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Entrevista, miércoles 11 de julio: Rafael Radi

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EC —Pasemos a otro capítulo, el que plantea en este momento una oyente, Ivonne: “Tema huesos, que invalida en serio. ¿Qué avances hay en esta materia?

RR —Esa pregunta es superpertinente. El tema huesos, tema osteoporosis, artrosis, que es mucho más que el hueso, es un conjunto de elementos en las articulaciones, en realidad en términos generales lo que llamamos el aparato locomotor, que incluye los músculos y las uniones neuromusculares, todo ese complejo está muy comprometido en el adulto mayor. Y ahí aparece una definición que formalmente a nivel médico se define al comienzo de la década del 2000, que es el síndrome de fragilidad. Esa es una entidad médica definida como tal que no tiene una definición formal de hace tantos años porque irrumpe como entidad médica y que hay que definir a punto de partida del aumento de la expectativa de vida. Por ejemplo los músculos ya empiezan a declinar a partir de la edad media de la vida, a partir de los 40, 45 años empieza a declinar la capacidad muscular, la fuerza muscular, y todo ese conjunto músculo, hueso, etcétera, falla en forma progresiva. A los 65 años este síndrome de fragilidad, que tiene que ver entre otras cosas con la vulnerabilidad del aparato locomotor y la incapacidad de tener movilidad, se calcula que un 4 % a 5 % de los individuos ya tienen elementos de fragilidad consolidados. A los 85 años esto pasa a ser un 20 %, 25 %. Este es uno de los elementos de mayor discapacidad que enfrenta el adulto mayor, muchas veces más que la patología cardiovascular, que las enfermedades degenerativas y el deterioro cognitivo mínimo.

EC —La persona puede no tener ningún problema de memoria, ni alzhéimer ni nada que se le parezca, puede estar perfecta del corazón, del sistema digestivo, y si tiene esta fragilidad su vida es otra historia, se dificulta enormemente.

RR —Y pasar de la situación de no fragilidad a la situación de prefragilidad y de fragilidad, que si bien es un tema muy técnico, en el que trabajan los geriatras, los fisiatras, puede ocurrir en tiempos relativamente cortos. En un lapso de siete, ocho años se puede transitar el camino que va de la no fragilidad a la fragilidad. Un individuo que a los 70 años camina, se desempeña bien, sube escaleras, es independiente en su casa, a los 77, 78, 79, ya no lo puede hacer más. Ahí hay un gran desafío para entender cómo potenciar el músculo, cómo potenciar el hueso y las articulaciones y ahí hay también una gran dosis de investigación que se está realizando.

EC —Y en síntesis, ¿qué avances ha habido en esta materia?

RR —Con relación al síndrome de fragilidad por un lado hay medidas que tienen que ver con el ejercicio físico, que indudablemente influyen en el trofismo muscular, en la calcificación, otro elemento superhiperimportante es la alimentación, porque cada vez se reconocen más precursores que vienen de la alimentación, se identifican componentes de la alimentación, generalmente asociados a los frutos y a algunos vegetales que cuando pasan por la pared intestinal y a punto de partida de cambios que la flora intestinal le hace –y la flora intestinal hoy es todo un tema, genera sustancias que ingresan a nuestro organismo y potencian el recambio muscular, el trofismo óseo y la calcificación. Entonces hay temas que tienen que ver con el ejercicio físico, temas que tienen que ver con la alimentación y temas que tienen que ver con lo que se conoce como el microbioma, que es un tema gigante, que es cómo nuestra flora intestinal –ese es un tema que en los últimos 10 años es una explosión y nos está cambiando muchos paradigmas a nivel médico– cómo la calidad de la flora intestinal, que cambia con el envejecimiento también, puede metabolizar mejor los alimentos para darnos sustancias que ayuden al músculo, que ayuden al cerebro, que ayuden al metabolismo. Entonces no es solamente un tema de qué comemos, sino cómo eso está procesado por nuestro microbioma a nivel del intestino.

EC —Profundicemos un poco más ahí.

RR —Las sustancias que ingresan a nuestro organismo muchas de ellas se absorben como tales, pero la mayoría hay que procesarlas en el intestino y luego se absorben. En los últimos años se ha detectado que un conjunto de elementos bioactivos que vienen de la alimentación, muchos polifenoles, químicamente se modifican en el intestino por bacterias intestinales. Y esos elementos modificados son los que ingresan y tienen efectos benéficos por ejemplo sobre el músculo.

EC —¿cómo se logra que ese procesamiento ocurra de la mejor manera posible? ¿Qué es lo que la investigación ha ido averiguando en ese sentido?

RR —Se está viendo que hay que generar una flora intestinal lo más saludable posible “que haga las cosas que queremos que haga y deje de hacer otras que son potencialmente tóxicas”. La flora intestinal puede influirse por un conjunto de elementos. Por ejemplo, el exceso de antibióticos liquida la flora intestinal y puede cambiar la flora intestinal de una saludable a una menos saludable. Ahí todo lo que entra en la alimentación y se modifica a nivel intestinal va a cambiar. Entonces de las cosas que se están tratando de llevar adelante hoy es cómo podemos hacer que durante el proceso de envejecimiento, con prebióticos, con probióticos, mantener una calidad de flora intestinal óptima para que lo que ingresa de la alimentación luego se refleje en el impacto en varios órganos de la forma más saludable posible.

EC —¿Eso ya está determinado, ya está aclarado? Si alguien, supongamos, de 40 años, 45 años, pensando en su vejez dice “quiero ir afirmándome en esta materia, quiero ir trabajando para evitar esa fragilidad en la parte ósea, en la parte muscular, ¿qué tengo que comer y cómo hago para tener esa flora intestinal? ¿Hoy ya hay médicos que lo pueden decir o todavía está en proceso?

RR —Hay una parte que se puede decir y hay una parte que es más grande que la que se puede decir que está en investigación. Pero hay un montón de cosas que ya se pueden hacer y habrá muchísimas más en los próximos cinco años.

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