
EC —¿Y qué señales aparecieron?
FG —Cabe recordar que los propios aliados de Mauricio Macri en la coalición gobernante Cambiemos, como la diputada Elisa Carrió, que es muy influyente, fueron los que le dieron la señal al gobierno de que se había terminado el margen de maniobra como para continuar la suba. Hubo allí un debate interno que fue lo que llevó a que el propio gobierno presentara un proyecto de ley para aliviar la situación, que consistía en bajar el IVA en la electricidad y el gas al 50 % durante un año para aliviar la situación de los usuarios. Pero el peronismo ya estaba decidido a llevar adelante este proyecto hasta el final.
A la hora de los discursos, Cristina Fernández de Kirchner era la más esperada, porque Macri la acusa de ser la autora intelectual de un plan para desestabilizar al gobierno. Y la expresidenta, que ahora es senadora por la provincia de Buenos Aires, habló poco del proyecto de ley que se estaba votando y más bien aprovechó para recordar promesas de campaña del macrismo y cotejarlas con la realidad económica actual. También hizo una comparación general entre su gobierno y el de Macri, fustigó la política de endeudamiento, fustigó la decisión de volver a pedirle dinero al FMI, recalcó el fracaso de la política antiinflacionaria, y dijo que pese a los incrementos tarifarios en la energía el gobierno de Macri no ha logrado mejorar la producción de gas y petróleo.
En el otro bloque del peronismo, el llamado dialoguista, el senador Miguel Ángel Pichetto, que muchas veces ha argumentado sobre la necesidad de que el peronismo le dé gobernabilidad a Macri y que lo apoyó en proyectos importantes como el acuerdo con los fondos buitre, se defendió de las críticas que le hace el gobierno. Dijo que no era por culpa del peronismo que se hubiera roto esa sintonía, sino que el propio Macri era quien se estaba encerrando en su postura y el que no quería dialogar ni hacer concesiones. Pichetto afirmó en todo momento estar consciente de que la ley nunca sería puesta en práctica porque Macri la vetaría, pero que le parecía importante que se aprobara de todas formas, porque eso implicaba un mensaje de la sociedad para el gobierno en el sentido de que ya no hay margen para continuar con una política de ajuste. Fue explícito en cuanto a trasmitir esa idea, que esta ley es más que nada un mensaje que la sociedad le está dando al gobierno.
EC —Tú decías que a partir de estos discursos se confirma la impresión, la sospecha de que esta ley, esta votación marca un quiebre, que es el comienzo de una nueva etapa, que es en particular el fin de la colaboración del peronismo dialoguista con Macri, que arranca una etapa más hostil, la campaña electoral, etcétera.
FG —Hace dos semanas el presidente Macri había hecho un llamado público en cadena nacional a lo que denominó “gran acuerdo nacional”. Era un reconocimiento de las dificultades económicas que estaba teniendo el gobierno y un llamamiento a que se buscaran consensos en grandes temas. Lo ocurrido ayer, desde el punto de vista del gobierno, marca que el peronismo no está interesado en tener ese tipo de acuerdos. A juzgar por lo que dijo el senador Pichetto no sería así, pero la situación a esta hora es que el panorama está más complicado ya.
Por lo pronto, para mañana viernes están previstas marchas de organizaciones sociales en repudio al seguro veto presidencial a la ley. Mientras tanto, en la central sindical, CGT, que hasta ahora había mantenido una postura relativamente moderada y resistiendo las presiones para medidas de protesta dura, ya hay un debate respecto a si va a haber una convocatoria a un paro general. Y en el Congreso los pronósticos apuntan a que el peronismo que hasta ahora garantizó esos votos para que Macri pudiera avanzar con su agenda de reforma ya no se va a mostrar tan colaborativo. Esto implica que algunas leyes importantes que todavía están pendientes, como la de reforma laboral, podrían quedar sin chance de ser aprobadas.
Es muy sintomático el cambio de actitud de los gobernadores provinciales –que aquí se dice que son los que manejan el Senado, porque las representaciones son parejas tres senadores por cada provincia y en general responden a lo que les marcan sus gobernadores–, que hasta ahora se habían manejado de una forma muy pragmática. Como saben que el gobierno es el que los auxilia financieramente cuando están en problemas, y además las propias provincias están muy endeudadas en el exterior, han tratado de cumplir con los pedidos de Macri, por ejemplo dando vuelta proyectos de ley que venían complicados, como fue el caso en su momento de la rebaja en el impuesto a las ganancias, o a fin del año pasado cuando el gobierno tenía dificultades para cambiar la fórmula de cálculo jubilatorio, aquella que generó protestas callejeras violentas. Los gobernadores provinciales siempre se habían mostrado colaborativos con el gobierno y esta es la primera vez que no lo hacen. Eso ha llevado a muchos analistas a marcar que ha habido un punto de inflexión. Que los gobernadores ya no estén fijándose en su propio presupuesto para gestionar las provincias como marca prioritaria para determinar sus decisiones políticas, quizás sea porque ya están teniendo en la cabeza la campaña electoral y haciendo una interpretación diferente del momento político.
Para completar este cuadro, se está previendo que en mayo la inflación cierre en 2,5 % y que en junio y julio va a haber niveles similares por efecto de la devaluación y del aumento de los combustibles.
EC —Nos estaba faltando el contexto económico, el contexto macro.
FG —Esto va a determinar que ahora en la segunda mitad del año se van a reabrir las negociaciones salariales. La mayoría de los gremios habían cerrado en 15 %, que era la meta original ya abandonada que se había fijado el Banco Central para todo el año, todos los economistas están hablando de entre 25 % y 30 %, lo cual va a implicar reabrir un capítulo que el gobierno daba por cerrado. En medio de las negociaciones salariales siempre hay una sensibilidad diferente en las centrales sindicales, las probabilidades de que haya un clima social más complicado van a ser más grandes, se está previendo que las organizaciones sociales, los popularmente llamados piqueteros van a recrudecer sus manifestaciones, sus protestas callejeras y los pedidos de mayor asistencia de planes sociales al gobierno. Todo esto configura un clima social ya un poco más tenso.









