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Entrevista, miércoles 6 de junio: Pablo Mieres

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EC —Pero sigamos el orden de la columna que publicó en Montevideo Portal. El título es “Cambiar sin volver atrás. Las dos oposiciones”. Y en la primera parte usted reafirma su crítica a la gestión del FA en el gobierno: “Está agotado el FA como opción de gobierno”, dice. ¿Por qué?

PM —Creo que el FA no está dando respuesta a los principales problemas que tiene el país. En el tercer período de gobierno se ha quedado sin reflejos, sin propuestas de cambio, sin ideas; está dividido, cada vez está más dividido, no puede tomar decisión ni siquiera sobre un tratado de segundo orden, como es el tratado de libre comercio con Chile, que no es la panacea ni la gran transformación de la inserción internacional del país, y sin embargo lo tienen hace dos años como un problema, como una especie de mochila que no se pueden sacar de encima. Esa es la expresión paradigmática, pero lo podemos llevar al plano de la educación, no hay reforma educativa; a la reforma del Estado, no hay reforma del Estado; apertura al mundo tampoco; los problemas de competitividad; la posición frente a situaciones que rompen los ojos como Venezuela o ahora Nicaragua. En todo el Frente exhibe una fractura expuesta muy fuerte, incluso con situaciones que se vuelen insólitas de sostener, como una conducción nada menos que en el tema de la seguridad, en que el fracaso es también estentóreo, y se acepta que hay dos posiciones distintas y dos interpretaciones distintas entre el ministro y el director nacional de Policía, y el ministro dice que el presidente no inventó nada con la reunión del otro día y a su vez el presidente dijo que había creado un organismo nuevo.

EC —El organismo para coordinar entre las distintas instituciones vinculadas al tema seguridad pública.

PM —¡Es cantinflesco! La situación del FA a esta altura es de agotamiento, es cuando uno dice “te toca ir al banco de suplentes”. Entonces creo que el gran tema el año que viene es continuidad versus cambio.

EC —Para usted no hay dudas, hay que sacar al FA del gobierno, ese es el esfuerzo, ese es el empeño. El dilema, la discusión viene por el lado de cómo hacerlo.

PM —Es que yo creo que hay distintas opciones de cambio.

EC —Y es ahí que plantea su discrepancia con la jugada de Sanguinetti al reunirse con Larrañaga y Lacalle Pou. ¿Por qué?

PM —Sobre todo porque todas esas propuestas –incluyo la necesidad de crear un gran frente opositor o una gran coalición opositora– achican la riqueza de las alternativas. Las alternativas de cambio al FA son por lo menos dos –yo hablo de dos, pero hay más, porque está Unidad Popular (UP), que es otro tipo de alternativa al FA, con la que tenemos una distancia ideológica y programática muy grande–. Entonces esa idea de que “para ganarle al Frente hay que juntarse todos” es muy falsa y profundamente equivocada.

EC —Usted dice en la columna que la intención, la motivación de esa convocatoria fue expresada de manera muy notoria: “Restaurar la coalición blanquicolorada, promovida nada menos que por la principal figura política que representa aquella época. La época de los gobiernos de colorados y blancos formando una coalición excluyente que, luego de un continuo deterioro de su respaldo popular, fue desplazada por el Frente Amplio”. Sanguinetti no habla de una coalición blanquicolorada solamente.

PM —Sanguinetti dijo “en esta reunión dejamos la semilla de la coalición”. Lo dijo al terminar, y convocó al PN en sus dos figuras principales, más allá de otras imágenes que uno puede pensar que se metacomunicaron de Sanguinetti, más experiente y más veterano, juntando a dos líderes que están con diferencias políticas. Esa es otra lectura.

EC —Hubo varias lecturas. Tres por lo menos: un esfuerzo de Sanguinetti, con todo su peso político, por acercar a Larrañaga y Lacalle Pou, que vienen distanciados.

PM —En esa interpretación no me gustaría estar en los zapatos de ninguno de los dos.

EC —Sanguinetti entiende que eso es nocivo para la oposición.

PM —Más nocivo es para los blancos que surja esa imagen.

EC —Pero esa es una lectura y hay versiones en cuanto a que eso era algo de lo que buscaba Sanguinetti.

PM —En eso no me meto.

EC —Otra lectura es que era una forma de darle notoriedad al regreso del propio Sanguinetti al ruedo, liderando Batllistas. Sanguinetti encabezando un hecho político que no es frecuente, haber juntado a Larrañaga y Lacalle Pou en esas circunstancias.

PM —Sin duda.

EC —Y la tercera: una forma de inyectarle dinamismo e iniciativa al PC, que está golpeado por el anuncio del alejamiento de Pedro Bordaberry y todavía tiene que esperar un mes más por la incorporación de Ernesto Talvi. El PC estaba como grogui, como frágil, débil, y pasó a tener iniciativa, pasó a existir con hechos como este.

Esas fueron algunas lecturas de la reunión. Usted no se pronuncia por ninguna de ellas, y elige la otra, la más explícita.

PM —Tiene todas ellas, pero sobre todo la imagen es “tenemos que juntarnos los blancos y los colorados para sacar al FA del gobierno”. Es una señal muy fuerte. Pero además Sanguinetti lo ha escrito, yo lo he leído en sus editoriales en Opinar, el semanario que publica Tabaré Viera. Y lo he escuchado en reportajes: “Para ganarle al Frente tiene que haber un PC que ayude al PN y que tenga la fuerza suficiente”. Es la lógica con la que se gobernó en los 90, y Sanguinetti es la figura mayor de esa época. Fue presidente dos veces, fue el líder del PC prácticamente durante todo ese tiempo, por lo tanto lo que quiere restaurar es esa idea. Y está bien, yo no estoy de acuerdo con eso.

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