
EC —Tengo algunos mensajes de los oyentes.
María Inés: “Me emociona que Manos del Uruguay cumpla 50 años. Los felicito. Digo que me emociona porque yo nací en Risso y en esa época vivimos muy de cerca los primeros pasos. Así que un abrazo muy grande a esas cooperativas”.
“Un saludo y homenaje a las asistentes sociales que apoyan a la organización de mujeres.” Ahí aparecen otros protagonistas, otros actores en esta maquinaria. Vamos a ver en detalle cómo funciona.
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EC —Gabriela Cabrera es presidenta de la directiva de Manos del Uruguay e integra la cooperativa CAS en la localidad de Egaña, departamento de Soriano. Lleva 20 años allí.
Rodolfo Gioscia es gerente general de Manos del Uruguay también desde hace 20 años.
Rodolfo, ¿cómo te resulta ocupar ese lugar en una empresa que es básicamente de mujeres, porque fue una iniciativa de mujeres para dar trabajo a mujeres?
RG —Es un honor formar parte de esta organización. Durante estos 20 años conocí muchas artesanas de las directivas, porque las directivas van cambiando, hay elecciones, se eligen y hay rotación. También tuve el honor de conocer a algunas de las fundadoras; con quien tuve más contacto fue con Olguita Artagaveytia. Uno se siente muy orgulloso de que lo elijan para dirigir el negocio de esta organización tan querida que es de todos los uruguayos.
EC —¿Tienen la proporción de hombres y mujeres en el total de la organización?
RG —Sí, no los recuerdo, pero los funcionarios seremos 15 hombres en 70, y en las cooperativas ha habido hombres trabajando, aunque son muy poquitos.
EC —Repasemos un poco la historia. La empresa nació en 1968, fue una iniciativa de cinco amigas que pertenecían a familias de estancieros que vivían en distintos puntos del interior y que estaban preocupadas por el “problema” de la mujer en el medio rural. Llegaron a la conclusión de que esas mujeres tendrían un futuro diferente si podían aprovechar sus habilidades manuales y ponían esas habilidades manuales al servicio de un mercado que ya se mostraba interesado en los productos artesanales. ¿Qué fue lo que les aportó Manos a aquellas primeras mujeres? Ninguno de ustedes dos estaba en aquel momento, pero ¿qué cuentan?, ¿cómo fue aquel arranque?
GC —Cincuenta años atrás crear una organización de este tipo fue muy innovador y todo un desafío, sobre todo para el área rural, para las costumbres que tal vez hasta el día de hoy están vigentes en el campo. Hace 50 años el hecho de que una mujer saliera de su casa a trabajar o compartiera la actividad de la casa con un trabajo era todo un desafío, llamaba la atención.
EC —En general esas mujeres tenían muy poco futuro propio.
GC —Totalmente. Y a la vez había necesidad de trabajar, de aportar un ingreso, más allá de los preconceptos de la época. Entonces el hecho de que estas mujeres vinieran con esta propuesta, con ganas de ayudar y de apoyar a esas mujeres y sus familias fue toda una propuesta innovadora y un desafío. Para las mujeres artesanas el hecho de ingresar a trabajar en una propuesta de este tipo no fue fácil, fue bastante difícil, fue un desafío que tuvieron. Primero tuvieron que vencer una barrera personal, ese fue el primer paso que lograron con el apoyo de las fundadoras. Después ya con el hecho de estar generando un ingreso por una fuente de trabajo vino la primera motivación, “me quiero quedar”.
EC —Esa era una de las claves de la solución, que la mujer se quedara en su ambiente, que no tuviera que mudarse.
GC —Totalmente, quiero tener este trabajo y quiero compartirlo, tomar el desafío de llevar adelante mi casa y mi familia, ¿por qué no poder hacer las dos cosas? Después de que vencieron esa barrera personal, lo que no fue tan fácil, comenzaron a motivarse muy impulsadas por estas señoras que tuvieron la visión y la gran bonhomía de apoyarlas. Ahí empiezan a crear los primeros productos, que eran bastante básicos, eran elaborados con hilados muy naturales. Entonces dijeron: “para que esto se haga estable, con un ingreso estable, tenemos que mejorar”. El siguiente desafío fue mejorar la calidad. Así comenzó la historia de Manos.
EC —Ese fue el arranque. Y derivó en una organización bastante compleja, que cuesta imaginar entrando en funcionamiento en las condiciones de 50 años atrás. Otras condiciones en materia de comunicación, de costumbres, de tiempos, de manejo de los tiempos.
GC —Ese fue el desafío inicial, pero después, al ver que el emprendimiento comenzaba a funcionar, vienen los siguientes desafíos y comienza la capacitación. Las artesanas comienzan a prepararse para mejorar el producto, para poder acceder a un ingreso más estable para ellas y a más mercados. También para organizar esos grupos en el área del trabajo, y después para aprender otras cosas. Ahí ya vino una motivación muy importante para todas y comenzaron un compromiso y un apego con la organización, porque el sentirse apoyadas y generar confianza en ellas mismas fue el primer logro. Ahí comienza el despegue. Ese despegue de la organización estuvo apoyado por el BID y por Naciones Unidas mediante un programa en el cual ellas se comenzaron a capacitar. Ahí es cuando tuvieron incidencia las asistentes sociales que trabajaron en esa época, ellas fueron las que prepararon a las artesanas y las empezaron a capacitar para el ámbito del trabajo, la organización y también para otros aspectos de la vida.
EC —Otros aspectos; ¿cuáles?
GC —El hecho de tener la posibilidad de prepararte ahí ya es un cambio. Cuando una persona no tiene posibilidades de hacer una carrera o de estudiar, si recibe un aprendizaje ya ahí eso le deja algo que la cambia, que la ayuda y que le aporta. Y también vinieron muchos programas asociados al ámbito de la salud, de la familia.
EC —¿Algunas de estas mujeres enfrentaron resistencias en sus hogares, maridos que no querían que sus esposas trabajaran, ese tipo de situaciones?
GC —Sí, a eso me refería con las barreras personales que tuvieron que superar. El hecho de que en la casa a veces no hubiera mucho apoyo y hubiera un poco de resistencia no era fácil. Pero esa contención la tenían de las fundadoras y de las personas que estaban haciendo ese apoyo personal.
Quiero destacar algo importante en este proceso de Manos. Ya a mitad de camino, más o menos a los 20 años de formación, ya formados los grupos y establecidos en cooperativas, por medio de un proyecto Manos comenzó a crear en cada zona lo que en aquel momento se llamaban guarderías, porque había necesidad de dejar los hijos para poder trabajar cómodamente. En aquel momento se llamaba guardería, hoy está mal llamarlas de esa manera, porque no se guarda a nadie, no se guarda a un niño. Hoy son centros de atención a la infancia.
Ese emprendimiento lo tomaron las artesanas de las cooperativas, y como en la comunidad vieron que era necesario no solamente para las artesanas de las cooperativas, empezaron a apoyarlo y a trabajar en conjunto. Eso fue un gran logro de Manos con impacto en la comunidad.
EC —Porque esa guardería no era solo para las mujeres de las cooperativas.
GC —La crearon las artesanas de las cooperativas, pero después se abrió a la comunidad. Ahí Manos consiguió un proyecto para darles una formalidad jurídica a esos espacios y establecer los primeros centros de atención a la infancia, que con el correr de los años se pasaron al Estado y fueron de los primeros centros CAIF.
EC —Es muy interesante esa parte de la historia.
GC —Totalmente, es de un impacto impresionante y es algo que en principio surgió en Manos y que después por suerte pudo sostener y apoyar el Estado.
EC —Rodolfo, tú tampoco estabas en aquellos arranques, pero contanos a propósito de otro de los engranajes fundamentales de la maquinaria, la central. ¿Para qué se la creó?, ¿qué papel juega?
RG —La Central de Servicios, que es donde yo trabajo, hace el diseño y el desarrollo de los productos que se van a vender, hace toda la gestión y el gerenciamiento de los locales comerciales, la parte comercial, el control de calidad de la producción que viene de las cooperativas, la planificación de la producción, qué cooperativa va a realizar qué producto, qué línea, compra la materia prima, hace toda la gestión de exportaciones, la gestión financiera y económica de la organización.
EC —¿Desde el principio existió?
RG —No sé cuántos años demoraron, pero creo que a los cinco, seis años ya tendrían una central. Obviamente todo fue un proceso de aprendizaje y de profesionalización que se fue dando a lo largo del tiempo.
EC —¿Cuándo nace la posibilidad de exportar?
RG —Manos tuvo distintos momentos de exportación. A través de los contactos que tenían las fundadoras y cuando se consideró que estaba haciendo productos muy interesantes, Manos empezó a llegar a mercados, a Estados Unidos, a Japón, llegó a tener una representación en Estados Unidos. Se dio la coincidencia con un momento del mundo cuando las cosas tejidas a mano tenían un valor muy importante…
EC —¿Años?
RG —Años 70, 80. Si van a la muestra van a ver una fotografía de John Lennon utilizando una prenda de Manos del Uruguay, lo cual es todo un emblema. También hay una foto de Robert Redford usando prendas de Manos del Uruguay. Ahí hubo un momento de exportaciones que después por distintos motivos empezaron a caer, se retomaron sobre fines de los 90 y hoy son aproximadamente la mitad de la facturación de Manos.









