Foto: Ricardo Antúnez / AdhocFotos
Hoy se cumplen 50 años del Golpe de Estado del 27 de junio de 1973, un hecho crucial de la historia uruguaya cuyos impactos políticos y sociales llegan hasta nuestros días.
Dos meses antes, el 27 de abril, el Poder Ejecutivo envió a la cámara alta el pedido de desafuero del senador frenteamplista Enrique Erro, a partir de una solicitud de la Justicia Militar que lo acusaba de estar vinculado a movimientos guerrillerros.
Ese pedido sería rechazado tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados.
Esta decisión fue vivida como una doble derrota por el presidente Juan María Bordaberry y los mandos de las Fuerzas Armadas, según anotaba en estos días el politólogo Alejandro Pasquariello. Primero, porque Erro quedaba fuera del alcance de la Justicia Militar. Segundo, porque el Poder Legislativo en su conjunto exhibía una voluntad de independencia que los militares consideraban incompatible con el nuevo estado de cosas nacido el 12 de febrero, en el llamado Pacto de Boiso Lanza, con el cual se selló la crisis que se había desatado tres días antes cuando el Ejército y la Fuerza Aérea desconocieron el nombramiento de Antonio Francese como ministro de Defensa y emitieron los comunicados 4 y 7.
Horas después de que se frustrara el desafuero de Erro, Bordaberry se reunió en la Residencia oficial de la avenida de Suárez con los comandantes en Jefe de las tres fuerzas, los miembros del Estado Mayor Conjunto (ESMACO) y los Jefes de las cuatro regiones del Ejército.
En ese encuentro el presidente realizó una exposición donde explicó los fundamentos y objetivos de la decisión que impulsaba y recibió el apoyo de los oficiales que lo escuchaban.
El 26 de junio, a las 11 y 20 de la noche, Bodaberry firmó el decreto 464/73, que disolvía las cámaras y las Juntas Departamentales, al tiempo que prohibía “atribuir propósitos dictatoriales al Poder Ejecutivo”.
Luego, ya en la madrugada del 27 de junio, Bordaberry se dirigió a la población en cadena de radio y televisión para comunicar su resolución.
"A través de este mensaje quiero explicar a los uruguayos el alcance y los propósitos que me llevan a dar un paso tan trascendente y sobre todo transmitir al pueblo uruguayo la seguridad de que estas medidas no son tomadas en agravio a las instituciones sino que por el contrario son una reafirmación de la institucionalidad. Va dicho con estas expresiones que no anima al presidente de la República ningún propósito que sea el cuplimeinto de los deberes que ha asumido ante la ciudadanía; que no anima al presidente de la República otro interés que no sea el general, y que no anida en su espíritu el propósito de extenderse en su mandato ni un día más que aquel en que termina el tiempo para el cual le fue conferido".
La conmemoración de aquellos hechos está en el centro de la agenda del gobierno, los partidos políticos y los sindicatos en estos días, especialmente desde ayer.
¿Cómo se vivieron aquellas horas, las previas y las posteriores al golpe?
Buscamos En Perspectiva cuatro testimonios directos de quienes vivieron aquellas jornadas en primera persona. En primer lugar conversamos con Luis Hierro López, embajador en Perú, ex vicepresidente de la República en 2000-2005.