EC —¿Fue sencillo que los demás accedieran a darle más plazo a Venezuela?
JLC —Fue producto de una negociación que partió de las posiciones que mencionábamos antes, que no eran convergentes.
EC —Pero hubo otros ingredientes, según lo que se publicó en la prensa esta semana, Búsqueda en particular.
ROMINA ANDRIOLI (RA) —Sí, aparentemente Brasil fue el que puso en riesgo el proyecto de integración regional al decir que, si no, se desmarcaba del bloque, manifestó incluso la posibilidad de hacer una especie de acuerdo paralelo, desconociendo al Mercosur, con Argentina y Paraguay, con quienes estaba más alineado.
JLC —A ver… yo ayer decía que otra faceta de mi personalidad, más allá de mi cargo público, tiene que ver con la literatura, soy un gran aficionado. A veces la forma en que se presentan las cosas, o cuando se especula sobre cómo podrían haber ocurrido, encuentro argumentos que son muy interesantes para mis proyectos literarios, que en algún momento espero llevar adelante. Vemos muchas cosas, también algún medio de prensa dijo hace algún tiempo que en setiembre iba a abandonar la subsecretaría de Relaciones Exteriores y aquí me tienen con ustedes… Creo que tenemos que distinguir.
Con respecto a esas especulaciones, para ponerlo en términos que tienen que ver más con mi función o mis responsabilidades gubernamentales, diría que si nosotros hacemos un análisis geopolítico e histórico y miramos la región, los países que componen el Mercosur –el peso relativo de cada uno de ellos, su población, sus recursos–, creo que la inteligencia de los uruguayos nos permite extraer conclusiones sin que nadie tenga que formularnos amenazas o compelernos a determinados comportamientos. Creo que Uruguay tiene, desde su nacimiento como nación independiente, el desafío de convivir con dos grandes vecinos, masas continentales, y esto ha sido así desde el origen del país. Es necesario cuidar las relaciones con los vecinos, naturalmente en un marco en el que cada Estado-nación persigue sus propios intereses nacionales. Entonces Uruguay, que también persigue los suyos, tiene como uno de sus principales intereses como Estado-nación el asegurar su posición en la región y las buenas relaciones con sus vecinos.
EC —¿Ahí está la frase “salvar al Mercosur”? ¿De eso se trató la negociación?
JLC —Claro, esa frase me remite a la posición de Uruguay en este tema que, como decía, tiene dos elementos. El primero es el cumplimiento estricto de Uruguay de las normas jurídicas que regulan el Mercosur. El día 29 de julio del año corriente Uruguay procedió a entregarle la presidencia pro témpore del Mercosur a Venezuela porque así lo establecen las disposiciones del tratado constitutivo y no habiendo otras disposiciones –como podría haber sido la aplicación de algún mecanismo especial previsto en la normativa del bloque– lo que correspondía jurídicamente era la entrega de la presidencia. Así lo hizo Uruguay, seguimos respetando el orden jurídico. Yo hacía referencia recién a la Convención de Viena sobre el derecho de los tratados, al artículo 2 del Tratado de Asunción, puedo hacer referencia también al reglamento del Grupo Mercado Común, que es la reunión de los coordinadores nacionales del bloque, que es el que negocia y adopta esta declaración de la que estamos hablando, que establece una modalidad de funcionamiento de este grupo para una situación de urgencia, como es en la que estamos. Son dos componentes, este es juridicidad en la conducta uruguaya, el otro es lo que hemos llamado “salvar el Mercosur”. ¿Por qué?, porque la situación generada implicaba una parálisis del bloque.
EC —La parálisis era clarísima, la pregunta que hacía Romina iba a algo más grave todavía, ¿efectivamente Brasil amenazó con irse del Mercosur?
JLC —Bueno, no, no han existido este tipo de amenazas, las cosas en la diplomacia a veces no son formuladas en los términos a los que podemos estar acostumbrados en nuestra vida diaria…
EC —Pero por lo que usted mismo venía exponiendo recién, ese mensaje fue el que llegó al Gobierno uruguayo.
JLC —Yo quiero decirle que inclusive hay posibilidades desde el punto de vista técnico diplomático que podrían haber complicado mucho la situación del bloque y plantear tal vez situaciones de parálisis más graves que las que están planteadas. Por ejemplo, nada impide que los países del bloque denuncien unilateralmente su vinculación jurídica con Venezuela a través de su Protocolo de Adhesión. Si algunos Estados lo hacen y otros no, podemos llegar a tener por lo menos dos Mercosur: uno integrado por los que denuncian su vínculo jurídico con Venezuela y otro por los que no.
