, gente que tiene 80, 85, hasta 90, que siguen activos y que tienen toda la riqueza gigante de una trayectoria, de una carrera, de un cúmulo de conocimientos y una integración fantástica y en lo personal –lo veo en los congresos, que siguen yendo como profesores eméritos– los aportes son fantásticos y valiosos y muchos de ellos se mantienen a propósito en ese circuito para mantenerse activos, para tener la motivación.
EC —Ese es uno de los desafíos, cómo estas personas, que ahora tienen una expectativa de vida mayor, en la medida de lo posible tienen un envejecimiento saludable, pero para dedicarse solamente a disfrutar, al entretenimiento, al esparcimiento: para seguir aportando, para en cierta forma continuar trabajando también, quizás no en el mismo ritmo ni una misma intensidad, pero no marginados. La edad misma de retiro está en cuestión, supongo.
RR —Indudablemente.
EC —La edad de retiro del trabajo.
RR —Indudablemente. A mí me ha resultado muy llamativo lo que ha pasado en Alemania con la edad de retiro de los profesores alemanes, que hace unos 15 años empezó a bajar, el gobierno alemán empezó a bajar la edad de retiro obligatorio como una forma de apertura a las nuevas generaciones, pero luego se encontraron que seguían aportando y ahora están revisando esto, porque hay gente que tiene 65, 68, 70, 72 y está haciendo aportes fenomenales a la ciencia.
EC —Claro, no son los mismos 65, 70 años de hace 40 o 50 años.
RR —No. Lo que sí parece razonable es que hay que moverse hacia un lugar que no es el mismo de estar en el centro de la batalla. Creo que hay que saber dar ese paso, pero desde ese otro lugar los aportes pueden ser fenomenales. Totalmente de acuerdo con la persona que participó.
***
EC —Veamos algunos capítulos en los que la investigación científica está aportando en esto de avanzar hacia un envejecimiento saludable. Concretamente el envejecimiento cerebral. Es todo un tema y estamos permanentemente asistiendo a casos de la persona de edad mayor por ese lado falla, por ese lado tiene una vida complicada.
RR —Sí, obviamente el tema del envejecimiento cerebral y la claudicación de las funciones intelectuales superiores aparecen exactamente como un producto de la longevidad. Porque esta situación de la expectativa de vida son 40, 50 o 60 años no aparece en la dimensión que tenemos hoy. Este asunto del envejecimiento cerebral empieza a aparecer como un problema que impacta y que aqueja cuando la expectativa de vida empieza a pasar la barrera de los 60, 65, que es cuando empiezan a aparecer los primeros elementos de disminución de las capacidades cognitivas, lo que se llama el deterioro cognitivo mínimo –eso del lado del envejecimiento cerebral normal–, y del lado de la patología las enfermedades neurodegenerativas y la demencia.
EC —El alzhéimer.
RR —Alzheimer y las demencias no alzhéimer, que son muchas. Por encima de los 85 años hay un 20 %, 25 % que padece algún tipo de demencia. Tengo que hacer un capítulo, Uruguay tiene trayectoria de investigación en esta área de envejecimiento cerebral tanto en el Instituto Clemente Estable como en el Instituto Pasteur como en la Facultad de Medicina, con muchos de esos investigadores estamos trabajando en red, pero lo hacemos todavía a una escala modesta, faltan herramientas. Pero no estamos en cero. También hay un centro universitario que se dedica a aspectos sociales y humanos del envejecimiento y el envejecimiento cerebral. Este es un tema que para una población longeva y con una longevidad crecimiento como la de Uruguay es absolutamente esencial, con la policlínica de enfermedades crónicas no trasmisibles del Hospital Maciel estamos en un proyecto en colaboración sobre impacto de la alimentación en el deterioro cognitivo del adulto mayor. Es un proyecto que está arrancando. Y con una red internacional de laboratorios estamos trabajando sobre el impacto de la dieta en la progresión de la enfermedad de Alzhéimer. De vuelta, estos son asuntos que emergen a punto de partida del incremento de la expectativa de vida.
EC —Y sin llegar al alzhéimer, los problemas de memoria, hay problemas de memoria que no son alzhéimer. ¿Sobre ellos se puede trabajar?
RR —Sí. El deterioro cognitivo mínimo, esos pequeños olvidos, distracciones que se tienen después de los 60, 65 años, eso no es patología, es una cierta disminución pequeña de las capacidades intelectuales superiores, así como perdemos fuerza muscular o perdemos densidad ósea o la piel está menos elástica y menos hidratada y las manchas de la piel, forman parte de un proceso de envejecimiento. Entonces el deterioro cognitivo mínimo es algo que aparece en un porcentaje enorme de la población, es molesto y sobre eso también hoy sabemos que se pueden hacer cosas. Se pueden hacer cosas sobre la memoria y se puede actuar sobre la memoria y la mejoría de la memoria en transcursos de tres a seis meses. Esos son estudios que se están realizando en la última década. La plasticidad del sistema nervioso central y los sectores de sustancia gris y la conectividad del sistema nervioso central que tiene que ver con la memoria son modificables en el adulto mayor para bien. Eso es algo que no sabíamos hace 15 o 20 años y que hoy sí sabemos.









