El nuevo gabinete nombrado por el presidente interino de Brasil Michel Temer viene con ánimo de cambio en varios frentes y ha dejado entrever que realizará modificaciones importantes en la política económica. ¿Cuáles son los principales temas que están sobre la mesa? ¿Qué pasará con el tipo de cambio? Análisis del economista Pablo Rosselli, socio de la consultora Deloitte.
Análisis económico
Martes 17.05.2016, 8:05 hs.
EMILIANO COTELO (EC) —Como ustedes saben, el avance del proceso de impeachment en Brasil determinó que la semana pasada Dilma Rousseff fuera separada temporariamente de su cargo y que el hasta entonces vicepresidente Michel Temer asumiera como presidente interino.
Apenas asumió Temer designó un nuevo gabinete de ministros. El nuevo equipo viene con ánimo de cambio en varios frentes y, en particular, ha dejado entrever que habrá modificaciones importantes en la agenda de la política económica. ¿Cuáles son los principales temas que están sobre la mesa? ¿Cambian las perspectivas de crecimiento en Brasil? ¿Qué puede pasar con el tipo de cambio? Les proponemos conversarlo con el economista Pablo Rosselli, socio de la consultora Deloitte.
ROMINA ANDRIOLI (RA) —Pablo, ¿cómo vieron las primeras declaraciones que han hecho Temer y su equipo en materia económica? ¿Cuáles son los principales mensajes?
PABLO ROSSELLI (PR) —Lo primero que hay que recordar es que Temer asume en una coyuntura política muy compleja, pero también en un contexto económico crítico. Brasil está en la peor recesión de las últimas décadas. Su PIB acumula una baja de casi 10 % desde que empezó a caer en el cuarto trimestre de 2013 y ha retrocedido hasta los niveles de 2010.
Frente a esa situación, naturalmente la reactivación de la economía es una preocupación central, pero creo que los mensajes más destacables pasan por el énfasis que hizo Temer y su equipo en estas primeras apariciones públicas respecto a la necesidad de abordar los desequilibrios macro que se han ido acumulando en Brasil. Habló de la necesidad de bajar la inflación (desde niveles de casi 10 % actualmente), pero sobre todo puso énfasis en la necesidad de avanzar en la reducción del déficit fiscal (que según las últimas mediciones ha estado en torno de 10 % del PIB).
RA —¿Hay lineamientos más concretos de cómo se disponen a hacer eso? ¿O con qué meta fiscal se manejarán? Te lo pregunto porque el Gobierno de Dilma Rousseff también había puesto este tema sobre la mesa, pero sin embargo tuvo múltiples dificultades para llevar adelante el ajuste.
PR —Ahora podemos conversar un poco más sobre las medidas, pero hay un punto relevante respecto a la capacidad de llevarlas adelante, que es que Temer cuenta por lo menos en principio con un apoyo parlamentario más amplio que el que tuvo Dilma en los últimos meses. A su vez, está procurando ampliar el respaldo nominando en el Poder Ejecutivo a integrantes de partidos minoritarios y ha puesto piezas bastante “pesadas” en las principales carteras.
De hecho, en el Ministerio de Hacienda designó a Henrique Meirelles, que fue ex presidente del Banco Central durante la presidencia de Lula y que es una persona con perfil técnico pero también con bastante experiencia política.
Yendo a las medidas, Meirelles ha adelantado que las prioridades estarán en contener el aumento del gasto. También dijo que aunque la carga tributaria en Brasil es alta, estaría dispuesto a aumentar algún impuesto de forma transitoria si es necesario para encauzar la dinámica de la deuda hacia una senda más sostenible.
RA —¿Cómo es el panorama de deuda pública en Brasil?
PR —Brasil tiene una deuda bruta equivalente a 74 % del PIB actualmente y viene subiendo en forma bastante acelerada desde 2014 (en 2013, antes del inicio de la recesión, era de 60 %). Eso no debe sorprender si decíamos recién que el déficit fiscal es de aproximadamente 10 % del PIB… Y a eso se suma que la economía está en recesión y que también fue subiendo la tasa de interés a la que Brasil se financia. Para poner un ejemplo: en 2013 los bonos brasileños en reales a diez años pagaban 11 % y a principios de este año llegaron a pagar 16 %. También subió el costo de la deuda atada a la tasa Selic, porque el Banco Central fue subiendo esa tasa como parte de su estrategia para combatir la inflación y moderar el ritmo de suba del tipo de cambio.
La otra pata de la preocupación que existe en Brasil por la dinámica de la deuda pública es que está mayormente pactada a plazos cortos. El plazo promedio es 5 años (cuando, por ejemplo, en Uruguay es de más de 14 años). Eso marca una urgencia bastante importante en atacar la problemática fiscal.
RA —¿Cómo incide esta perspectiva de ajuste fiscal en las proyecciones de crecimiento económico? ¿Menos gasto público o eventualmente más impuestos no podrían agudizar la recesión?
PR —Eso es un riesgo claro. Sin embargo, lo que se pretende lograr es que esta postura más “ortodoxa” en el manejo macroeconómico ayude a consolidar un clima de expectativas más favorable, que a su vez contribuya a redinamizar la inversión, la producción y el empleo.
De hecho, el fuerte aumento de la bolsa de San Pablo en estos meses en los que se iba afirmando el proceso de impeachment (de 23 % desde el comienzo del año) de algún modo puede estar relacionado con esa perspectiva… Al menos el mercado está “descontando” un giro en la política económica que permitiría reactivar pronto la economía.
De todos modos, cuando uno mira las proyecciones de los analistas brasileños, el panorama no es para nada tan optimista…
RA —¿Por qué decís eso, Pablo?
PR —Porque las perspectivas de actividad siguen siendo bastante sombrías. Si tomamos la mediana de la Encuesta de Expectativas del Banco Central, la proyección es de una caída promedio del PIB de 3,9 % este año. Y para el año que viene no hay un gran rebote. La mediana es de una expansión de solo 0,5 %.
Y si uno no mira los indicadores financieros sino los relevamientos de expectativas de los consumidores y de los empresarios, tampoco es tan claro que se esté procesando un cambio muy relevante. Por ejemplo, hay una encuesta a nivel de empresarios de la industria que arroja expectativas estabilizándose después de varios años de deterioro, pero en los niveles mínimos desde que se hace el relevamiento. El índice de confianza de los consumidores en San Pablo bajó 15 % interanual en la última medición y también está en niveles muy bajos.
El crédito está bajando, tanto a nivel de familias como de empresas… El salario está cayendo en términos reales, por ahora solo un 1 % en el último año, con lo cual no es para nada obvio que la demanda interna vaya a tener un repunte fuerte en forma muy inmediata.
RA —¿Qué se espera a nivel cambiario? ¿Es sostenible un valor del dólar en torno de R$ 3,50 como vimos en estas últimas semanas?
PR —Si miramos la coyuntura actual y el hecho de que los desequilibrios macro siguen siendo fuertes, nosotros tendemos a pensar que el tipo de cambio debería retomar una tendencia alcista. A nuestro juicio, Brasil precisa un dólar alto para que la economía se reactive. En los pronósticos de los analistas brasileños hay un nivel de dispersión enorme, pero la mediana de la encuesta de expectativas del Banco Central también apunta en esa dirección, con valores R$ 3,7 y R$ 3,9 para el cierre de este año y del que viene (lo que supone subas de 6 % y 12 % respecto a los niveles actuales).
Ahora, también vamos a tener que ir monitoreando los primeros pasos del nuevo gabinete económico, sobre todo en lo que hace a la corrección de los desequilibrios macro y a la promoción de un clima de expectativas más favorable. En caso de “éxito”, el escenario 2016-2017 puede resultar más favorable que el que actualmente estamos asumiendo (con mejores cifras a nivel de PIB y sin una necesidad tan acuciante de mantener la moneda depreciada).
Sin embargo, la incertidumbre que aún hay respecto a la perspectiva política, los bajos niveles de aprobación de Temer en la opinión pública y las fuertes caídas que aún se observan a nivel de la producción y de los principales indicadores de expectativas nos lleva a pensar que todavía resulta muy prematuro dar por sentada una recuperación pronta… y por ende seguimos pensando que no va a haber mucho espacio para que la moneda de Brasil siga fortaleciéndose frente al dólar.
RA —Pablo, ¿y qué implica esto para Uruguay?
PR —Dos cosas. En primer lugar, tendremos en nuestro vecino más grande y uno de nuestros principales mercados de exportación un contexto recesivo por un año más. Y en segundo lugar, Uruguay está caro frente a Brasil… la caída del dólar en Brasil de los últimos meses mitiga ese problema pero pensamos que sigue siendo necesario que el dólar suba en Uruguay… Si eso no ocurriera, veríamos un peor desempeño de la actividad económica de lo que ya estamos proyectando, que básicamente contempla un escenario de estancamiento para este año.
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Foto en Home: El nuevo ministro de Hacienda de Brasil Henrique Meirelles durante una conferencia de prensa. Crédito: Andressa Anholete/AFP Photo.