
Foto: AFP
Pese a que desde hacía varios meses arrastraba un delicado estado de salud, este domingo al mediodía el Papa Francisco se hizo presente, en silla de ruedas, en el balcón de la basílica de San Pedro. Aunque sin cánulas de oxígeno, su rostro exhibía las huellas de la grave neumonía por la cual estuvo internado entre el 14 de febrero y el 23 de marzo.
Desde allí, el primer pontífice latinoamericano dirigió su última bendición “Urbi et Orbi”, conmemorando la resurrección de Jesucristo al tercer día después de su crucifixión.
Con su voz notoriamente frágil, Francisco dijo solo unas pocas palabras.
Unos minutos más tarde, sorprendió a la multitud que colmaba la explanada del Vaticano, cuando llegó en el papamóvil para saludar a los católicos allí presente. Quienes lo vieron de cerca contaron que, si bien levantaba las manos, lo hacía con dificultad y por momentos lucía ausente. De todos modos, respondió con gestos a los cánticos y aplausos y llegó a bendecir a algunos bebés que le acercaron.
Este lunes a las 10 de la mañana hora local, el Vaticano informó que Francisco, de 88 años de edad, había fallecido dos horas y media antes en la residencia de Santa Marta, donde tenía su dormitorio. Con el correr del día se agregaría que la muerte se produjo por un derrame cerebral que derivó en el coma y una posterior insuficiencia cardíaca.
¿Qué reflexión les merece a ustedes su fallecimiento?