
EC —¿Cómo entra el acuerdo con el FMI en este cuadro?
FG —El acuerdo con el FMI le ha dado un motivo renovado de protesta a la oposición, y además ha sido una de esas cosas que terminan aunando a sectores muy diferentes entre sí. La prueba de eso la tuvimos el pasado 25 de mayo cuando sectores como el sindicalismo que responde a la línea de Hugo Moyano, el llamado sindicalismo disidente, el sector que simpatiza con Cristina Fernández de Kirchner y la izquierda tradicional, que son tres sectores que habitualmente discrepan entre sí, confluyeron en un mismo acto de protesta bajo la consigna “Con el FMI la patria está en peligro”. Eso da la pauta de que la oposición tiene consignas renovadas como para volver a ganar la calle y volver a endurecer su postura.
EC —Pero visto desde el punto del gobierno, ¿qué va a implicar el acuerdo con el FMI? Se logra, ¿cuánto falta?
FG —Ahora está en plena negociación. Uno de los motivos por los cuales Macri estaba preocupado por esta ley es que se sabe que un reclamo tradicional del FMI es mantener la conducta fiscal. Argentina tiene serios problemas de déficit fiscal, el gobierno habla del déficit primario, que está en alrededor de 2,7 % del PBI, pero después están lo que se llama el déficit cuasifiscal, que es el del Banco Central, y el déficit de las provincias, y además Argentina tiene un déficit de la cuenta corriente –la diferencia entre dólares que entran y salen– de 5 puntos del producto. Son todos números muy malos que el gobierno se está comprometiendo a corregir aceleradamente.
Si el proyecto que se votó en la madrugada de anoche no llega a ser vetado por Macri, todos estos planes para recortar el gasto público rápidamente se ven en retroceso en términos de 1 punto porcentual del PBI. Por eso es que para el gobierno es imposible pensar en llevar adelante propuestas de este tipo.
Y lo que está buscando la oposición, que está consciente de esta postura de Macri y de que él no puede, en plena negociación con el FMI, permitirse empeorar la situación fiscal, es forzarlo a tener que tomar actitudes que lo hagan pagar un costo político. Macri va a vetar, pero él prefería no tener que hacerlo, por eso hasta el último minuto estuvo intentando una negociación con un sector del peronismo para que se moderara este proyecto y se buscara algo de menor costo fiscal. El hecho de que Macri tenga que salir a vetar por un lado le da pie al sindicalismo, al sector más duro de la oposición, para ganar la calle con las protestas y también lo hace quedar en una postura antipática ante la opinión pública. Las últimas encuestas están marcando que es el peor momento de aprobación de la gestión de Macri desde que empezó su gobierno. Entonces tener que poner la cara explicando que vetó un alivio en las tarifas en un momento como este es todo un desafío para la capacidad persuasiva de Macri. Hasta ahora, por lo que muestran las encuestas de opinión pública, no está teniendo mucho éxito en esa tarea.
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Transcripción: María Lila Ltaif









