Por Alejandro Sciarra ///
En los últimos años han comenzado a aparecerse en el ámbito político en nuestro país los llamados outsiders. Son los trabajadores del ámbito privado que han decidido dar el paso al ámbito público para dedicarse a la actividad política. Coincido con lo dicho por el ex presidente Sanguinetti en cuanto a que no existe el empresario que entra en política a gestionar, pero sin hacer política. Quien entra a la política se convierte en político. Pero no es este el tema que quiero abordar hoy.
Quiero aventurarme a decir que será difícil, en el Uruguay de hoy, ver un empresario exitoso triunfando en política. ¿Por qué digo esto? Aunque se escuchan ya quienes echan la culpa al sistema político, que los excluye, debo decir que no es éste el responsable último, sino nuestra mismísima construcción cultural.
El uruguayo promedio (permítaseme una pequeña generalización) no valora el triunfo emprendedor. No le interesa. El uruguayo es empleado. Y si es empleado público mejor. Y para muestra basta un botón. La encuesta realizada por ProUniversitarios y Grupo Radar indica que el 56 % de los estudiantes de nuestro país prefiere ser empleado que empleador. El dato curioso (o no) surgió cuando los encuestadores preguntaron a los estudiantes en qué empresas del mercado querrían trabajar.
Los estudiantes de Administración y Economía colocaron en su "top cinco" a cinco empresas públicas. En cuanto a los estudiantes de Derecho, dentro del "top diez" surgen ocho empresas u organismos públicos. En Ciencias Sociales, nueve de las empresas del "top diez" elegido por los estudiantes son públicas. Siete de diez en Arquitectura, y seis de diez en Medicina.
Los uruguayos preferimos ser empleados, y el Estado es visto como el mejor empleador. Asumir un riesgo económico, la imposible desconexión del quehacer laboral, generar empleo e innovar, todas ellas características de emprender, no resultan bienes atractivos para más de la mitad del estudiantado nacional.
Eso significa que en nuestro país no se ve el hecho de emprender como un valor, ni al emprendedor como un ejemplo a seguir. El haber cargado cajones de feria desde pequeño, o el de haber amasado una gran fortuna en base a recuperar empresas fundidas, o haber dado clases en Harvard, no son prototipos o modelos a seguir para el uruguayo. No estoy diciendo que un empresario tenga vedado el éxito electoral. Pero no lo tendrá por su condición de tal. No en Uruguay.
Debo decir que no creo que el éxito en el ámbito privado asegure buena gestión pública. Y Trump es el ejemplo más reciente. Pero en EEUU también estuvieron Hoover, George Bush y Warren Harding. Más cerca tenemos a Pedro Pablo Kuczynski, cuya presidencia no llegó a los dos años. Y otro que ha acabado administrando su país como si fuese su propia empresa, con resultados a la vista, fue Silvio Berlusconi. Pero así como no asegura el éxito como gestor de la cosa pública, tampoco asegura su fracaso. Así como el haber crecido en el ámbito público tampoco garantiza una buena gestión una vez alcanzado el poder. Y aquí no vale la pena ni entrar en ejemplos.
La encuesta resulta interesante no solo para determinar si la historia de Uruguay se ha caracterizado por la adoración al dios Estado, que todo lo da y poco pide, que es omnipresente y donde hay lugar para todos. La misma resulta fascinante para observar cómo pensamos los uruguayos. Cuál es el “Uruguayan dream”. El votante debe sentirse identificado con su elegido. Y para eso, debe sentir un enlace, un vínculo con este último. Si no nos vemos como futuros emprendedores, difícilmente pongamos nuestro futuro en las manos de uno, solo por el hecho de serlo.
En definitiva, lo que importa, en cualquier caso, no es el origen. Lo más relevante es la razón que mueve a un individuo a vivir para (y de) la política. Esa sería sin duda la pregunta de la que todo periodista y elector debe exigir una respuesta sólida y sincera. La pregunta que no puede faltar: ¿Por qué está usted en política? ¿Por qué y para qué?
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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, lunes 10.12.2018
Sobre el autor
Alejandro Sciarra es abogado de formación, pero a los 30 años dio un giro hacia la psicología positiva aplicada al ámbito educativo y empresarial. Desde los 18 años participa en política, integró en más de una oportunidad La Tertulia de En Perspectiva, es colaborador del Semanario Voces y en Radio Oriental. Desde hace un año está radicado en Italia con su esposa, desde donde sigue de cerca la realidad política y social uruguaya y europea.