Uruguay-Perú
Por Homero Fernández
Martes 02.09.2025
La potencia de los remates de “Lolo” Fernández era temida por los guardametas rivales. Su capacidad para anotar desde cualquier posición en el campo lo convirtió en una pesadilla para los porteros.
Una de las veces que Perú le ganó a Uruguay, valió un campeonato. Fue en el Sudamericano de 1939. Un torneo de cinco selecciones, sin Brasil y sin Argentina. Jugaron todos entre ellos.
Los locales y Uruguay llegaron a su partido con igualdad de puntos.
Aunque Perú se había convertido en una máquina goleadora le ganó 2 a 1 a la celeste, que tenía en el banco de suplentes a Obdulio Varela y en la cancha a Roberto Porta, Aníbal Ciocca y Severino Varela. Campeonato para los peruanos.
En el lado de Perú, aunque en ese partido no marcó, destacaba el goleador peruano Teodoro “Lolo” Fernández quien estaba escribiendo su historia como uno de los grandes de su país.
Tres años antes de aquel partido, exactamente el 6 de agosto de 1936, decenas de personas se habían agolpado delante de las principales radios y periódicos de Lima. Esperaban las noticias a viva voz que llegaban desde Berlín. En un gran pizarrón se apuntaban las incidencias del partido y en los altavoces rudimentarios se escuchaban algunos comentarios y los gritos de los goles.
Aunque era media tarde en Alemania, la mañana peruana estaba llena de expectativa. Perú debutaba contra Finlandia en los Juegos Olímpicos. Era el único país sudamericano en una Olimpiada bajo el dominio nazi.
Podría discutirse entonces la jerarquía del equipo finés, considerado por muchos como un equipo aficionado, pero lo que no tuvo discusión ese día fue la actuación de Teodoro “Lolo” Fernández.
Aquella tarde, vestido con la blanquirroja, alcanzó uno de los momentos más brillantes de su carrera: cinco goles en un solo partido, una gesta que quedó grabada para siempre en la memoria del fútbol peruano.
Ganó Perú 7 a 3 y todos se entusiasmaron viéndose campeones olímpicos. La eufórica prensa peruana no titubeó en poner a su equipo a la altura de la escuadra celeste campeona en 1924 y 1928.
Lamentablemente para sus intereses, el desenlace fue truculento.
Perú llegó a cuartos de final y se enfrentaba a Austria, gran aliado nazi. Los europeos se pusieron en ventaja 2 a 0, pero los peruanos empataron el partido. Se fueron a tiempo extra y Perú metió cinco goles, pero le anularon tres. Aun así, el marcador le dio la victoria por 4 a 2, con un gol de “Lolo” Fernández casi al finalizar el alargue.
Austria denunció la anulación del partido por una presunta invasión del campo de juego.
Todo quedó en manos de la FIFA y del Comité Olímpico. Convocaron a ambas partes. Los peruanos no pudieron llegar a la audiencia y las autoridades resolvieron repetir el partido. Perú se sintió destratado y desde la presidencia del país llegó un telegrama con la orden: “Anulación inaceptable. Orden presidente Benavides regresar a Lima urgente”.
Así terminaba el sueño. Austria llegaría a la final con Italia.
“Lolo” Fernández siguió haciendo goles con la camiseta del Universitario de Deportes de Lima y sus actuaciones no pasaron desapercibidas. El Colo Colo de Chile le ofreció una fortuna para llevárselo. Cuentan que el presidente del club le dijo: "Fíjese Teodoro, aquí le doy un cheque en blanco. Usted póngale la cantidad que Colo Colo se lo paga. Nosotros queremos tenerlo en el equipo".
Pero “Lolo” parecía un hombre de una sola novia: Universitario.
Después llegaron de Argentina a tentarlo. Banfield lo quiso en su equipo, y también les dijo que no. Su figura cotizaba alto y más cuando le metió cinco goles a Racing de Avellaneda, ya en 1944.
Aquella tarde salió en hombros de la hinchada que lo veneró siempre.
Teodoro “Lolo” Fernández fue un jugador de una sola camiseta. El máximo goleador de la historia del club con 345 goles en 397 partidos. El único jugador en la historia del fútbol peruano que fue goleador siete temporadas con el mismo club.
Después de sus cinco goles contra Finlandia, “Lolo” había pronunciado solo nueve palabras que sirven para sintetizan su imborrable carrera: ‘“He hecho lo que he podido y estoy contento”.
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